La historia de la salida de Emilio Vence, director del DAS en Atlántico, está ligada a montajes con los que quería granjearse un reconocimiento presidencial.
Los primeros días del mes de junio fueron especialmente agitados para varios funcionarios de la gobernación del Atlántico, encargados de preparar el agasajo de los 100 años de la creación del departamento. El gobernador, Carlos Rodado Noriega, había dado instrucciones para que los invitados de Bogotá, incluido el presidente de la República, Álvaro Uribe Vélez, se sintieran a gusto en Barranquilla y en el municipio de Puerto Colombia, escogido para la celebración.
El personal de seguridad de Palacio montó su esquema de trabajo y lo compartió con el DAS, el CTI, el Ejército y la Policía, para que la estancia del primer mandatario en esa ciudad no tuviera sobresaltos, ya que allí Uribe sufrió un serio atentado con un carrobomba el 14 de abril de 2002.
En la tarde del 15 de junio, Uribe llegó con su comitiva al aeropuerto Ernesto Cortissoz de Barranquilla, pero no se movió de allí. Los hombres encargados de la protección del mandatario recibieron una información según la cual miembros del DAS en esa ciudad descubrieron un plan para atentar contra Uribe.
El director regional de ese organismo, Emilio Vence Zabaleta, curtido en asuntos investigativos, quien llevaba varios años en la institución, aseguró que hombres a su servicio hallaron, en una vivienda abandonada de Puerto Colombia, varios kilos del explosivo anfo, pólvora negra y tubos plásticos listos para detonar cuando pasara por allí la delegación presidencial. No hubo capturados, pero la información prendió las alarmas dentro del cuerpo de seguridad de Palacio.
Mientras se evaluaba la información, Uribe aprovechó el tiempo para hacer contactos políticos de alto nivel, pues la reforma pensional, que por esos días daba sus últimos pasos en el Congreso, estaba a punto de naufragar.
Al cabo de una hora, el equipo de seguridad recomendó que lo mejor era abandonar la ciudad porque, si bien el supuesto atentado se había desarticulado, no había muchas garantías para continuar con la programación.
Visos de montaje
Uribe regresó a Bogotá, movió sus cuadros políticos, salvó la reforma y el incidente de Barranquilla ni siquiera trascendió a los medios locales.
De manera sorpresiva, el viernes 1o de julio Vence Zabaleta recibió una notificación del director del DAS, Jorge Aurelio Noguera, en la que lo declaraba insubsistente. La noticia tomó por sorpresa a sus subalternos, quienes lo veían como uno de los funcionarios más cercanos a la cúpula de la institución en Bogotá.
Pero había razones para relevarlo. Días atrás, al despacho de un fiscal encargado de investigar el supuesto atentado contra el mandatario, llegó un informante quien, algo nervioso, confesó que había sido el encargado de plantar los explosivos en la casa de Puerto Colombia. El joven aseguró que todo era parte de un montaje orquestado por el mismo Emilio Vence Zabaleta, quien, según él, necesitaba ganar algunos puntos con sus superiores y con el presidente Uribe.
» Me aburrí de este trabajo porque estaban deteniendo a gente inocente. » Informante
El joven, cuyo nombre es protegido con celo por la Fiscalía, relató la manera detallada como se realizó el montaje y aseguró que no era la primera vez que lo hacía. «Con el de Puerto Colombia son tres los falsos atentados organizados por el director seccional del DAS -dijo-. Yo me aburrí de este trabajo porque estaban deteniendo gente inocente y creí conveniente señalar al verdadero responsable».
El fiscal escuchó con atención al informante, quien recordó otro frustrado atentado contra el Presidente en septiembre pasado. Dijo que en esa oportunidad utilizaron a Alfonso Zambrano Puello, un indigente de Barranquilla, a quien le instalaron a hurtadillas un explosivo en su carretilla para después señalarlo como artífice del frustrado plan. «Ese señor es inocente. Sé que está procesado por terrorismo, pero todo eso fue parte de una estrategia de Vence para ganar puntos con sus jefes», remató el informante en su declaración.
Luego de esta confesión, el funcionario judicial vinculó a Vence Zabaleta a una investigación penal bajo los cargos de concierto para delinquir y terrorismo, e informó sobre estos hallazgos a las directivas del DAS en Bogotá, que no dudaron en retirarlo del cargo.
Pero no sólo este hecho ha empañado la imagen del organismo investigador durante este año. En enero pasado fueron retirados del cargo, y posteriormente capturados, el jefe de informática del organismo, Rafael García Torres, y su asistente Ariel Garzón, en medio de una investigación sobre maniobras delictivas para borrar antecedentes penales de varios extraditables. García era considerado como uno de los colaboradores de mayor confianza para el director de la entidad, Jorge Aurelio Noguera.
El hecho que se revela ahora no es de poca monta, pues al mismo tiempo que se pide a la Fuerza Pública y a los organismos de seguridad asestar duros golpes contra el terrorismo, algunos funcionarios se aprovechan de la situación para mostrar falsos resultados y de paso engañar al país con maniobras poco santas.
Al cierre de esta edición la Fiscalía no había dictado ninguna medida en su contra.
Becas para la familia
Emilio Vence Zabaleta no sólo está investigado penalmente por su participación en operativos falsos contra terroristas en Barranquilla. Sobre él pesan otras dos procesos por irregularidades en su gestión como director seccional. CAMBIO conoció que el DAS fue beneficiario de varias becas de una universidad pública del Atlántico para que funcionarios de bajo rango accedieran a carreras de pregrado. No obstante, los cupos fueron utilizados por los hijos y sobrinos de Vence Zabaleta.
Otra investigación indica que los hijos del ex director seccional, eran los principales beneficiarios del cupo para el tanqueo de gasolina a los que podían acceder sólo los funcionarios de la entidad. Las autoridades judiciales identificaron que por ese camino se dilapidó una gruesa suma de dinero.
Tampoco es la primera vez que Emilio Vence se ve en problemas. En el segundo semestre de 1999 fue separado del cargo de director seccional del DAS en Sucre, al ser vinculado a varios procesos sobre violación de derechos humanos. Cuatro años después, el mismo Jorge Aurelio Noguera lo reenganchó en la institución y lo nombró como director seccional en el Atlántico.