En Colombia hay más de cuatro mil personas secuestradas. Miles de colombianos a quienes se les quitó el derecho de ver a sus familias.
Cuando Patricia Perdomo dijo estar dispuesta a luchar por la liberación de los secuestrados del país, lo dijo en serio. Por eso no es extraño verla con 34 semanas de embarazo ir y volver a Cali el mismo día o acompañando al Comisionado de Paz en un encuentro con los familiares de los diputados secuestrados por las Farc.
Su hija, aunque no ha nacido, se ha convertido en su compañera de lucha. “Yo me levanto y le digo ‘María Juliana, nos vamos a trabajar por la liberación de la abuelita y de todos los secuestrados’. Estoy segura de que ella me oye y me entiende todo lo que le digo. Yo no quiero que tenga que vivir esto, que un día a mi María juliana le quiten a su papá o a su mamá, como me quitaron la mía”, afirma.
La vida de Patricia cambió radicalmente el 10 de septiembre del 2001, cuando su madre, la entonces parlamentaria Consuelo González de Perdomo, fue secuestrada por la guerrilla en la vía que de Pitalito conduce a Neiva, en el departamento del Huila. “Me cambiaron la vida a la fuerza”, asegura.
Atrás quedó la mujer fuerte, alegre, sensible y rumbera para darle paso a una mujer más fuerte, más sensible, más alegre y menos rumbera y dormilona. “La mujer parrandera ya no lo es tanto, porque los sábados quiero dedicarlos a llamar a la emisora para enviar mensajes a los secuestrados. El programa empieza a la una de la mañana, entonces ya no quiero estar rumbeando, sino tratando de recordarle a mi mamá que la amo”. Los mensajes radiales no siempre son posibles porque “somos miles de familias tratando de comunicarnos y solamente hay dos líneas para saludar”.
Para volver a ver a su mamá, llama, toca puertas, manda mensajes, coordina citas, busca contactos en la comunidad internacional… Su dedicación es tal, que no solo habla con las grandes personalidades; cientos de taxistas deben haber escuchado sus historias sobre el significado del intercambio humanitario. “Yo me subo a un taxi y hablo del acuerdo, para que ese colombiano común y corriente se dé cuenta de la necesidad de buscar alternativas para que los secuestrados regresen a sus casas. Le cuento que hay un grupo de personas en las selvas colombianas sufriendo, y que hay una cantidad de personas y de familias en una supuesta libertad que verdaderamente no tenemos. Nosotros también estamos secuestrados con ellos, porque la vida nos la pararon cuando se los llevaron a ellos y va a seguir parada hasta que regresen”.
Pero su misión no es solamente buscar la liberación de los secuestrados; también se dedica a no dejar desmoronar a quienes sufren por un ser querido en cautiverio. No es extraño escucharla llenando de ánimo a aquellos que se cansan de luchar porque un familiar regrese. “Nunca hay que decir no puedo más; ellos nos necesitan; somos las únicas personas que podemos hacer algo por ellos. Si nosotros nos rendimos, pues se mueren allá.Tenemos que enviarles mucha energía positiva, ser muy optimistas, trabajar mucho para lograr que regresen a casa”.
Su fortaleza es admirable… son muy pocos los que la han visto llorar. Ni siquiera lloró el día en que se enteró del plagio (asegura que las emociones las maneja con el estómago, por eso el día del secuestro vomitó hasta el cansancio). “Yo viajé a Pitalito para acompañar a mi papá. Me desperté en la cama de mi papi y de mi mami y estaba lloviendo… fue la primera vez que llovió desde que se la llevaron y la primera vez que lloré”. El tema de la lluvia justamente la atormenta. “Me imagino si estará mojada, me imagino que puede caer un rayo a un árbol y hacerle daño a ella…”.
