Dos días después de que el director del DAS, Jorge Noguera, se negara a responder mis preguntas sobre la forma como información de los periodistas y lo que investigamos termina en Santa Fe de Ralito, y optara en cambio por un lenguaje a la vez camorrero y evasivo, el diario El Tiempo –que se ha anotado varias chivas en estos días– destapa un nuevo escándalo en un organismo que debería ser ejemplo de pulcritud y decencia. No es el primero y, como van las cosas, uno se pregunta si será el último en esta entidad, a menos que el presidente Álvaro Uribe decida pronto cambiarle el rumbo.
Resulta que el jefe de informática del DAS, Rafael García Torres, fue detenido hace pocos días en el curso de una investigación sobre maniobras delictivas para borrar los antecedentes penales de varios extraditables y paramilitares. García Torres es, según el detallado informe de El Tiempo, un viejo amigo de Noguera. Estudiaron juntos, han trabajado juntos y Noguera lo había llevado al DAS como su hombre de confianza para la delicada tarea de manejar la base de datos.
El Tiempo relata que investigadores del mismo DAS “recaudaron con paciencia durante cuatro meses pruebas que –en su criterio– indican que García Torres y dos de sus subalternos borraron del sistema las órdenes de captura, con fines de extradición, de cuatro colombianos y, de paso, cambiaron la identidad de algunos de ellos (al reemplazarlas por nombres de mujeres) y modificaron movimientos migratorios de otras personas”.
La entidad que debe brindarnos seguridad, trafica información con narcos y paras.
¿Altos funcionarios del DAS haciéndoles favores a narco-paramilitares? Sí señor, de eso se trata este asunto gravísimo. La entidad que debe brindarles seguridad al Estado y a la sociedad, trafica información con algunos de los peores criminales. Imagínense lo que será esta noticia en manos de las ONG europeas que no pierden una para tratar de probar vínculos entre el Gobierno y los paramilitares. Qué daño tan grande al Gobierno de Uribe y al país en su conjunto.
Por fortuna, en el interior del organismo hay aún mucha gente decente que se puso en la tarea de destapar este delictivo manejo de información y de atrapar a los culpables. Porque si esto hubiera seguido así, quién sabe qué clase de desastre mayor habría acontecido. Noguera ha salido a los medios a decir que él mismo condujo las indagaciones apenas fue informado de los primeros hallazgos. Mis fuentes del DAS corrigen esa versión y plantean que lo que los sabuesos hicieron en el interior del organismo, fue poner a Noguera casi ante un hecho cumplido.
Willy Brandt, el más prestigioso líder de la posguerra en Alemania, renunció a su cargo en los 70, cuando descubrió que su secretario privado y hombre de confianza espiaba para la Alemania comunista. En la extinta Unión Soviética, Mijail Gorbachov destituyó al ministro de Defensa y a otros altos mandos porque el joven occidental Mathias Rust aterrizó en una avioneta en la Plaza Roja.
Nadie tenía dudas sobre la lealtad de Brandt a su patria. Tampoco en cuanto a que los mandos rusos no eran los directos responsables del aterrizaje de Rust en el corazón de Moscú. En el caso de Noguera, en cambio, las inquietudes se han ido acumulando.
Uribe ha demostrado que no le tiembla el pulso a la hora de sacar a la gente que, por acción o por omisión, falla en materia grave en el área de defensa y seguridad. Lo hemos visto destituir a altos oficiales de las Fuerzas Armadas porque un subalterno cometió un error. La semana pasada, no más, se despachó contra varios mandos de la Infantería de Marina por el ataque de las Farc en Nariño que costó la vida a 15 uniformados. ¿No debería entonces responder el señor Noguera por lo que hizo un subalterno de su entera confianza, traído por él a la institución y amigo suyo de toda la vida?