JOHN OTIS / Houston Chronicle
COLOMBIA
Como prueba de que la guerra contra las drogas en América Latina, respaldada por Estados Unidos, está dando frutos, el gobierno del presidente George W. Bush asegura que la producción de cocaína ha descendido en casi un 30 por ciento a lo largo de los últimos tres años.
Sin embargo, algunos funcionarios antinarcóticos y analistas del narcotráfico consideran que esos pronunciamientos son engañosos.
Un equipo especial del gobierno estadounidense estimó que los carteles produjeron el año pasado más del doble de cocaína que alegó la Casa Blanca. Un informe de Naciones Unidas, divulgado la semana pasada, sostuvo que la producción de cocaína, de hecho, está creciendo.
El debate acerca de las cifras del narcotráfico tiene importancia porque el Congreso estadounidense usa las estadísticas de la Casa Blanca para medir la mejor forma de invertir casi $1,000 millones al año en programas contra las drogas en América Latina.
Confundidos por los contradictorios datos, dos legisladores republicanos ya le pidieron a la Oficina General de Auditoría (GAO), el brazo investigador del Congreso, que evalúe las estrategias antinarcóticos del gobierno de Bush y que revise el estimado sobre producción de cocaína.
»Necesitamos la información más creíble, en la medida de lo posible, si es que vamos a seguir apoyando» los esfuerzos actuales contra las drogas en América Latina, dijo David Marin, uno de los portavoces del Comité de Reforma Gubernamental de la Cámara de Representantes.
Prácticamente, la totalidad de la producción mundial de cocaína procede de Colombia, Perú y Bolivia. Buena parte de la droga que llega a Estados Unidos pasa por México.
En marzo, la oficina de estrategia nacional para el control de drogas de la Casa Blanca anunció que la producción de cocaína en las tres naciones andinas totalizó el año pasado 640 toneladas métricas, lo cual constituye una reducción con respecto a las 900 toneladas métricas registradas en el 2001.
Al promover estas cifras en una reciente audiencia del Congreso estadounidense sobre Colombia — que suministra el 90 por ciento de la cocaína vendida en Estados Unidos — John Walters, director de la mencionada oficina, dijo: «Avanzamos en la dirección correcta, y estamos ganando».
Sin embargo, las cifras de la Casa Blanca contradicen otros conteos y muchos consideran que se trata de una curiosa fórmula matemática.
Según el Departamento de Estado, fuerzas de seguridad de Estados Unidos y países latinoamericanos decomisaron la histórica cantidad de 373 toneladas métricas de cocaína en el 2004. La oficina de Walters afirma que el consumo anual de dicha droga, tan sólo en Estados Unidos, asciende a 300 toneladas métricas. Tomadas en conjunto, las dos cifras superan el estimado de la Casa Blanca sobre el total producido el año pasado.
Al hablar bajo la condición de mantener su anonimato por razones de seguridad, un funcionario estadounidense familiarizado con operaciones antidrogas insistió en que América Latina «fácilmente podría estar produciendo mucho más de 800 toneladas métricas de cocaína al año».
La Fuerza Conjunta de Equipos Interdependientesdel Sur, con base en Florida, la cual abarca a oficiales de la Fuerza Aérea, el Servicio Guardacostas y la Agencia Contra las Drogas (DEA), estimó que esa cifra era incluso mayor. Dicha fuerza, que ha decomisado enormes cargamentos de cocaína en alta mar, estimó la producción del 2004 en 1,390 toneladas.
No obstante, David Murray, asesor especial de Walters, el zar antinarcóticos, defendió vigorosamente las cifras de la Casa Blanca.
Murray insistió en que los esfuerzos antinarcóticos con respaldo estadounidense, como el programa de erradicación de cultivos, están funcionando. Pero destacó que pasará cierto tiempo antes que las reservas de cocaína se vean afectadas.
»Existe una enorme cantidad de cocaína en esa corriente, pero es producción de años previos», aseguró.
Al igual que los estimados de la Casa Blanca, sondeos de Naciones Unidas informaron de una tendencia descendente en la producción de cocaína en cada año entre el 2001 y el 2003.
