Un encuentro casual inició relación entre Felt y Woodward

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Woodward, en la redacción junto a Bernstein (izda.) en 1973.
A D E M Á S …
Dos años tras la exclusiva
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MADRID.- El ‘caso Watergate’ dio sus primeros y últimos pasos en la Casa Blanca. En una área de la sede presidencial se conocieron en 1970 Mark Felt y Bob Woodward, un encuentro casual que marcó el inicio de su amistad y la base informativa de la investigación que, cuatro años después, acabó con el mandato de Richard Nixon. El periodista relata hoy en The Washington Post cómo el oficial del FBI se convirtió en ‘Garganta Profunda’.
La revista ‘Vanity Fair’ ‘arrebató’ el pasado martes al diario la exclusiva de dar a conocer el nombre de la fuente que ayudó a los reporteros Woodward y Carl Bernstein a desvelar hace tres décadas el escandálo de espionaje en el que estaban implicadas las más altas instancias del Estado.
En 1970, Bob Woodward ejercía como mensajero la Armada estadounidense. Y parte de sus rutinas incluía trasladar documentos a la Casa Blanca. Una tarde se acercó al ala oeste de la sede presidencial resignado a soportar una larga espera ante el funcionario destinatario de sus mensajes. Mientras permanecía en una sala aguardando cumplir con su tarea, un ‘hombre perfectamente vestido, con chaqueta negra, camisa blanca y 25 y 30 años mayor que él’, se sentó junto a él. La primera impresión del futuro periodista fue la de tener en frente a una persona «serena, con aire de confianza y acostumbrada a dar órdenes y a que le obedezcan inmediatamente».
Después de unos minutos, rompió el silencio y se presentó: ‘Teniente Bob Woodward’. ‘ Mark Felt’, respondió su interlocutor. En aquella situación de espera, «como dos pasajeros de un vuelo obligados a pasar el tiempo», el joven militar relató su vida mientras que este alto cargo del FBI se mantenía más reservado, según recuerda el ahora veterano periodista en The Washington Post. Descubrieron puntos en común (ambos estudiaron leyes y trabajaron para un senador) y Woodward confesó a su ansiedad e incertidumbre ante el futuro, a punto de abandonar la Armada.
Un ‘mentor’ en el FBI
Esta confesión fue crucial en su amistad. Felt asumió un papel paternal respecto a Woodward y éste no dudó en recurrir a él en posteriores ocasiones para recibir algún consejo. Lo hizo el mes de agosto de ese mismo año. The Washington Post había accedido a darle una oportunidad a pesar de no tener experiencia y le puso a prueba dos semanas. No las superó y Harry Rosenfeld, el editor local, le sugirió que trabajase un tiempo en el rotativo Montgomery Sentinel.
El novato informador se lo contó a Felt y éste, con la delizadeza que le fue posible, le dijo que ‘estaba loco’. «Los periódicos nunca profundizan», le advirtió. «Puedes ayudarme con mis historias», le replicó Woodward’. Y así lo hizo. Mantuvieron contactos continuos por telefono, desde casa y desde la oficina, en los que Felt actuó como ‘mentor’, según cuenta el periodista.
En uno de los escasos encuentros personales que mantuvieron en el domicilio del oficial del FBI en Virginia, Felt confesó su admiración por su superior J. Edgar Hoover, ‘un muro que protege al departamento’, y su desconfianza hacia Nixon, al que llegó a calificar de ‘corrupto’ y ‘siniestro’. A juicio de Felt, el equipo del presidente era un grupo de ‘nazis’.
Mark Felt, ‘Garganta Profunda’, en la actualidad. (Foto: REUTERS)
En su artículo de hoy, el reconocido redactor recuerda cómo en 1970 un joven asesor de la Casa Blanca, Tom Charles Houston, planeó autorizar a la CIA, EL FBI y la inteligencia militar a ‘intensificar la vigilancia electrónica, abrir correos, entre otras medidas calificadas por el propio Houston de ‘claramente ilegal’. Para Woodward, Felt era un hombre «bajo presión» que perseguía «mantener la independencia y la integridad de su departamento».
En julio de 1971, Hoover promociona a su hombre de confianza y le coloca como ‘número tres’ en el FBI. Su ‘mano derecha’ de facto ya que el ‘número dos’ , Clyde Tolson, permaneció enfermo una larga temporada. Dos meses después, el novel periodista comienza su carrera en ‘The Washington Post’. Sobre las 9.45 de la mañana del 2 de mayo de 1972, Felt recibe una devastadora noticia: su superior J. Edgar Hoover ha muerto. Nixon designa como su sucesor a uno de sus fieles, L. Patrick Gray III.
Apenas dos semanas después, el candidato presidencial George C. Wallace es herido en un tiroteo en un centro comercial. Mark Felt, no Gray (que estaba de viaje), recibe la primera llamada de Nixon para que consiga más información sobre el presunto asesino, Arthur H. Bremer.
El 18 de mayo The Post publica en primera página: «Altos oficiales federales que han revisado la investigación del tiroteo de Wallace dicen que no hay pruebas independientes de que Bremer fuera un matón a sueldo. Woodward reconoce que este título era algo «descarado», aunque técnicamente pensaba en «proteger a su fuente». Tanto la Casa Blanca como el FBI, según el informador, querían que se difundiese que Bremer actuó solo.
Espionaje en el Watergate
El sábado 17 de junio, Felt recibe una llamada del supervisor de guardia informándole de que cinco hombres con traje, bolsillos llenos de billetes de 100 dólares, con dispostivos electrónicos y cámaras fotográficas habían sido detenidos a las 2.30 en la sede del Partido Demócrata en el edificio Watergate. A las 8.30 Woodward recibe una llamada editor para que cubriese un ‘insólito robo’.
En una información firmada junto a su compañero Carl Bernstein identifica a uno de los intrusos como miembro del comité de Nixon para su reelección. Con este caso entre las manos, Bob Woodward piensa en «el valor incalculable de tener una fuente o amigo» en el cargo de Felt. Le llama insistentemente y el ‘número dos’ del FBI se muestra muy nervioso y le confirma ‘off the record’ sus sospechas de que un alto cargo de la Casa Blanca, Howard Hunt, ex agente de la CIA, está implicado en el caso de espionaje.
A partir de ese momento los contactos entre ambos se realizan en condiciones de máxima seguridad. Las citas, de noche en un garaje en Rosslyn, deben fijarlas mediante señales: una maceta con un paño rojo que el periodista cambia de sitio o unas cortinas abiertas. Si es Felt el que tiene algo que trasmitirle tomaría su ejemplar de The New York Times de la puerta de su apartamento y dibujaría en la página 20 un círculo a modo de reloj señalando la hora, normalmente las 2.00 a.m. Para llegar al destino el periodista debía salir por la puerta de atrás de su edificio, atravesar el callejón y tomar varios taxis diferentes.
Ante esta historia tan «grave y compleja», asegura Woodward, que estalló en agosto de 1974 con la dimisión del republicano Nixon,»no había tiempo para preguntar los motivos que tenían las fuentes para hablar». ‘Garganta Profunda’, asegura, siempre le decía «lo debo hacer, es mi camino.

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