LAURA WEFFER CIFUENTES
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La compra de armamento ruso se ha manejado con cierto sigilo, como si de un crimen se tratara. Y es que en realidad el anuncio del Gobierno venezolano sobre el incremento del parque de armas, el cual comprende la adquisición de 100 mil rifles de asalto ruso y 33 helicópteros de combate y transporte, ha generado diversas reacciones entre los países vecinos.
La mayoría de las voces se ha levantado para convalidar la soberanía nacional en esta clase de decisiones, pero también se han pronunciado algunos voceros mostrando cautela.
Sin embargo, ya el trato está cerrado, aunque todavía no se ha cumplido con los requisitos legales.
Con la intención de diversificar los proveedores de armas –que tradicionalmente eran estadounidenses o de Europa central– el Ejecutivo nacional dirigió esta vez su mirada hacia la antigua Unión Soviética.
Como resultado de la negociación próximamente llegarán al país 100 mil fusiles rusos Kalashnikovs, podrían ser modelos AK–103, AK–104 y AK–105. También se adquirieron 33 helicópteros (MI–17B–5; MI–35M y MI–26T) algunos de los cuales son de uso estrictamente militar y otros con posibilidades de transporte pesado.
El monto total por la modernización de la flota aérea asciende a 400 millones de dólares pagaderos en tres partes. Sólo falta la aprobación del crédito adicional que será presentada por la Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional, pues ya la Procuraduría General de la República dio su visto bueno.
Igualmente trascendió que existía la posibilidad de sumar a este arsenal, la compra de unos aviones Mig–29. Incluso, el general Melvin López Hidalgo, director del Consejo de Defensa Nacional, habría confirmado a una agencia de noticias que estaban evaluando la situación. También el Financial Times y AP habían publicado informaciones relacionadas con dicho armamento.
De hecho, uno de los voceros del Departamento de Estado norteamericano, Sean McCormick, había señalado recientemente que de ser cierto eso, “vigilarían de cerca” el comportamiento del Gobierno nacional.
Pero el ministro de Comunicación e Información, Andrés Izarra, descartó la posibilidad y aseguró que tal transacción nunca estuvo planteada.
Ráfaga de detalles
Actualmente el Gobierno se encuentra en la etapa de cerrar la negociación, sólo falta entregar una fianza. Está previsto que la transacción ocurra este mes o en enero próximo. Luego, a partir de los nueves meses de la entrega del primer anticipo de pago –que serían 120 millones de dólares, de los cuales Venezuela adelantó 40 millones– se empezarían a entregar las naves.
Por lo tanto, se calcula que los tres primeros MI–17B–5 y tres MI–35M estarán arribando en septiembre de 2005. El MI–26T llegaría al país 12 meses después de que se desembolse el monto correspondiente.
El resto de la flota será entregada conforme se hagan los pagos.
El MI–17B–5 es un helicóptero que puede llevar hasta 36 soldados, y es artillado. Según el diputado Néstor León Heredia, presidente de la Comisión de Defensa de la Asamblea Nacional, es una nave “versátil, que sirve de apoyo a las unidades en la superficie y tiene lanza cohetes y ametralladoras”.
El MI–35M es un helicóptero de ataque, comúnmente denominado “tanque volante”. Es blindado, tiene misiles dirigidos y no dirigidos, posee un cañón de 23 milímetros y dispara 800 proyectiles por minuto.
Posee además capacidad suficiente para transportar a 8 comandos.
Finalmente, el MI–26T –explicó– Heredia, tiene alta capacidad de carga, hasta 40 toneladas. Puede llevar hasta 400 soldados, cargar torres eléctricas y levantar a otros helicópteros más pesados que el versátil aparato. Incluso, puede llevar una bolsa de agua de hasta 15 toneladas que, entre otros usos, serviría para apagar incendios.
En cuanto a los fusiles, Heredia señaló que serán utilizados para “complementar el parque de armas que ya existe e incorporarlos a la Fuerza Armada Nacional”. Se calcula que parte de la dotación será para satisfacer las necesidades de los 100 mil nuevos reservistas.
Contradicciones
Desde que se iniciaron las negociaciones abiertas para la modernización del armamento nacional, con la visita del vicepresidente ejecutivo José Vicente Rangel a Moscú –del 2 al 6 de octubre pasado–, los detalles resultaron poco precisos.
Primero, el emisario aseguró que el viaje emprendido no se hizo con la intención de comprar armas, pues “todo lo que tiene que ver con equipamiento militar es de la competencia exclusiva del Ministerio de la Defensa”.
Sin embargo, a su regreso, el 8 de octubre, especificó que lo que se intentó decir era que su visita al país europeo no se había limitado exclusivamente a la pre–negociación para la compra de armas, sino que también había tenido otros objetivos.
Pero hay antecedentes que inducen a pensar que la adquisición de piezas bélicas estaba planeada. La primera vez que el jefe del Estado hizo alusión sobre la posibilidad de adquirir armas fue cinco días después de que ocurriera la emboscada en la frontera colombiana en Apure, el 17 de septiembre. En esa ocasión anunció que renovarían el armamento nacional para reforzar la protección de la zona.
