Por Barbara Novovitch.
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Para su primer día de vuelta “en el mundo” como un hombre libre después de casi 17 años, Brandon Moon se aseguró de ir vestido de azul, su color favorito, y de llevar un sombrero de cowboy, un símbolo del oeste norteamericano. Llevaba puesto también un cinturón de vaquero que le había hecho un compañero de prisión a pedido suyo y una hebilla que él mismo había diseñado en níquel, bronce y cobre.
Cuando quedó demostrado a través de un análisis de ADN que lo habían acusado por error de una violación en 1988, Moon fue liberado de su prisión en una audiencia judicial en la localidad de El Paso el martes por la tarde, convirtiéndose así en el último entre 154 hombres y mujeres de Estados Unidos exonerados gracias a este tipo de pruebas.
Moon y sus padres estaban presentes en la corte para oír al procurador del distrito, Jaime Esparza, pedir disculpas por la condena equivocada, en nombre suyo y del estado de Texas. Con ellos estaban Barry Scheck, un abogado de Nueva York cuyo Proyecto Inocencia, de 12 años de antigüedad, ayudó a más de la mitad de los exonerados, y otra abogada del estudio de Scheck, Nina Morrison.
“Sé que no podemos devolverle sus años”, dijo Esparza, “y por eso es que lo siento profundamente”. “Acepto sus disculpas”, respondió Moon.
David Dow, profesor de derecho en la Universidad de Houston, dijo que era apremiante realizar reformas en Texas porque “el ritmo de las ejecuciones en ese estado es mucho mayor que en otros”. En el caso de Moon, la fiscalía presentó un testimonio visual de la víctima de la violación y otras tres mujeres cuyas violaciones compartían un patrón similar. La víctima de violación escogió a Moon en una fotografía y en una rueda de reconocimiento, en la que era el único hombre blanco de ojos azules, 18 meses después del ataque.
Scheck y Morrison elogiaron los esfuerzos de su cliente desde prisión para desempeñarse como su propio abogado, pero dijeron que su pedido para que se le practicara un análisis de ADN recién surtió efecto después de que Proyecto Inocencia se involucró en mayo e hizo que se examinara una bata manchada de semen en la cama donde había tenido lugar la violación.
Moon, que hoy tiene 43 años, “rebotó en las cortes como una pelota de ping-pong”, dijo Morrison. “Las cortes son muy hostiles; el instinto es negar, negar, negar. De todos modos, cuando se conocieron los resultados de la prueba de ADN que demostraban la inocencia de Moon, a Esparza le llevó menos de una semana hacer lo correcto”.
Moon, un veterano del ejército, estaba estudiando en la Universidad de Texas en El Paso en 1987 cuando fue arrestado bajo cargos de violación. Siempre había querido entrar a la Fuerza Aérea y volar aviones de combate después de la graduación. En cambio, se pasó sus años de prisión investigando sobre análisis de sangre y derecho en las bibliotecas de la cárcel.
“Tengo mucha fe en el sistema judicial”, dijo Moon el martes. “Está conformado por seres humanos y cometemos errores”. Moon también le ofreció un consejo a los otros presos que saben que son inocentes: “No importa lo que hagan, nunca se den por vencidos”.
© The New York Times
Traducción de Claudia Martínez.