Aprendiendo de la dificultad
Han sido cuatro años duros, muy duros, pero según Patricia, cuatro años de muchas enseñanzas. Cuatro años donde se ha mezclado todo tipo de sentimientos. Irónicamente, en la actualidad Patricia atraviesa por uno de los momentos más felices: va a ser mamá. Pero no puede compartir esta satisfacción con su propia madre. “Es una gran alegría, pero también una tristeza infinita. El día del parto yo voy a estar sin nadie de mi familia. Mi mami, obviamente, ya saben por qué, no puede estar; mi papi murió estando mi mami en cautiverio y me hermanita vive fuera del país. Voy a estar sola, cuando siempre pensé que ese día iba a estar con mi familia, que era tan linda, tan unida, tan llena de amor. A mi familia realmente me la acabaron”. Pero no está dispuesta a darse por vencida… se encuentra convencida de que pronto volverá a estar con Consuelo y que no sólo la podrá abrazar a ella sino a tantos secuestrados que no conoce pero que siente como suyos. “Estoy convencida de que el trabajo de todos estos años comenzará a dar frutos y voy a poder estar con ella”. Aún no sabe qué hará cuando la tenga al frente. “Esa pregunta me la hago tanto y tan seguido, sobre todo ahora, porque siento que ya va a regresar”.
Quiero terminar este artículo con unas palabras para los que no hemos vivido el drama del secuestro: demostremos a quienes nos rodean qué tan importantes son, pues no sabemos por cuánto tiempo los vamos a tener. Como dice Patricia, “que no le quede a uno nunca el remordimiento de conciencia, que uno no tenga que decir por qué no hice tal cosa o por qué no le dije aquello”. Aprovechen a sus seres queridos, y en sus oraciones recuerden a esos miles de colombianos que por distintas circunstancias de la vida tienen que estar lejos de sus seres queridos.
Un mensaje de amor a su madre en cautiverio
Patricia Helena quiso aprovechar las páginas de Carrusel para enviarles un mensaje a su mamá y a todos los secuestrados (como les contamos, no desaprovecha la más mínima oportunidad para dar optimismo a los plagiados): “si mi mami lee esto, quiero que sepa que estoy con ella, que a pesar de la distancia siempre estoy con ella. Es importante que ella y todos los secuestrados sepan que estamos trabajando por ellos. Mami sabe cuánto la quiero y estoy absolutamente segura de que vamos a volver a estar juntas y vamos a poder disfrutar muchas cosas lindas que hay acá”. Habla de acá refiriéndose a Colombia, porque a pesar de las duras pruebas que ha tenido que vivir no está dispuesta a dejar jamás esta “maravilla” de país, como ella misma lo llama.
C sabe que…
• Existe una fundación llamada País Libre, organización no gubernamental sin ánimo de lucro que brinda un servicio integral gratuito a las víctimas del secuestro, sin participar en la negociación ni ofrecer ayuda económica directa a las familias de los secuestrados.
• Según estadísticas de la página web de País Libre, 174 colombianos fueron secuestrados el año pasado. 46 de ellos por las FARC, 38 por delincuencia común, 32 por las autodefensas y 19 por el ELN. 26 niños fueron secuestrados el año pasado.
• Pagar por la liberación de un secuestrado no garantiza que lo liberen sano y salvo. Hay decenas de personas que luego de pagar no les han entregado a su familiar. Otros han pagado y han recibido a su familiar muerto. Algunos más han pagado y los secuestradores se han dado cuenta de que tienen cómo conseguir dinero y han sido varias veces víctimas de plagios.
• Los delincuentes por lo general aseguran que tomarán represalias si los familiares denuncian el secuestro. Pretenden con esta amenaza atrasar la acción de la justicia y evitar o entorpecer un posible rescate. Según las autoridades, es importante denunciar porque de no hacerlo se cierra la puerta a la posibilidad de un rescate por parte de las autoridades.
• Si desea denunciar un secuestro o necesita el apoyo de las autoridades, debe comunicarse con el Gaula marcando telefónicamente el 165. El Gaula es una unidad elite dedicada a tratar temas de secuestro y extorsión.
• En caso de plagio, es importante buscar ayuda a través de organismos humanitarios: Cruz Roja Colombiana, Comité Internacional de la Cruz Roja, Defensoría del pueblo y las Consejerías de paz departamentales. Ellos podrán indagar con actores armados para determinar quién o quiénes se reivindican el secuestro
Por Sandra Cardona L.
Fotos Carlos Zuluaga