KINGSTON – Autoridades provinciales de Ontario se encuentran investigando la muerte de un hombre que pocas horas antes de su deceso recibió un disparo de pistola Taser de parte de la policía.
La Unidad Especial de Investigaciones (SIU) ha asignado dos especialistas para indagar en el caso, que tuvo lugar en horas de la mañana del domingo, según confirmó Rose Bliss, portavoz de la agencia.
«El primer paso de la investigación será asistir a una examinación post-mortem», que estaba estipulada para la jornada de ayer en Toronto, confirmó Bliss. Luego de eso, los peritos tenían previsto determinar el curso de acción, agregó la funcionaria.
Todo comenzó cuando la policía fue convocada a una casa en la ciudad de Kingston, en el este de la provincia, para hacerse cargo de un hombre que, aparentemente bajo los efectos de alguna clase de estupefacientes, amenazaba con suicidarse.
El hombre se había atrincherado en el interior de un cuarto y se encontraba armado con un cuchillo y un bate de béisbol, dijo la policía.
Como primera medida, los oficiales usaron un aerosol paralizante, pero al ver que eso no funcionó optaron por emplear una pistola Taser.
Eso sí lograron desarmarlo, pero llevado al Hospital General de Kingston, el hombre sufrió un ataque y murió pocas horas después.
El mes pasado, las autoridades confirmaron que una persona en Vancouver, fue la quinta víctima canadiense en fallecer luego de haber recibido un disparo de Taser. En aquella oportunidad, el hombre se encontraba bajo una sobredosis de cocaína.
Aunque todavía no se confirmó qué es lo que originó la muerte del hombre de Kingston, el empleo de la pistola Taser es el principal factor de sospecha.
«Todo será analizado en el curso de la investigación», sostuvo Bliss, mediante una entrevista telefónica desde su oficina en Toronto.
La SIU automáticamente investiga cualquier muerte en que la policía resulta envuelta.
Las pistolas Taser disparan un impulso energético de 50 mil voltios a través de dos dardos que actúan durante cinco segundos. El objetivo es inmovilizar completamente a la víctima, mediante la contracción sus músculos hasta el punto de provocarle una caída.
El debate sobre la conveniencia o no del uso de las pistolas paralizantes Taser fue puesto nuevamente sobre la mesa el mes pasado, luego de que un boxeador del área metropolitana de Toronto también recibiera un disparo efectuado con ese dispositivo y muriera pocos minutos después.
Un informe nacional reportó que algunos examinadores médicos encontraron que el uso de Taser pudo haber tenido incidencia en un número importante de muertes, contradiciendo las afirmaciones de los fabricantes, que aseguran que las pistolas nunca mataron o dañaron a nadie.
Sin embargo, son varias las voces que todavía se levantan a favor de uso. Una de ellas es la del jefe de Policía de Toronto, Julian Fantino, quien le reclama al Gobierno que dé curso a una legislación que apruebe el uso de esas pistolas para todos los oficiales de policía, ya que en la actualidad su autorización está restringida a unos pocos grupos de tareas.
Cada pistola tiene un valor en el mercado de 1.800 dólares, razón por la cual costaría una pequeña fortuna dotar con cada una de ellas a todos los policías de la ciudad. Pero más allá del factor económico, mucho más peso cobra el hecho de la polémica por la efectividad de su uso.
Desde el 2001, al menos 50 personas en Norteamérica han muerto tras recibir una descarga de Taser. La pistola fue diseñada como una alternativa no letal al uso de las armas de fuego.
Taser International, la compañía con base en Arizona que fabrica las pistolas, insiste en que su producto no es un arma letal, inclusive para personas con problemas cardiacos.