Médica cubana cuenta cómo desertó de Barrio Adentro

CASTO OCANDO
El Nuevo Herald
Para la galena cubana Dayami Rosales, el momento exacto para desertar en Venezuela se produjo el pasado 3 de septiembre, cuando su compañera en la Misión Barrio Adentro le comunicó su intención de escapar porque había tenido un problema con su jefe inmediato, y la habían amenazado con regresarla a la isla.
»Tomé la decisión de desertar sin pensar mucho, porque si no lo hacía, me iban a mandar a mi también a Cuba, y además sancionada», explicó Rosales a El Nuevo Herald desde un escondite en una localidad en el centro de Venezuela que pidió no revelar para proteger su seguridad.
Rosales, de 35 años, dijo que un factor decisivo para dejar atrás la misión –producto de un acuerdo de intercambio de médicos por petróleo entre La Habana y Caracas– fue el apoyo mostrado por un grupo de amigos venezolanos, algunos de ellos sus ex pacientes, que le han dado refugio y alimentación durante su odisea. »La amistad es lo que ha producido esta protección», acotó la doctora cubana.
»Entendemos su situación, y por eso estuvimos dispuestos a ayudarla desde el principio», dijo bajo condición de anonimato un miembro de la familia que está protegiendo a Rosales.
Un creciente número de familias venezolanas está abriendo sus puertas y recursos, arriesgándose a ser perseguidos por la Disip, la policía política venezolana, para ayudar a médicos cubanos desertores a obtener un refugio temporal y ayudarlos a escapar.
»Constantemente estamos recibiendo apoyo de personas y familias en Venezuela que están dispuestas a ayudar a los médicos», aseveró Julio César Alfonso, directivo de la organización Solidaridad Sin Fronteras (SSF), de Miami.
La deserción de médicos cubanos se inició a pocos meses de comenzar el acuerdo, en el 2000, cuando los profesionales de la salud Heberto Navarro y Reinaldo Calebrook, entonces de 38 y 35 años, respectivamente, solicitaron asilo político al gobierno venezolano.
Eventualmente, el asilo les fue negado pero el hecho abrió una compuerta que todavía continúa abierta, produciendo cientos de deserciones de médicos cubanos cada año, con ayuda de una creciente cadena de colaboradores venezolanos dentro y fuera del país.
La última contribución acaba de darla un comerciante venezolano, que puso a la disposición de la red de ayuda a los disidentes cubanos dos casas de refugio en un estado occidental de Venezuela.
»No nos podemos quedar de brazos cruzados cuando estas personas, que han vivido en una dictadura como la de Cuba, ven la oportunidad de vivir en libertad, y por eso estamos dando nuestro granito de arena», dijo el comerciante pidiendo la reserva de su nombre.
Los colaboradores de la red se extienden en una decena de estados venezolanos –incluyendo Sucre, Miranda, Aragua, Carabobo, Lara, Zulia, Táchira, Trujillo y Mérida–, pero mantienen un fuerte hermetismo para evitar ser infiltrados por agentes de seguridad cubanos y venezolanos.
»La cantidad de personas que están escapando está aumentando, por muchas causas. Pero tememos que el gobierno cubano y el venezolano tomen represalias para impedir que los médicos sigan escapándose», dijo Rosales, quien está esperando los resultados de gestiones para salir del país y obtener su libertad.
Las contribuciones incluyen período de estancia, comida y dinero, pasajes de autobús e incluso aéreos, tarjetas y teléfonos para llamadas internacionales, y hasta asesorías legales y de inmigración mediante contactos con diplomáticos latinoamericanos.
»Hemos tenido contactos con varios consulados de países latinoamericanos que han mostrado su disposición de cooperar para ayudar a los médicos que están desertando», informó Alfonso, de la SSF.
El Nuevo Herald pudo confirmar la cooperación extraoficial de por lo menos tres consulados de países latinoamericanos en Venezuela y en Miami, que están asesorando a médicos que quieren salir de territorio venezolano para obtener un estatus de asilados o refugiados en terceros países, tanto el continente americano como en Europa.
El Departamento de Estado norteamericano ha otorgado por lo menos una visa especial a un médico cubano de alto rango que desertó en el estado Aragua y llegó a Estados Unidos, luego de una aventura de cinco meses, el pasado agosto.
Otto Sánchez, jefe de la misión cubana en Aragua, tenía bajo su responsabilidad a un grupo de 212 de sus compatriotas, y tenía acceso a información privilegiada, incluyendo documentos secretos que describían proyectos de adoctrinamiento y penetración de la seguridad cubana en sectores populares de Venezuela, utilizando como punto de partida los ambulatorios de la misión.
Sánchez escapó luego de haber estado encerrado durante 14 días por la Seguridad de Estado cubana en una habitación del hotel Micoti, en la ciudad de Maracay, porque se negó a inculpar a la oposición venezolana en la muerte del médico cubano Luis Reynier Puente, ocurrida durante un asalto el 24 de noviembre del 2003, días antes de que se realizara el llamado Reafirmazo en Venezuela.
Sánchez iba a ser devuelto a Cuba sancionado, pero aprovechó un descuido de su carcelero para escapar del hotel el 13 de diciembre. Vivió durante cinco meses una larga odisea para obtener la libertad final, hasta que arribó a territorio estadounidense el pasado junio. Los documentos secretos que pudo extraer de la seguridad cubana se encuentran en manos del Departamento de Estado.

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