Esta medida parece haber afectado a otros gobiernos, y particularmente al del vecino país Colombia, que propuso que el caso fuese discutido en el Parlamento.
El 28 de noviembre, el congresista Carlos Julio González señaló que le preocupaba “que Venezuela pudiera estar adelantando una carrera armamentista, y mucho más cuando no se habla de sólo un plan de tipo táctico y estratégico, sino además ofensivo, como podría percibirse por la cantidad y el tipo de armamento que compraron”.
Las reacciones a esta declaración no se hicieron esperar. Quizás para salvar la patria, literalmente, el presidente Álvaro Uribe, para contradecir las palabras del legislador, adujo que desde su país “miran con todo respeto la adquisición que haga Venezuela o cualquier vecino sobre cualquier tipo de armamento”.
Por su parte, el ministro de Defensa, Jorge Alberto Uribe, señaló que no les preocupan “las declaraciones del presidente Hugo Chávez. Colombia no es enemigo de ningún país vecino ni lejano”.
El canciller de Bolivia, Juan Ignacio Siles, también reaccionó sobre el particular. Indicó que la posición de su país “ha sido favorable al desarme, por la preocupación que generan varias naciones de América del Sur que buscan rearmarse. Pero en el caso de Venezuela, dadas las incursiones de la guerrilla colombiana, comprendo que haya un deseo del Gobierno venezolano por enfrentar ese problema”.
De esa manera, sigue la misma línea que Chávez dio a conocer cuando explicó la decisión de su administración. “Nosotros estamos modernizando y reforzando nuestra Fuerza Armada Nacional para enfrentar cualquier forma de agresión” enfatizó mientras estaba en Moscú.
Casi al mismo tiempo, el titular de la cartera castrense, Jorge Luis García Carneiro, dijo que “es únicamente para la defensa legítima de Venezuela. No para atacar a nadie, a ningún país o causar daños que alteran la paz. Las compras hechas en Rusia simplemente tienen como objetivo resguardar nuestra soberanía para que realmente exista verdadera paz y tranquilidad en las áreas que nosotros conocemos como vulnerables y que, por razones propias se han visto alteradas”.
“Nosotros estamos modernizando y reforzando nuestra Fuerza Armada Nacional para enfrentar cualquier forma de agresión…”
Rearme y desarme
La visita del presidente Chávez a Rusia trascendió sin mayores contratiempos. Estuvo enmarcada en un clima de cordialidad, sobre todo luego de la adquisición del armamento.
Fueron varios los puntos de concordancia logrados durante el viaje y se firmaron varios documentos relacionados con cooperación energética, tributos, la producción y comercio y la lucha contra el contrabando.
Además se incluyeron dos aspectos que parecieran ser un contrasentido.
Al tiempo que “acuerdan contribuir al desarrollo de los mecanismos bilaterales que permitan obtener resultados concretos en las esferas de desarme y no proliferación de armas de exterminio masivo, dentro del marco regulatorio de la Organización de las Naciones Unidas”, también firmaron un convenio en el que convienen “mantener y desarrollar las relaciones en diversas áreas, especialmente la esfera técnico–militar”.
Asimismo, el primer mandatario nacional, después de confirmar la compra de los fusiles y los helicópteros, mencionó que existía la posibilidad de “adquirir una gran cantidad de equipos antitanque y de defensa aérea”.
OBSERVACIONES DE PESO
Son varias las críticas y comentarios que se han hecho a la adquisición de este nuevo armamento y de los helicópteros.
En líneas generales, los fusiles Kalishnikovs son considerados como armas de muy buena calidad, adaptados a todos los climas, de fácil manejo y muy livianos. Sin embargo, el costo de instalar las líneas de mantenimiento podría ser excesivo.
Igualmente ocurre con los helicópteros, aunque su situación es aún más delicada. Para que estas naves operen es necesario tener la garantía de que todas sus partes funcionen perfectamente.
La compra de armas, según la legislación venezolana, debe ser precedida por un informe del Estado Mayor Conjunto que establezca las ventajas y desventajas de la compra.
Luego de la evaluación pasa a la Junta Superior de la Fuerza Armada Nacional, que abre un proceso licitatorio.
En este caso, el último paso fue obviado. La negociación la hizo directamente el Ejecutivo y tiene como precedente un convenio que firmara el vicepresidente ejecutivo, José Vicente Rangel, cuando visitó Rusia en 2001.
El precedente más inmediato para la compra de helicópteros fue cuando se adquirieron los de servicio aéreo de rescate, también rusos.
Helicópteros como los que adquirió Venezuela también existen en Perú, México y Colombia. Sin embargo, en algunos de los casos se han presentado problemas ya que “los respuestos” tienen que venir de Rusia y esto puede llevar su tiempo.
Otro punto que se debe considerar, más pragmático, es el de los manuales, que por razones obvias están en ruso, y hay sectores políticos que afirman que los más capacitados para traducirlo son los cubanos.
Entonces, ha generado ciertas suspicacias el hecho de que se añada un nuevo vínculo con la isla caribeña.