Próximo Papa afrontará los retos del nuevo milenio

Roma. El papa Juan Pablo II dejó una Iglesia católica que, según las cifras más actuales, dispone de 1.092 millones de fieles en los cinco continentes. Con ello es la mayor de las confesiones cristianas. A su vez, el cristianismo, con unos 2.000 millones de creyentes, es la más grande de las religiones mundiales, seguida de los musulmanes, con 1.300 millones.
Al comienzo del pontificado en 1978, la Iglesia católica disponía sólo de 749 millones de miembros. Sin embargo, pese al fuerte aumento registrado en cifras absolutas, la proporción de católicos sobre la población total mundial ha disminuido. En el mismo plazo, el número de habitantes del planeta prácticamente se ha duplicado, informó DPA.
Pese a que el centro de poder de la Iglesia se encuentra en Europa, el Viejo Continente alberga en el año 2005 sólo 25% de los católicos del mundo. La mitad de los creyentes, unos 500 millones, viven en el continente americano, mientras que las mayores tasas de crecimiento se registran en Africa, con 4,5% anual.
En Europa, la mayoría de católicos, unos 56 millones, viven en Italia. Otros bastiones mundiales del catolicismo son Brasil, con 149 millones, y Filipinas, con 65 millones. Sin embargo, de los 117 cardenales electores, la mitad, 58, proceden de Europa. En todo el mundo, la Iglesia dispone de unos 405.000 sacerdotes y 4.600 obispos.
América Latina, que alberga a la mitad de los católicos del mundo, espera ser cuna del nuevo Pontífice, pero la Iglesia católica esté perdiendo terreno a manos de grupos protestantes, luego de 500 años de dominio.
Académicos afirman que el porcentaje de protestantes en la región se duplicó a 10% en el papado de 26 años de Juan Pablo II con el surgimiento de grupos evangélicos y pentecostales en barrios pobres desde Brasil hasta Guatemala.
«Uno de los dos o tres grandes temas con los que tendrá que lidiar el nuevo Papa es tratar de impedir que ese 10% se convierta en 50%», dijo el autor Philip Jenkins, un catedrático de Historia y Religión de la universidad estatal de Pennsylvania.
Con la promesa de combatir el abuso de alcohol y drogas y curar las enfermedades a través de la fe, las iglesias protestantes tratan de llenar el vacío dejado por los deficientes servicios de salud de la región y lidiar con los males sociales en los barrios pobres.
La Iglesia católica, percibida como altamente jerárquica y distante, ha quedado ocupándose de los creyentes en zonas rurales en decadencia por el éxodo hacia las zonas urbanas.
La Iglesia Pentecostal Antioquía es un refugio contra la violencia en la Zona 8, un distrito de clase trabajadora en la Ciudad de Guatemala, donde el sonido de disparos es común y los criminales botan los cuerpos de sus víctimas.
«Sé que la violencia terminará si todos nosotros nos evangelizamos con los miembros de las bandas. Sé que cambia a las personas como yo», dijo el guardián de la Iglesia, Vinicio Rodríguez, de 30 años, un ex traficante de drogas.
Observadores opinan que el cónclave que se reunirá en el Vaticano para elegir al nuevo Pontífice podría designar a un latinoamericano como reflejo del cambio de poder clerical al Tercer Mundo.

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