Llevaba 10 años refugiado en Sao Paulo, Brasil, donde algunos los conocían como el Padre Medina. Allí no sólo dirigía una comunidad religiosa que llevaba su mismo nombre, sino tenía una empresa de servicios de internet que le permitía camuflar sus actividades en favor de las Farc. Conocido también como El cura, Pacho y Oliverio Medina, y considerado como el principal contacto político de las Farc en el país de Lula, Francisco Antonio Medina Collazos entraba y salía de Colombia a su antojo. Creía estar blindado porque contra él no pesaba orden de captura.
Sin embargo, a comienzos de este año, la Fiscalía Novena de la Unidad Antiterrorismo lo solicitó por los delitos de rebelión y homicidio agravado, y pidió a la Interpol que emitiera una circular roja para advertir a las autoridades en el exterior que la justicia colombiana lo tenía en la mira. La acusación: haber dirigido la toma de la base militar de Girasoles, Meta, en 1991, operación en la que murieron varios uniformados.
Tras meses de seguimiento, la semana pasada autoridades brasileñas capturaron a Collazos, a quien se acusa de organizar desde Sao Paulo la expansión del grupo terrorista en Argentina, Chile, Uruguay y Bolivia. La captura, en la que participaron miembros de la Policía y el Das, se produjo el miércoles de la semana pasada en momentos en que el guerrillero abordaba un tren en la estación de Tiete, con rumbo Luzianía, 40 kilómetros al sur de Brasilia, donde es propietario de una inmensa finca conocida como Corazón Rojo. En esa propiedad, según la revista Veja, el guerrillero habría organizado en 2002 reuniones para aportar cinco millones de dólares de las Farc a la campaña política del hoy presidente Luis Inácio Lula Da Silva.
Llevaba 10 años en Sao Paulo, y entraba y salía de Colombia a su antojo.
Conocida la captura, el director de la Policía, general Héctor Daniel Castro, se comunicó con el presidente Álvaro Uribe, quien asistía a un evento en Santa Marta, para darle la noticia. Al otro lado de la línea, el General oyó al Presidente que le decía «Felicitaciones general, esa es una buena noticia para el país. Pero captúrelos a todos. Haga cosecha».
Para nadie es un secreto que el presidente Uribe ha ordenado a la Fuerza Pública multiplicar esfuerzos para capturar a los miembros del secretariado y a los representantes del grupo subversivo en el exterior. «El Presidente nos ha dicho que debemos capturar a estos bandidos, pase lo que pase», le dijo a CAMBIO uno de los que intervinieron en el operativo que terminó con la captura de El Cura.
Los embajadores
Collazos es uno más de los «embajadores» que tienen las Farc en Latinoamérica. Según un informe de la organización de Tirofijo en poder de las autoridades conocido por CAMBIO, en Perú se mueve como pez en el agua Pablo Trejos Freyre, quien mantiene estrechas relaciones con el Frente Popular de Perú, un grupo político de izquierda, y desde ese país orquesta denuncias ante organismos internacionales contra la Fuerza Pública colombiana por violaciones a los Derechos Humanos.
En Ecuador y Bolivia opera Nubia Calderón, conocida como Esperanza, una de las pocas mujeres de las Farc que desarrollan actividades en busca de una mayor integración de los movimientos guerrilleros locales con las organización guerillera. Una carta de Raúl Reyes dirigida a Olga Marín –su ex compañera sentimental– en poder de las autoridades, revela la importancia del trabajo de Esperanza para el grupo guerrillero: «Su labor es excelente. El informe presentado por ella en Ecuador es bueno –escribe Reyes–. Fueron excelentes los eventos programados por ella, como el de los parlamentarios. Estos países requieren crear células para consolidar nuestra presencia allá».
Tras la captura de Rodrigo Granda, las Farc designaron a Aldo Moscote Fragoso, Lucas Iguarán, para que los representara en los dominios del presidente Hugo Chávez. Según las autoridades, a través del Partido Comunista, Moscote «tira línea» a estudiantes y simpatizantes de la causa revolucionaria.
«Estos países requieren crear células para consolidar nuestra presencia allá.» Raúl Reyes en carta a Olga Marín
En Cuba, Luis Alberto Albán Urbano, Marco León Calarcá, expulsado de México por orden del presidente Vicente Fox, que ordenó el cierre de la oficina de las Farc en ese país, se ha convertido en puente entre los gobiernos de Venezuela y Cuba. Sin embargo, su acción no se limita a la isla. Hace dos meses, agentes de inteligencia colombianos descubrieron que Calarcá logró, tras varios intentos fallidos, abrir una oficina de las Farc en Canadá.
Jairo Alfonso Lesmes en Paraguay, Uruguay y Chile; Ovidio Salinas Pérez en Panamá y Venezuela; Miguel Ángel Castañeda en Costa Rica, y Hernando Vanegas en Suecia, completan el cuadro de «embajadores» de la organización de Marulanda (ver gráfico).
Las autoridades tienen plenamente identificados a los representantes de las Farc en el exterior y saben cómo se mueven en los países donde adelantan trabajos para éstas, pero su captura se ha dificultado porque contra muchos de ellos no cursan procesos, y no han sido requeridos por la justicia.
Junto a las capturas de Simón Trinidad en Ecuador y de Rodrigo Granda en Venezuela, la de Francisco Antonio Medina en Brasil es considerada como un golpe clave contra las Farc. Sin embargo, es pronto para cantar victoria. Hace falta tramitar la solicitud de extradición, y algunos temen que se pueda repetir el caso de Jairo Cuarán Collazos, un desertor de las Farc que consiguió visa en calidad de refugiado en Chile. A pesar de que en su contra pesan cargos de homicidio, terrorismo y rebelión, el gobierno chileno no ha respondido a la solicitud de extradición hecha por Colombia. Por eso, en el caso de El cura, no sobra la pregunta sobre si Lula seguirá o no los pasos de Lagos. Será una manera de medir en la práctica el apoyo que le ha ofecido a Colombia en su lucha contra el terrorismo.