Liliana Alcántara
El Universal
Lunes 19 de septiembre de 2005
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Mientras el consumo de drogas en México aumenta, la mayor parte de los centros de tratamiento contra las adicciones que hay en el país, en lugar de controlar este problema de salud pública, son un negocio donde los internos padecen de encierro, maltrato e insalubridad.
Ángel Prado, director técnico del Consejo Nacional contra las Adicciones (Conadic), aseguró que de un aproximado de mil 110 centros de rehabilitación en México, sólo 320 cumplen con las normas mínimas de calidad.
Según la Encuesta Nacional contra las Adicciones, hay 3 millones 500 mil personas de entre 12 y 65 años de edad que han consumido alguna droga ilegal por lo menos una vez en su vida, de ellas 570 mil, de manera regular.
La Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH) de Sinaloa la única en el país que ha hecho una investigación detallada sobre este problema considera que aún y cuando estos centros no cumplen con las normas, «lo cierto es que son un mal inevitable, porque se requieren para abatir el alcoholismo y la drogadicción, pues no existen otros lugares donde se pueda retener a las personas que padecen este tipo de enfermedades y que pueden representar un peligro para ellos mismos y la sociedad».
Los encargados de estos centros saben que son necesarios y argumentan que no pueden mejorar las condiciones mientras no haya apoyo económico y material de las autoridades estatales y federales.
Las historias
Prado asegura que en dichos centros «existe un gran número de personas privadas de su libertad».
EL UNIVERSAL acompañó a visitadores de la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Sinaloa en un recorrido por centros de tratamiento contra las adicciones, a fin de constatar los abusos que ellos mismos documentaron en una recomendación que emitieron en marzo del 2004.
Anabel, de 34 años, dice que fue trasladada bajo engaños al Centro de Integración para Drogadictos y Alcohólicos (CIDA) para Mujeres, en Culiacán, Sinaloa. Su propio hermano le dijo que estaría ahí sólo 15 días para que pudiera desintoxicarse, pues en cuatro o cinco ocasiones fue sorprendida consumiendo cristal, una droga sintética que, al menos en el estado, ha desplazado a la mariguana. Al momento de la visita, ya tenía cuatro meses encerrada.
«Al entrar me hicieron análisis y la doctora me dijo que no había rastros de droga en la sangre, pero no me podía ir porque mi hermano lo había ordenado y ya había pagado».
La encargada del centro, Heydi Topete, aseguró que Anabel se podía ir en cualquier momento, siempre y cuando tuviera la autorización de sus familiares.
El CIDA para mujeres es una casa que opera como centro de rehabilitación. Es amplia y a simple vista tiene buenas condiciones de higiene. Para que una persona pueda ingresar tiene que pagar 3 mil pesos por un tratamiento de tres meses. Aquí hay un cuarto que tiene las ventanas tapadas con bloques de madera. Una de las encargadas, de 16 años de edad, aseguró que esa habitación es para las mujeres de recién ingreso, y que las ventanas fueron tapadas para evitar que se fugaran y se lastimaran con el vidrio.
Sin embargo, una interna denunció que ahí se les maltrata, que les dan comida echada a perder, medicina sin prescripción médica y que en el último mes se habían escapado dos jóvenes.
A unas cuadras de distancia está el CIDA para hombres, con 25 internos. El encargado, Emilio Fernández, tiene los expedientes de cada uno de los pacientes donde expresan su consentimiento para ser internados. Sin embargo, los padres de familia de un adolescente de 12 años de edad que tenía dos meses internado dijeron que el menor tuvo que ser sustraído de su casa y trasladado por personal de este centro «porque no quería entender».
«Por fortuna dijo su mamá no se puso rebelde y no hubo necesidad de que lo golpearan ni nada de eso». Ella paga 200 pesos a la semana para el tratamiento.
El CIDA es una asociación civil que tiene 25 centros en Sinaloa, Baja California Norte, Sonora, Chihuahua y Jalisco, y en los próximos meses abrirá otros en Michoacán, Aguascalientes y Zacatecas.
Este diario buscó en cuatro ocasiones al propietario de dichos centros, Rocendo Bustamante, para que nos diera una entrevista, sin recibir respuesta.
En una de las zonas marginadas de Culiacán se ubica el Centro de Adictos Anónimos en Recuperación. Ahí, los internos duermen en un cuarto enrejado sobre colchones colocados en bases de concreto.
En el momento de la visita se observó a dos pacientes con enfermedades siquiátricas. El encargado aseguró que ellos «ya no tienen remedio», y que los internos que no padecen ninguna enfermedad mental pueden recuperarse en tres meses con disciplina y apoyo familiar.
Señaló que gasta al menos 160 pesos diarios para alimentación y 500 de renta mensual, «y yo quisiera que esto estuviera bien, pero nadie nos ayuda, sólo el DIF de vez en cuando nos da despensas».
De los lugares visitados, el Centro de Drogadictos y Alcohólicos Anónimos en Rehabilitación es el que está en mejores condiciones de salubridad, porque a diario los internos desinfectan las principales áreas.
Sin embargo, seleccionan los alimentos de un montón de desperdicios que recolectan en un mercado a cambio de descargar los tráileres.
El presidente de la CEDH de Sinaloa, Óscar López Ochoa, explicó que tener un adicto en casa genera divisiones entre la familia, y por eso hay quienes ordenan que se le interne, y otros que se quejan por la forma como son tratados.
«Sabemos que hay grupos encapuchados de esos centros que van en camionetas por los enfermos, parecido a los levantones que ejecuta el crimen organizado en esta ciudad».
Dijo que el principal problema es que estos centros se han convertido en un negocio que no cumplen con su función, porque no son atendidos por especialistas sino por los propios adictos en recuperación.
El secretario técnico del Consejo Estatal contra las Adicciones, Germán León, informó que esas anomalías se deben corregir. El inconveniente, aseguró, es que no dispone de una asignación presupuestal específica ni por parte del gobierno estatal ni del federal.
Informó que está haciendo un censo y que en noviembre o diciembre realizará las visitas de inspección para verificar que los centros cumplan con la norma y puedan ser certificados.
Problema nacional
Las malas condiciones de los centros no son exclusivas de Culiacán sino de todo el país.
Entre septiembre y diciembre de 2004, el Instituto Nacional de Migración y la Policía Judicial de Tijuana clausuraron cinco centros donde había estadounidenses y en cuyas habitaciones se encontraron huellas de sangre y cadenas.
En dos de éstos, llamados «Future Expectations Today», había 77 internos y 55 eran menores de edad. Cada uno pagó 5 mil dólares por el «tratamiento». En julio pasado la Policía Judicial y autoridades del estado de México clausuraron el Instituto Clínico Emocional contra las Adicciones, ubicado en Nezahualcóyotl, debido a que ocurrieron dos homicidios y un intento de suicidio.
Los compromisos
El director técnico del Conadic, Ángel Prado, informó que el próximo año habrá una campaña para que se denuncien los abusos, y dijo que al final de esta administración el tratamiento contra las adicciones podría estar en el Seguro Popular.
Agregó que está en revisión la Norma Oficial Mexicana NOM028-SSA2-1999 para la Prevención, Tratamiento y Control de las Adicciones, entre cuyas reformas se planea evitar que los menores de 16 años sean atendidos en esos centros.