Crisis de gobernabilidad al acecho en Latinoamérica

IRAXIS BELLO
EL UNIVERSAL
El deterioro de las relaciones entre los componentes de un sistema político da origen a una crisis de gobernabilidad, complejo proceso de desgaste que ha derivado en el cese de varios gobiernos, en distintas partes del mundo, donde la población no sólo no se siente representada, sino burlada.
Por lo general, esta situación ha dado paso a contundentes demostraciones de fuerza por parte de pueblos frustrados por la incapacidad de sus gobiernos sobre todo ante aquellas administraciones que intentan vulnerar la voluntad popular a través de dudosos procesos electorales.
Para el internacionalista Antonio Rodríguez Iturbe los problemas de gobernabilidad remiten directamente a una crisis de país, situación que puede tener diversos orígenes.
Además, de las motivaciones económicas y sociales, estas crisis tienen como común denominador la insatisfacción de un pueblo con su presidente, situación que va de la mano con el divorcio entre las instituciones del Estado y la gente.
«Una crisis de gobernabilidad implica la pérdida de peso político de un gobernante frente a la población y quienes sostienen esa plataforma», apuntó el analista.
Por lo general, la crisis de gobernabilidad se caracteriza por una implosión social en rechazo masivo a las políticas gubernamentales.
Para Rodríguez Iturbe estos episodios se pueden evidenciar no sólo con las manifestaciones sociales, sino con la total pérdida de apoyo legislativo en los países en los que rige el sistema parlamentario de gobierno.
Existen algunas variables comunes que evidencian una crisis de gobernabilidad, tales como la necesidad de algunas personalidades de perpetuarse en el poder y la separación entre la realidad política y los entes reguladores del Estado.
«Una variable es la falta de fe en el gobernante, el incumplimiento de las promesas y la pérdida de popularidad», explicó el internacionalista.
Por una u otra causa, Rodríguez Iturbe coincide en que «no es normal» que las crisis de gobernabilidad se produzcan con tanta frecuencia.
Existen algunos casos emblemáticos registrados en la antigua Yugoslavia, Perú, Haití, Ucrania y Kirguizistán, entre otras naciones.
Aclaró Rodríguez Iturbe que los países que conformaban la Unión Soviética no se movían «sin la orden del antiguo régimen», razón por la que se convirtieron en naciones independientes carentes de una estructura política organizada, una infraestructura económica formada y un estamento cultural sólido, lo que trae como consecuencia que las crisis sean permanentes.
En el caso de América Latina, las coyunturas están signadas por un profundo contenido social «producto de la marginación, de regímenes autoritarios con un matiz distinto al que ofrecían cuando fueron electos».
«Esto puede traer repercusiones de naturaleza cruenta», precisó.
Las consecuencias de este tipo de desgaste es la pérdida de fe en el sistema imperante, situación que puede dar paso a la búsqueda de nuevas formas de acción política «con el riesgo de caer en regímenes muchas veces más perjudiciales que los existentes hasta entonces», concluyó el analista.

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