Uno de los terroristas era "mal vecino"

ROBERTO BÉCARES (enviado especial de elmundo.es)
Lindsey Jamail. (Foto: Daily Mail)
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AYLESBURY.- Para sus vecinos de Aylesbury, en Buckinghamshire, ciudad dormitorio de Londres, no era ni siquiera musulmán. Vestía pantalones vaqueros y camisas «como un chico de aquí», dicen, le encantaba escuchar música hip-hop en su casa y en el coche, un Fiat Bravo, y salir a pasear con su mujer Samantha y su hijo de ocho meses.
Pero Lindsey Jamail, jamaicano que rozaba la treintena y que se había convertido al Islam hace cuatro años, tenía una doble vida. El 7-J fue el encargado, según las investigaciones, de activar la bomba en Picadilly Line, la que causó el mayor número de víctimas, 26. «No sabía que era musulmán hasta que le vi en la televisión. Todo esto es un shock. Era un tío raro. Le gustaba salir por la noche y dormir durante el día. Por la tarde, le veías paseando a su hija pequeña», recuerda Gareth Newman, su vecino de enfrente.
Pocos en el barrio conocían bien a la pareja, que se había mudado allí, un barrio de casas pequeñas con un minúsculo jardín, hacía unos seis meses. Casi todos destacan la particularidad de Samantha, la única musulmana blanca de la zona. «Ella era muy amable. Siempre vestía largas ropas musulmanas y saludaba con ‘Shalamalekon’. A él lo llevé varias veces en el taxi y desde luego que ni se comportaba ni vestía como un musulmán. Apenas hablabamos, sólo hola y adios», recuerda Johnattan, un taxista de Aylsbury.
La casa alquilada de la pareja, de ladrillo rojo y situada en Northern Road, muy cerca de la salida por carretera hacia Luton, donde supuestamente Jamal se encontro con al menos otros tres terroristas antes de partir hacia King’s Cross el día de los ataques, seguía el viernes siendo investigada por la policía. «El miércoles por la tarde vinieron como unos 200 policías. Entraron en todas las casas. Siendo sinceros, tuvimos miedo», asegura Garreth, que días después, cuando vio las noticias en la televisión, se acordó de esos viajes que Jamal hacía y «que duraban entre diez días y dos semanas». «A veces entraba a su casa un amigo negro como él», apunta.
Según publica ‘The Times’, algunos testigos habrían visto en Leeds a Jermal, como le gustaba que le llamaran, con los otros presuntos terroristas de la ciudad y habría vivido temporalmente en una casa de esta ciudad del centro de Inglaterra, que ahora registra la policía.
Domicilio de Lindsey Jamail en Aylesbury. (Foto: Roberto Bécares)
De acuerdo a este diario, que cita a fuentes policiales, Jamal habría conocido a estos jovenes junto a los que llevó a cabo el plan perverso en una ‘madrassa’ -escuela islámica- en Pakistán y tendría algún tipo de vínculo con el químico egipcio detenido en El Cairo. ‘The Guardian’ senala además que el terroristas de King’s Cross habría visitado América en varias ocasiones en los últimos años.
Pese a que la familia vivía hace tiempo en Aylsbury -antes de mudarse a Northern Road, vivieron en la urbanizacion The Coppice dos anos y medio-, apenas habían tomado contacto con la comunidad musulmana de la zona, de unos 5.000 miembros dentro de una ciudad de 55.000 habitantes. A ella, sin embargo, era frecuente verla en la mezquita del centro de la localidad, según explican los vecinos de la zona.
Su mujer había vivido la mayor parte de su vida en Leeds, concretamente en la casa de sus padres en Walton Court, donde el Ayuntamiento alquila viviendas a la población con menos recursos. Se convirtió al Islam hace unos cuatro anos, según explican residentes del lugar, donde hay una importante mezcla de diferentes comunidades. «La solía ver por el supermercado del barrio comprando. La última vez, hace poco, por cierto. Visitaba mucho a sus padres. Su marido solía ir con ella. Nadie se lo esperaba. Parecían una familia muy normal», afirma Susan, vecina de Walton Court.
Aseguran los que conocían a Jamail que era un apasoniado de la lucha libre y que solía ir al gimnasio frecuentemente. «Yo estaba un poco harto de él. No sólo por la música alta por la noche, sino porque solía dejar su coche enfrente de mi garaje… varias veces tuve ganas de decirle algo, pero, la verdad, me daba un poco de miedo. Estaba muy fuerte. Yo creo que montaba», asegura un vecino, que no quiere dar su nombre y que recuerda a Jamal con ropas caras, «siempre a la moda».
Ninguno de sus vecinos decía conocer a que se dedicaba. Los medios británicos especulan desde que era constructor a tapicero. Si hay una cosa clara, ésa es la reacción general del barrio. «Esta gente no son buenos musulmanes. Lo que hicieron no tiene nombre, fue algo lamentable. La comunidad musulmana de esta ciudad se arrepiente de lo que han hecho y pide perdón».

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