La "guerra contra el terrorismo" cambió al mundo

El mundo sí cambió el 11 de septiembre de 2001, pero lo hizo en formas que no pudieron ser predecidas en su momento.
Cambió porque los ataques no sólo condujeron a la llamada «guerra contra el terrorismo» sino también a la guerra contra Irak.
La primera fue lanzada en medio de una ola de simpatía hacia Estados Unidos, la segunda se encargó de eliminar dicha simpatía.
Si sólo se tratara de la «guerra contra el terrorismo» las cosas serían diferentes.
Las relaciones de EE.UU. con Europa no serían tan tensas y no se habría agitado un nido de avispas en Irak.
¿Papel policial?
La incapacidad de EE.UU. de «pacificar» Irak también pone bajo juicio su capacidad de actuar como el policía de la democracia en el mundo
Paul Reynolds
Para bien o para mal Irak cambió la ecuación. La lucha contra el terrorismo se vio inmersa en divisiones sobre la agresión. Y la pérdida de vidas molestó incluso a quienes apoyaron la invasión.
La incapacidad de EE.UU. de «pacificar» Irak también pone bajo juicio su capacidad de actuar como el policía de la democracia en el mundo.
Las otras partes del llamado «eje del mal» permanecen intactas. Corea del Norte ya reconoció que tiene armas nucleares. Irán no cede en su ambición de desarrollar tecnología nuclear.
El presidente George W. Bush tampoco ha establecido el Estado palestino del que tanto habló.
Poco después de los ataques todo parecía más simple.
En la mente de Bush
El periódico francés Le Monde declaró al día siguiente: «En este momento trágico cuando las palabras parecen inadecuadas para expresar el impacto que siente la gente, lo primero que viene a la mente es esto: ¡todos somos estadounidenses! ¡Todos somos neoyorquinos!».
El presidente Bush fue al Congreso en la noche del 20 de septiembre y anunció: «Nuestra guerra al terrorismo empieza con al-Qaeda, pero no termina allí. No terminará hasta que todos los grupos terroristas de alcance global hayan sido ubicados, detenidos y derrotados».
Pero muy pocos dirían «somos todos estadounidenses» hoy.
Es posible que la guerra en Irak se hubiera producido de todas formas.
Recuerdo que le pregunté al entonces candidato Bush en 2000 si consideraría un fracaso que Saddam Hussein durara más que el mandato de un segundo presidente George Bush.
Hizo una pausa, sonrió y dijo: «Buena pregunta». No hubo respuesta pero sentí que eso estaba en su mente, si no en su agenda.
Los argumentos de EE.UU.
Desde la óptica del presidente Bush las dos confrontaciones son ahora lo mismo. En junio de este año afirmó: ‘Irak es el más reciente campo de batalla en esta guerra (al terrorismo)’
P. Reynolds
Pero los ataques del 11-S lo colocaron en la agenda. Sabemos esto porque en una reunión en Camp David, el fin de semana siguiente, el entonces vice secretario de Defensa, Paul Wolfowitz, sugirió invadir Irak además de Afganistán.
Su propuesta no fue aceptada pero fue retomada a su debido tiempo.
Los ataques del 11-S hicieron más fácil el invadir Irak gracias al argumento de que todo había cambiado -ya no se podía arriesgar a que grupos radicales obtuvieran armas de destrucción masiva.
Saddam Hussein tenía (eso se dijo) dichas armas. Podría distribuirlas, por lo que había que derrocarlo.
Este fue el argumento utilizado por Bush poco antes de la guerra:
«La amenaza está allí y todo el mundo la acepta: la amenaza de armas de destrucción masiva, la amenaza de armas de destrucción masiva en manos de terroristas que causarán el mayor daño posible a nuestra gente», dijo en las islas Azores en su encuentro con sus aliados del Reino Unido y España, Tony Blair y José María Aznar.
Uno podía creerlo o no, pero la guerra fue lanzada bajo esa idea.
Gran premio
Desde la óptica del presidente Bush las dos confrontaciones son ahora lo mismo. En junio de este año afirmó: «Irak es el más reciente campo de batalla en esta guerra».
Una vez confirmado que Irak no tenía armas de destrucción masiva después de todo, argumenta ahora que el país será un modelo de democracia para «todo Medio Oriente» y de esa forma ayudará a derrotar la amenaza del extremismo islámico.
Si eso ocurre, sería un gran premio.

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