Bolivia retorna a la normalidad

Después de 25 días de graves protestas que sumieron al país en el caos y obligaron al cambio de Gobierno, Bolivia ha comenzado a volver paulatinamente a la normalidad con la apertura de la mayoría de la carreteras principales y el reabastecimiento de combustibles.
La distribución de hidrocarburos se reanudó desde las primeras horas del sábado inicialmente en la ciudad de El Alto, vecina de La Paz, y se espera el reabastecimiento de combustibles.
Las pocas garrafas de gas de 20 kilos que se conseguían en el mercado negro en los últimos días subieron de 23 bolivianos (3 dólares) a más de 100 bolivianos (12 dólares).
En las ferias y supermercados, los comestibles eran aún escasos y sus precios presentaban fuertes incrementos. Se espera la llegada de alimentos procedentes de las zonas aledañas a La Paz.
Jornadas de protestas
Las jornadas de protestas se centraron en la nacionalización de la industria de hidrocarburos, la convocatoria a una asamblea constituyente y la renuncia del presidente Carlos Mesa.
El nuevo presidente Eduardo Rodríguez, que asumió el jueves tras la renuncia de Mesa, se prepara para iniciar un diálogo con los dirigentes vecinales y sindicales de El Alto, epicentro de las protestas que pusieron en riesgo el sistema democrático.
Los caudillos alteños decidieron el viernes no levantar sus medidas de presión, como hicieron otros sectores populares, pero durante la madrugada de hoy la población empezó a permitir el paso de vehículos.
Se vuelve a circular
El tránsito volvía a normalizarse entre La Paz y El Alto, mientras cuadrillas de obreros rellenaban las zanjas cavadas durante las protestas en autopistas, avenidas y calles y retiraban las últimas barricadas. El comercio, la industria y la banca volvían a la actividad.
El viernes también dejaron La Paz miles de mineros y campesinos llegados de otras regiones que paralizaron a diario el centro capitalino con marchas multitudinarias y estremecieron sus calles con la profusa detonación de dinamita.
Rodríguez, dispuesto a escuchar
Rodríguez ha señalado que está dispuesto a escuchar las demandas populares e incluso la exigencia del oriente-sur del país de realizar un referéndum para la creación de gobiernos autónomos bajo el modelo español, y a convocar elecciones presidenciales en alrededor de 150 días.
El Alto, las representaciones campesinas y especialmente el dirigente cocalero y líder principal de las protestas, diputado Evo Morales, exigen que los comicios sean también legislativos, para renovar todo el congreso bicameral.
Sin embargo, muchos parlamentarios se oponen a esa posibilidad, pues su mandato, como el de Mesa, debería concluir en agosto de 2007.
Rodríguez llegó a la presidencia en su calidad de presidente de la Corte Suprema de Justicia y tras la declinación, ante la renuncia de Mesa, de los presidentes del Senado y de los diputados, primero y segundo en la línea de sucesión constitucional.
Las principales demandas siguen ahí
Si bien la tregua ha vuelto al país, las principales demandas de los grupos que protagonizaron las protestas, especialmente la nacionalización de los hidrocarburos y la expulsión de las transnacionales petroleras, permanecen en mesa.
El presidente Rodríguez dijo que ese tema ‘deberá ser analizado por el congreso’, posiblemente cuando vuelva a sesionar el martes.
Los legisladores también han dejado pendiente el tratamiento de una ley que fijará la fecha para la elección de constituyentes y para otra consulta ciudadana sobre autonomías regionales que demandan algunas regiones.
Cuando Bolivia valía un Potosí
Bolivia, un país andino pegado al Pacífico pero sin salida al mar, ofrece duras condiciones naturales y severa pobreza. Siempre ha sido así lo primero, pero no lo segundo. Parte de los mineros concentrados en la ciudad de Sucre para reclamar nuevas elecciones proceden de la ciudad de Potosí, estrechamente ligada a los españoles. El dicho “vale un potosí” para significar el alto precio o la mucha riqueza, procede de los filones de plata que explotó España en el cerro de Potosí entre los siglos XVI y XVIII.
A 4.500 m. de altitud se encontraban las minas más productivas del mundo de ese metal precioso, sostén económico de la metrópoli hispana. Las vetas de plata, casi agotadas, han dado paso a las de estaño, arsénico y zinc en duras condiciones laborales: los mineros se pagan de su bolsillo detonadores, dinamita, lámparas y carretillas para extraer mineral que venden a la empresa concesionaria, obteniendo en el mejor de los casos 300 euros mensuales por trabajar doce horas diarias.

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