Sin embargo, el estimado que proporcionó Naciones Unidas la semana pasada asentaba que los carteles habían producido 670 toneladas métricas en el 2004, en comparación con las 655 toneladas del año previo.
»La tendencia en la región andina no ha sido buena», comentó Sandro Calvani, quien encabeza la oficina colombiana del departamento de Naciones Unidas sobre drogas y delitos.
Para muchos expertos, las cifras más reveladoras vienen de las calles de Estados Unidos.
Al erradicar cultivos y decomisar embarques, los funcionarios apuntan a crear una escasez que provoque un aumento de precios, reduzca la pureza y convenza a los estadounidenses de que deben consumir drogas.
Desde mediados del 2003, Walters ha estado pronosticando una inminente reducción de las reservas de cocaína en Estados Unidos y, por ende, un aumento de precio.
Pero una »evaluación de la amenaza de las drogas», llevada a cabo por el Departamento de Justicia, indicaba que la disponibilidad de cocaína potente y barata iba en aumento en Estados Unidos.
Un reciente informe de la Oficina de Washington sobre América Latina, un centro de análisis de tendencia liberal, advertía que cualquier resultado podría fallar por un margen de 25 por ciento o más.
Sin embargo, algunos detractores notan que el gobierno de Bush ha presentado sus estimados del 2004 como evidencia irrefutable de que su estrategia antinarcóticos en América Latina ha puesto a correr a los narcotraficantes.
El citado equipo especial se negó a discutir la metodología detrás de su estimado. Sin embargo, Adam Isacson, analista en el Centro de Política Internacional que se reunió con los miembros del equipo este año, dijo que sus integrantes »descartaban» alegatos de la Casa Blanca en cuanto a que la producción de cocaína está bajando.
Según Murray, perteneciente a la oficina de Walters, el equipo especial probablemente fundamentó su estimado en la cantidad de cocaína confiscada en el 2004. Sin embargo, si bien enormes decomisos podrían indicar que se está produciendo más cocaína, eso también podría significar que las autoridades están llevando a cabo un mejor trabajo en la confiscación de la droga.
Peter Reuter, director del Centro de Estrategia sobre Drogas de la Corporación Rand, piensa que los números del equipo especial son demasiado elevados. Pero considerando la demanda mundial y el número de los decomisos, Reuter dijo que los estimados de la Casa Blanca con respecto a la cocaína en los últimos tres años han sido «inadmisiblemente bajos».
Las cifras de la Casa Blanca son compiladas por la Agencia Central de Inteligencia (CIA), la cual examina imágenes satelitales a partir de una muestra de campos cocaleros en América Latina. Luego de calcular las hectáreas totales, los analistas toman en cuenta el clima, las técnicas de producción y otros factores para llegar al estimado de cocaína.
No obstante, las nubes, la expansión de la cosecha hacia nuevas regiones e incluso el número de analistas disponibles en Washington para escrutar imágenes satelitales pueden oscurecer la verdadera imagen sobre el terreno, destacó el funcionario estadounidense que está familiarizado con operaciones antinarcóticos.
Asimismo, algunos funcionarios latinoamericanos tienen sus propias dudas. Del 2003 al 2004, por ejemplo, los números de la CIA muestran que la cosecha de coca del Perú se redujo en 13 por ciento. Sin embargo, el jefe antinarcóticos de Perú, Nils Ericcson, alega que el número de hectáreas dedicadas a la coca creció en 36 por ciento.
En un cable del 2002, la embajada de Estados Unidos en Bogotá se quejó de que los estimados de la CIA estaban «muy lejos de ser precisos y eran el resultado aparente de años de crónicos estimados inferiores a la cantidad de coca que se está cultivando en Colombia».
De hecho, nueva información llevó a la CIA en el 2001 a casi triplicar su estimado original sobre la producción de coca durante los últimos años de la década de 1990.
La producción de cocaína en América Latina está descendiendo, aseguró el funcionario estadounidense, pero las cifras en general aún son un enigma.
»Es como escalar una montaña sin saber cuál es su altura», concluyó.