Asociación Médica Mundial calificó de "contraria a la ética" la eutanasia

En el suicidio asistido por un médico, la participación de éste es indirecta, y puede ir desde dar información sobre métodos para cumplir con tal fin hasta la prescripción de dosis letales de un fármaco o inclusive el proporcionar algún dispositivo para que el paciente lo accione por sí mismo. En la eutanasia (eu = bueno, correcto + thanatos = muerte), en cambio, la participación es directa, e implica permitir, acelerar o provocar la muerte de una persona para evitarle o disminuirle sufrimientos.
La eutanasia puede ser pasiva, si se limita únicamente a la suspensión de medidas de soporte que retrasan el proceso natural de la enfermedad, o activa, si conlleva la aplicación de un procedimiento que quite la vida deliberadamente a alguien. Por otro lado, puede ser voluntaria, si el paciente la ha solicitado, no voluntaria, si no la ha solicitado, o involuntaria, si ha expresado su inconformidad. Si bien la gran mayoría de médicos se opone rotundamente a la eutanasia activa e involuntaria y acepta la pasiva y voluntaria, el rango de posibilidades entre ambas es motivo de controversia. Los defensores de la eutanasia sostienen que la calidad de vida del paciente es más importante que la cantidad de tiempo que resiste vivo. Los que se oponen, por su parte, afirman que la vida es sagrada y que siempre existen posibilidades, aunque sean remotas, de recuperación; además, la legalización de la eutanasia, así se limite en un principio a casos muy seleccionados, podría extenderse luego a casos en los que la defensa de la dignidad de la vida no sea tan evidente.
En la actualidad, casi todos los países del mundo se oponen al suicidio asistido por médicos y a la eutanasia activa, mientras que la posición frente a la eutanasia pasiva suele ser mucho más permisiva. La Asociación Médica Mundial promulgó la siguiente declaración en 1987: «La eutanasia, que es el acto de acabar en forma deliberada con la vida del paciente, aun por su propia solicitud o de sus familiares cercanos, es contraria a la ética. Esto no impide que un médico respete el deseo de un paciente y permita que se desarrolle el proceso natural de la muerte en la fase terminal de una enfermedad.» Por su parte, el Código de Ética y Deontología del Colegio Médico del Perú del 2000, señala en su artículo 57: «(…) El médico tiene el deber de respetar y hacer respetar el derecho que tiene el paciente a: m) que se respete el proceso natural de su muerte, sin recurrir ni a un abusivo acortamiento de la vida (eutanasia) ni a una prolongación injustificada y dolorosa de la misma (distanasia).»
En Holanda, no obstante, la eutanasia activa es permitida bajo las siguientes condiciones: 1) solicitudes del paciente repetidas y bien informadas, 2) enfermedad mental o física incurable, 3) agotamiento de todas las otras opciones asistenciales, 4) aprobación de otro médico además del que va a realizar la eutanasia y 5) documentación de los hechos. No se requiere la evaluación de un psiquiatra o psicólogo, lo cual dificulta el detectar un cuadro depresivo. Una encuesta realizada en este país reveló que las principales causas de eutanasia activa fueron: pérdida de la dignidad (57%), dolor (46%), agonía inútil (46%), dependencia de los otros (33%) y cansancio de vivir (23%). El temor a la liberalización de las condiciones impuestas para la aplicación de la eutanasia, ha encontrado justificación en un debate reciente que pretendía extender este procedimiento a pacientes no terminales, enfermos psiquiátricos, ancianos dementes e inclusive a lactantes a quienes sus familiares no consideraban como «dignos» de vivir.
Un estudio publicado en la revista The New England Journal of Medicine en 1998, investigó la actitud de 1902 médicos norteamericanos en relación al suicidio asistido y la eutanasia. Un 11% de los encuestados respondió que, en las condiciones actuales, sí prescribiría una medicación a un paciente para ayudarlo a terminar con su vida, en tanto que un 36% dijo que lo haría si fuera legal; un 7% afirmó que, en las condiciones actuales y dependiendo de las circunstancias, podría administrar una medicina letal a un paciente, mientras que un 24% lo haría si fuese legal; el 3.3% admitió haber prescrito alguna vez un medicamento con dicho objetivo, y el 4.7% confesó haber administrado una inyección letal en alguna oportunidad.
Uno de los casos más controversiales referentes al suicidio asistido fue el de Diana, una mujer con leucemia aguda que decidió no aceptar el tratamiento indicado y cuyo médico le prescribió la cantidad de barbitúricos necesaria para su suicidio, que ella le había pedido; el mencionado médico, sin embargo, no tomó en cuenta los antecedentes de depresión y las manifestaciones depresivas actuales de la paciente. En 1989 el médico retirado Jack Kevorkian proporcionó un dispositivo de suicidio a una mujer con probable enfermedad de Alzheimer, que lo utilizó para acabar con su vida; tras una primera acusación de homicidio en primer grado, a Kevorkian se le redujeron los cargos por no haber leyes contra el suicidio asistido por un médico en Michigan; Kevorkian siguió colaborando con muchas muertes, sin tomar en cuenta la posibilidad de cuadros depresivos, hasta que en 1999 fue sentenciado a 10-25 años de prisión por la muerte de Thomas Youk; sus defensores aplauden su coraje para aliviar el dolor y el sufrimiento, en tanto que sus retractores lo acusan de no ofrecer a los pacientes la posibilidad de un tratamiento psiquiátrico que podría ayudarlos en forma efectiva.
El caso judicial más conocido sobre eutanasia fue el de Karen Ann Quilan, cuyos padres solicitaron el retiro del respirador por encontrarse en coma profundo e irreversible, pedido que fue aprobado por la Corte Suprema de New Jersey; la paciente, sin embargo, sobrevivió diez años (murió en 1985 de neumonía). En otro caso, Elizabeth Bouvia, paciente con parálisis cerebral que necesitaba ser alimentada por otros, solicitó que la admitieran en un hospital y la dejaran morir por inanición; la corte de Apelaciones de California ordenó el retiro de la sonda nasogástrica que le habían colocado los médicos del hospital, no requiriendo en este caso que la persona estuviera en estado de coma o con una enfermedad terminal.
La Sociedad Cicuta, fundada en 1965 por Derek Humphry, se dedica a apoyar el suicidio asistido por médicos y la eutanasia activa y voluntaria en enfermos terminales, habiendo dirigido iniciativas estatales con estos propósitos en Washington en 1991 y en California en 1992.
Referencias:
Colegio Médico del Perú. Código de Ética y Deontología. Febrero del 2000.
Lo B. Aspectos éticos en la medicina clínica. En: Isselbacher KJ, et al, ed. Harrison: Principios de Medicina Interna. 13° edición. Madrid: Interamericana – McGraw-Hill, 1994: 7-10.
Meier DE, et al. A national survey of physician-assisted suicide and euthanasia in the United States. N Engl J Med 1998; 338: 1193-1201.
Zisook S. Muerte, agonía y duelo. En: Kaplan HI, Sadock BJ. Tratado de Psiquiatría/VI. Sexta edición. Buenos Aires: Editorial Inter-Médica, 1997: 1643-60.
06 de agosto del 2000

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