Arrecian controles al tránsito en La Habana

WILFREDO CANCIO ISLA
El Nuevo Herald
En respuesta a las crecientes manifestaciones de indisciplina social, las autoridades cubanas impondrán severas sanciones contra quienes afecten el funcionamiento del transporte público en La Habana.
A los históricos problemas de la carencia de flotillas, la imposibilidad de mantenimiento por falta de piezas y el hacinamiento en los vehículos, se han añadido ahora actos de violencia callejera, asociados muchas veces con el descontento popular.
El plan de medidas –en vigor desde el pasado domingo– contiene 14 instrucciones elaboradas por el Ministerio del Interior (MININT) y dispone el procesamiento penal para infracciones que van desde colgarse con bicicletas o patinetas por la parte trasera de los ómnibus hasta los robos y riñas entre los pasajeros, según conoció El Nuevo Herald.
Las instrucciones apuntan a un aumento significativo de la vigilancia dentro de los llamados »camellos» (camiones adaptados) y otros ómnibus metropolitanos, así como en paradas, terminales y tramos viales con altos índices de indisciplina.
»Se van a reforzar los dispositivos de la Policía Nacional Revolucionaria [PNR] para atacar a este problema, pues hay muchas quejas de la población», dijo desde La Habana una fuente vinculada con el proyecto. «No va a haber contemplaciones».
La fuente indicó que »hay preocupaciones al más alto nivel» sobre el incremento de acciones vandálicas contra el transporte público en la capital, con una población de 2.2 millones de habitantes.
La pasada semana durante una reunión entre altos funcionarios del MININT y el Ministerio del Transporte (MITRANS) se abordó el impacto social de estas indisciplinas y se presentó el plan preventivo.
En los últimos años los actos de carterismo, fraude en el cobro del pasaje y apedreamiento de los autobuses a su paso por »barrios conflictivos» y zonas periféricas de La Habana, provocaron una crisis en el transporte urbano, reconocida incluso por los medios oficiales.
»El tema de la indisciplina pública es cada vez más notorio», declaró el disidente Vladimiro Roca. ‘Las guaguas están desbaratadas y hay muchos jóvenes montados en ellas `inventando’ y cometiendo delitos».
El activista consideró que esta situación es también el resultado de «la inconformidad y la rebeldía latentes en la población, especialmente de los jóvenes».
La situación se agrava notablemente en los meses de verano, cuando miles de jóvenes disfrutan de las vacaciones escolares.
Sólo en el 2004 la Empresa Provincial de Omnibus de La Habana recibió 1,780 quejas sobre maltratos, agresiones y excesos de pasajeros en los ómnibus.
Los funcionarios del MITRANS han reconocido que las violaciones en el cobro del pasaje son extendidas y causan anualmente sustanciales pérdidas a la economía nacional, pero la alarma está ahora en tropelías mayores e imparables.
Los adolescentes y jóvenes acróbatas que arriesgan sus vidas colgándose detrás de los autobuses, actúan generalmente después de romper los focos y »acomodar» a su antojo el lugar para agarrarse.
Dentro de los ómnibus aglomerados –en ocasiones con hasta 160 pasajeros– han comenzado a proliferar peleas tumultuarias, con severas lesiones para los implicados e incluso los choferes.
Pero las agresiones más alarmantes para el gobierno son los apedreamientos de ómnibus que transitan por zonas de Centro Habana o barriadas como San Miguel del Padrón, aprovechando los cortes de electricidad y las deficiencias del alumbrado público.
Decenas de vehículos han quedado inmovilizados hasta por 60 días tras la rotura del parabrisas, cuya reposición cuesta unos $400.
La PNR está trabajando en coordinación con los comités de barrio –los llamados CDR– para identificar los potenciales vándalos en cada vecindario.
Según datos de los funcionarios del Transporte en La Habana, durante el pasado año el organismo compró 7,000 luces para los ómnibus, de las cuales apenas queda un 15 por ciento debido a las frecuentes roturas por actos vandálicos.

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