Una comisión que ha investigado las fallas en la inteligencia de Estados Unidos antes de la guerra en Irak concluyó que el principal problema fue la incapacidad de considerar una amplia gama de puntos de vista, según se informó.
Según la Casa Blanca, el informe es un «análisis serio» de lo que salió mal.
El panel, presidido por un juez y un senador, se ha reunido secretamente y está previsto que publique un informe este jueves.
Su objetivo declarado ha sido investigar por qué los datos de inteligencia dados a la Casa Blanca antes del conflicto fueron tan defectuosos.
Pero también ha tenido una función más amplia: tratar de determinar si algo ha cambiado desde entonces.
Según la Casa Blanca, el informe es un «análisis serio» de lo que salió mal. Funcionarios estadounidenses han adelantado que la comisión no encontró que la interferencia política fuera uno de los problemas.
El panel también ha evaluado la posibilidad de que las fallas puedan repetirse en otras partes del mundo.
Esta sección del informe permanecerá en secreto, pero un experto interrogado por la comisión dijo al diario The New York Times que el texto habla de Corea del Norte como un «agujero negro» de inteligencia y que la situación en Irán no es muy diferente.
Los ataques insurgentes se han vuelto más frecuentes tras el fin de la guerra.
Sin embargo, el corresponsal de la BBC en Washington, Justin Webb, comentó que el reporte difícilmente repetirá las criticas expresadas en el pasado sobre la totalidad de los servicios de inteligencia estadounidenses por su incapacidad de contar con agentes en aquellos países de interés para la Casa Blanca.
El informe se difundirá días después de que una organización de defensa de los derechos civiles denunciara que el ex comandante estadounidense en Irak, el general Ricardo Sánchez, autorizó técnicas que van más allá de las prácticas aceptadas para los interrogatorios a presos iraquíes.
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La Unión Estadounidense de Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés) presentó un documento firmado en septiembre de 2003 por el general Sánchez que permite colocar a los detenidos en posiciones incómodas, utilizar música en alto volumen y manipular la luz de manera de afectarles el patrón del sueño.
También autoriza el uso de perros militares para «aumentar el miedo árabe» a esos animales «mientras se mantiene la seguridad durante el interrogatorio».