Con pruebas de ADN identifican a fallecidos por incendio en México

RAQUEL QUÍLEZ (Enviada especial de elmundo.es)
Familiares de las víctimas en el incendio del Alto Tajo, a su llegada al hotel AC de Guadalajara. (Foto: EFE)
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GUADALAJARA.- La identidad de los fallecidos en el incendio de Guadalajara se empezará a conocer en las próximas horas, según fuentes del tanatorio de Nuestra Señora de la Antigua (Guadalajara). La labor intensa de los forenses de la Guardia Civil -que trabajaron anoche hasta las 4 de la madrugada- ha hecho que se avance enormemente en el proceso.
Las primeras previsiones de la juez habían cifrado en al menos 36 horas -hasta el amanecer del miércoles- el proceso de identificación, ya que es necesario practicar las pruebas de ADN, para tener plenas garantías.
La rapidez de los forenses podrá acabar con la incertidumbre de los familiares, que ayer lloraban sin la certeza absoluta de que su familiar, amigo o vecino es uno de los 11 integrantes del retén de Cogolludo que perdieron la vida el domingo.
Fuentes del tanatorio han confirmado que los cuerpos se encontraban en muy mal estado, totalmente carbonizados.
Debido a que se esperaban muchas horas de incertidumbre se pidió a los familiares directos, que durante todo el día habían permanecido en el hotel AC bajo la atención de un equipo de psicólogos, que se marcharan a sus casas hasta que se termine con la identificación.
Mientras ellos estaban en el hotel pasando una situación de «estrés agudo», según ha explicado un portavoz del Samur, otros familiares y amigos de los desaparecidos se dejaron caer por el tanatorio.
Es el caso de Octavio, un amigo de Luis Solano Montesinos, un joven de 34 años natural de Guadalajara que durante el verano trabajaba como agente forestal. Su novia, con la que empezó a salir hace dos meses, también estaba allí.
Octavio prefiere no entrar en el recinto, que abarrotan amigos de los desaparecidos y periodistas. Está solo, sentado en un banco. Mira al suelo e intenta contener las lágrimas. «Era un tío muy reservado», dice. Luis y Octavio se conocieron de pequeños en el colegio Duque del Infantado de Guadalajara, se hicieron muy amigos e incluso veranearon juntos en alguna ocasión en Villarcayo, el pueblo de Octavio en Burgos.
Luis era un apasionado de la fotografía. En verano trabajaba en el retén y, con el dinero que sacaba, se dedicaba a viajar durante el año para captar instantáneas que luego exponía. Su último destino fue Marruecos. Octavio cuenta que a la familia de Luis no le gustaba que trabajase en los incendios. En alguna ocasión su amigo ya se había llevado «algún susto» y ellos no querían que subiera al monte.
La soledad de Octavio contrasta con la incredulidad compartida de un grupo de jóvenes de unos 25 años. Son amigos de Manolo Mantela, un chico de 23 años de Marchamalo, una localidad situada a tres kilómetros de Guadalajara. Acababan de llegar de sus vacaciones en Gandía y se han enterado de que su amigo, que trabajaba como voluntario en la extinción de incendios durante los veranos desde 2001, estaba entre los desaparecidos. No pueden creer que haya muerto.
Dos amigos de los fallecidos muestran su dolor en el tanatorio de Guadalajara. (Foto: EFE)
También se acercaron al tanatorio muchos vecinos de Jadraque, ya que dos de sus vecinos están entre los desaparecidos. Uno de ellos es Jesús Ángel Juberías, un hombre de 43 años, casado y con dos hijos pequeños. Era conductor y trabajaba en esto de forma estable, con cuatro años de experiencia en retenes. Se incorporó a las labores de extinción del fuego de Riba de Saelices el domingo a las tres de la tarde, cuando se requirieron más efectivos, a pesar de que libraba y estaba lesionado en el pie.
El otro desaparecido vecino de Jadraque es Jorge Martínez Villaverde, un joven de 26 años, hijo único. Estaba soltero pero tenía novia. Justo este año había terminado su carrera de INEF. A pesar de estudiar en Madrid, todos los fines de semana volvía a casa para ver a su novia y para jugar al fútbol en el equipo del pueblo. También libraba el día del incendio, pero subió a ayudar cuando las llamas se extendieron más de lo previsto.
Entre los 11 fallecidos, dos personas procedían de Jadraque y el resto, de Guadalajara, de Marchamalo, de Cogolludo, de Cifuentes, de Humanes, de Arbancón, de Cabanillas del Campo y Madrid. La mayoría son pueblos pequeños donde todos los vecinos se conocen. Por eso el dolor es compartido.
El desaparecio de Cogolludo, al que buscaba su vecina, es Julio Ramos. Tenía 28 años, era hijo de un guardia civil retirado y toda su familia reside en el pueblo, según ha indicado el alcalde, Emilio Terrero. Llevaba siete u ocho años dedicado a la conservación del medio ambiente.
Respecto al fallecido de Cifuentes, se trata de Pedro Almansilla, según han indicado fuentes del Ayuntamiento de esa localidad. Era funcionario de la Consejería de Agricultura de Castilla-La Mancha, según ha confirmado este departamento, tenía 53 años, estaba casado, tenía dos hijas y nietos. Además, llevaba muchos años realizando labores forestales. Vivía en Cifuentes pero había nacido en Cuenca.
José Ignacio, uno de los amigos de Pedro Almansilla, explicó a elmundo.es en el tanatorio que el día del incendio discutió con sus hijas porque decidió acudir a las labores de extinción a pesar de que no estaba de guardia. «Decía que era su obligación. Ha muerto porque era muy buena persona», ha dicho visiblemente afectado antes de recordar que era un «amante de la naturaleza» y que «le apasionaba su trabajo».
Antonio, un vecino de Pedro Almansilla, ha contado cómo hace un par de días había estado hablando con él en la puerta de su casa del grave peligro de incendios que había este año por la sequía. Antonio también recuerda cómo Pedro se quejaba en aquella conversación de la falta de experiencia de algunos de los chicos jóvenes que se contratan últimamente para estas labores.
Compartían charlas como estas todas las noches. «Ya nunca volverá», dice afectado Antonio. También quedará pendiente la fiesta que habían planeado para celebrar que había puesto puertas nuevas en su casa de pueblo de Cuenca.
Alberto Semillán es el desaparecido de Arbancón. Estaba casado, tenía alrededor de 40 años y dos niños pequeños. Era guarda forestal, una profesión en la que empezó desde joven y que aprendió de su padre, ya jubilado. Uno de sus amigos contó a elmundo.es en el tanatorio que «le encantaba la naturaleza» y que «se conocía el monte con los ojos cerrados».
La única mujer entre los fallecidos es una vecina de Humanes (Guadalajara) llamada Mercedes Vives Parra. Tenía 33 años y llevaba uno trabajando en la extinción de fuegos. Estaba casada y tenía dos hijos, una niña y un niño de unos 10 años.
Los otros tres fallecidos son Sergio Casado, de 21 años y residente en Cabanillas; Marcos García, de Guadalajara; y José Ródenas, de Cogolludo.
Todas estas identidades aún no han sido confirmadas oficialmente por los forenses.

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