Contrabandistas de humanos refinan sus métodos

CURT ANDERSON
Associated Press
MIAMI – En lugar de refugiados en balsas frágiles y botes antiguos, las autoridades estadounidenses deben vérselas cada vez más con contrabandistas de inmigrantes, ávidos de ganancias, que usan botes veloces para llevar a cubanos, haitianos y hasta chinos a la costa de la Florida.
«Uno tiene mayores probabilidades de llegar a tierra en un bote veloz que en una balsa», dijo Cheryl Little, directora ejecutiva del Florida Immigrant Advocacy Center, una organización que promueve los derechos de los inmigrantes. «Sin duda, el contrabando humano está aumentando».
Y los contrabandistas saben evitar las zonas más patrulladas, tales como los Cayos de la Florida, y llevar sus cargamentos de personas, que han pagado entre 8.000 y 10.000 dólares cada una, a puntos más remotos de la costa.
«Buscan zonas menos pobladas», dijo Luis Díaz, vocero de la Guardia Costera.
El sur de la Florida es desde hace muchos años el destino preferido de los contrabandistas del Caribe y América Latina, desde los traficantes de alcohol durante los años de la Ley Seca hasta los narcotraficantes de la década de 1980. Refugiados cubanos, haitianos y de otros países son para los contrabandistas otros tantos recursos para ganar dinero, dicen las autoridades.
En los últimos meses, las autoridades de los distritos de Collier y Lee, en la costa suroccidental de la Florida, han incautado siete botes utilizados para el contrabando, algunos de los cuales llevaban barriles y combustibles y otras provisiones para el viaje desde Cuba. En la costa oriental por lo menos cuatro grupos de inmigrantes han desembarcado en los últimos tres meses al norte de Palm Beach; entre ellos había algunos chinos.
En un caso típico, 15 migrantes cubanos, entre ellos cuatro niños, llegaron en una embarcación improvisada a una isla de las Bahamas, donde los esperaban los contrabandistas con un bote con dos motores fuera de borda capaz de alcanzar velocidades de 35 nudos. Aunque ese grupo fue atrapado en octubre del 2004, es probable que muchos más burlen la vigilancia.
Robert Woods, agente a cargo de inmigración y aduanas en Miami, dijo que los botes «rápidos» son sólo parte de las empresas delictivas que transportan personas al sur de la Florida. Investigaciones de la agencia han conducido a 75 condenas de esas organizaciones en los últimos dos años.
«Hay muchas confabulaciones en marcha y para eso se necesita una red con mucha gente», dijo Woods. «El piloto del bote es la clave para llegar a los demás integrantes de la organización. Perseguimos a la organización íntegra».
Woods dijo que desde los ataques terroristas del 11 de septiembre del 2001, las autoridades federales temen que al-Qaida trate de usar a esos grupos de contrabandistas para introducir agentes en el país. Hasta la fecha no existen pruebas de semejante conexión, admitió.
Pero la gente llega de todas partes del mundo. Los chinos pueden volar de Pekín a La Habana vía Moscú y llegar en bote a Estados Unidos, dijo Woods. Ultimamente fueron detenidos decenas de ucranianos que intentaban llegar al sur de la Florida desde la República Dominicana.
La Guardia Costera detiene entre seis y ocho grupos de contrabandistas e inmigrantes por mes, muchos de ellos reincidentes. La pena mínima para un contrabandista sorprendido con más de 10 inmigrantes es de tres años de cárcel, dijeron fiscales federales.
Hasta el miércoles pasado, la Guardia Costera había interceptado este año a 5.700 inmigrantes que intentaban llegar por mar. De éstos, unos 1,300 eran cubanos, 1.300 haitianos y el resto dominicanos, mexicanos, ecuatorianos y chinos.
Los indocumentados interceptados en el mar generalmente son devueltos a sus países. Exceptuando a los cubanos, los inmigrantes que llegan a tierra son liberados bajo fianza o detenidos hasta determinar si pueden quedarse. Los cubanos que llegan a la costa generalmente pueden quedarse, bajo leyes aprobadas para socavar al gobierno de Fidel Castro.
Más allá de las cuestiones legales, están los problemas de seguridad personal. Aunque no existen cifras fidedignas, oficiales del servicio de guardacostas dicen que muchos inmigrantes mueren en el mar, en botes de los contrabandistas que carecen de todo dispositivo de seguridad.
«Los mares agitados se llevan muchas vidas. A veces es imposible saber cuántas», dijo Díaz.
Para combatir el contrabando, las autoridades federales están formando grupos de tareas con las policías estatales y municipales para seguir pistas delatoras, tales como un bote que lleva demasiado combustible para una simple excursión de pesca.
Pero habiendo miles de cubanos, haitianos y otros en el país ansiosos por traer a sus familiares y allegados, los que tengan los fondos probablemente seguirán corriendo el riesgo de contratar a contrabandistas ávidos de aceptar el dinero y hacerse a la mar.
«A medida que la Guardia Costera incrementa sus operaciones de intercepción de naves que tratan de llegar a las costas de Estados Unidos, no nos sorprende el aumento del contrabando humano. La gente es muy vulnerable a la explotación», dijo Little.

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