Sentenciado hombre que estafó a cubanos exiliados

WILFREDO CANCIO ISLA
El Nuevo Herald
El audaz estafador que prometió recuperar $38,000 millones de los fondos depositados por Fidel Castro en bancos suizos y esquilmó a empresarios y abogados convencidos de que trataban con un agente de la CIA, dijo ayer que reconocía »de todo corazón» los errores cometidos pero no pudo salvarse de una sentencia de nueve años de cárcel.
Roberto Martín, de 35 años, fue condenado el viernes por su culpabilidad en fraude postal, conspiración, uso de armas de fuego y suplantación de personalidad de un agente federal, y deberá además retribuir $774,625 por sus atracos.
»No soy el monstruo que ha estafado al exilio y a los anticastristas», afirmó Martín ante la jueza federal Ursula Ungaro-Benages en la corte federal de Miami. «Por mis actos y declaraciones he pagado un precio muy alto, hace diez años no sé de mis hijos a quienes les han quitado mis apellidos en Cuba, y he recibido diferentes amenazas».
El acusado insistió en su otrora pertenencia a los servicios de inteligencia de Cuba, y dijo que tras llegar a Miami trabajó directamente con el FBI.
Pero Ungaro-Benages aplicó la máxima sentencia posible en el caso, tomando en cuenta los antecedentes delictivos del acusado y los agravantes de su conducta impostora invocados por el fiscal Christopher Clark.
»Cuando una persona comete fraude, su credibilidad se desmorona», aseveró la jueza. «Su comportamiento no deja margen para indulgencias».
Martín fue inmediatamente esposado y conducido al arresto por los alguaciles. Su abogado, Tony Natale, señaló que apelaría de inmediato la decisión.
La historia delictiva de Martín se remonta a 1996, cuando se declaró culpable por estafar $20,000 a exiliados cubanos que buscaban traer a familiares de la isla.
Pero sus grandes golpes fraudulentos comenzaron a fraguarse en el 2002, incorporando una falsa identidad de agente de la CIA que mantenía contactos con altos funcionarios federales, legisladores e inversionistas, e incluso era invitado a la Casa Blanca.
Ayudado por otro impostor llamado Christopher Johnson, quien se hacía pasar por agente del Servicio Secreto, Martín logró convencer a un grupo de exiliados que él podía recuperar los millones de dólares depositados por Castro en bancos suizos como resultado de narcotráfico.
Martín se atribuía misiones en representación de la inteligencia cubana para depositar en Suiza fondos que la entonces Unión Soviética entregaba a favor de Castro.
Según contaba, el traslado del dinero desde Suiza contaba con la anuencia del gobierno estadounidense y tenía cobertura de la CIA, pero necesitaba un financiamiento inicial de sus compatriotas exiliados.
Para sus operaciones, Martín recabó los servicios de Christopher Rundle, ex esposo de la fiscal estatal Katherine Fernández Rundle como abogado principal de negocios.
Antes de romper con su cliente, a finales del 2003, Rundle lo puso en contacto con asesores financieros e inversionistas que crearon una veintena de fideicomisos donde se depositaría el dinero recuperado.
El promotor musical Recaredo Gutiérrez, quien ahora cumple contratos en el Hotel Sahara de Las Vegas, fue uno de los inversionistas estafados que compareció ayer ante el tribunal.
»Martín me dijo que durante el gobierno de Bill Clinton [1992-2000] querían devolverle ese dinero a Castro, pero que ahora con el gobierno de [George W.] Bush sí tenía la confianza de recuperar todos los fondos que estaban en Suiza», relató el empresario, a quien el estafador había prometido gratificar con unos $6,300 millones.
De las retribuciones ordenadas por la jueza a Martín, $180,000 serán para Gutiérrez, $384,375 para Juan René Caro y $210,000 para el abogado Paul Berman, quien realizó toda la documentación de los fideicomisos y sólo recibió un cheque falso del acusado.
En la audiencia de ayer también compareció el ex agente secreto Craig Nowicki, quien reveló que Martín propuso a su colega de conspiración, Johnson, eliminar físicamente a un banquero de la firma Salomon Smith Barney a cambio de $25,000.
»Martín pensaba que Brian George tenía crecientes sospechas sobre sus actividades financieras y podía comunicarlo a las autoridades», dijo el testigo.
Pero para octubre del 2003, Johnson ya estaba cooperando con las autoridades y pudo grabar esa conversación.
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