Castro pidió armas atómicas a la Unión Soviética en 1981

JUAN O. TAMAYO
The Miami Herald
Diecinueve años después de que la crisis de los cohetes rusos en Cuba casi diera lugar a una guerra nuclear, Fidel Castro le pidió a la Unión Soviética que emplazara de nuevo armas atómicas en su isla, según dice un libro recién publicado y basado en informes de la agencia de inteligencia moscovita KGB.
El libro, basado en documentos revelados por el archivista Vasili Mitrojin de la KGB cuando desertó en 1992, hace otras alegaciones asombrosas cuando describe las operaciones de la KGB en el Tercer Mundo en los años 60 y 70.
• Los documentos de la KGB mencionan pagos hechos y propuestos a Salvador Allende, de Chile, por un total de $420,000 antes y después de sus elecciones como presidente en 1970.
• José »Pepe» Figueres de Costa Rica, recibió $300,000 de la KGB para su campaña presidencial en 1970 y $10,000 después.
• Carlos Fonseca, fundador del Frente de Liberación Nacional Sandinista, era un »agente de la KGB de mucha confianza», que usaba el nombre código de GIDROLOG.
• El nicaragüense Manuel Andara y Ubeda era un agente de la KGB que dirigió a un grupo de sandinistas a fines de los 60 encargados por Moscú de monitorear la frontera de Estados Unidos con México en busca de posibles objetivos para los equipos de sabotaje de la KGB.
• La KGB »entrenó y financió» a los sandinistas que tomaron el Palacio Nacional de Managua y docenas de rehenes en 1978. Un alto oficial de la KGB recibía información en vísperas de las operaciones, dirigidas por Edén Pastora, conocido también como «Comandante Cero».
No se pudo contactar a Pastora para escuchar sus comentarios, aunque el libro no se refiere a él como agente de la KGB. Todos los agentes identificados por sus nombres en el libro están muertos ya.
Mitrojin y el respetado historiador británico Christopher Andrew colaboraron primero en un libro publicado en 1999 sobre operaciones de la KGB contra Estados Unidos y Europa, ahora considerado por los expertos el libro definitivo sobre ese tema.
El nuevo libro que han sacado, The World Was Going Our Way: The KGB and the Battle for the Third World (El Mundo marchaba con nosotros: La KGB y la Batalla por el Tercer Mundo) abarca las operaciones de la KGB en Latinoamérica, el Oriente Medio, Asia y Africa, el Tercer Mundo que Moscú creyó podría dominar después de que Castro adoptó el comunismo y se convirtió en un faro para las izquierdas de todo el mundo.
La revelación más asombrosa sobre Cuba es que Castro, preocupado porque el presidente Ronald Reagan podría tratar de atacarlo en 1981, instó a un alto general del ejército soviético que estaba de visita en La Habana a rechazar el emplazamiento de cohetes estadounidenses en Europa.
»Castro planteó la extraordinaria proposición de que si se efectuaba el despliegue de cohetes, Moscú debía reconsiderar seriamente el restablecimiento de las bases de cohetes nucleares en Cuba, desmanteladas en la crisis de octubre de 19 años antes», dice la información, que no incluye la reacción del general soviético ni da más detalles.
»El Castro de siempre. Tomar la iniciativa, estar a la ofensiva y sorprender al enemigo, aunque claro que los soviéticos nunca iban a considerar eso», dice Brian Latell, un analista de asuntos cubanos retirado de la CIA.
Pero Latell añade que no es una sorpresa oír esto, ya que Raúl Castro ha dicho públicamente que a principios de los años 80 Moscú le dijo a La Habana que no protegería a Cuba en Caso de hostilidades con EEUU.
Los archivos de Mitrojin muestran que la KGB prácticamente no brindó respaldo a Castro antes de que sus guerrillas tomaran al poder en Cuba en 1959. Pero sólo tres meses después, le dieron a Cuba el nombre codificado de AVANPOST (cabeza de puente) y cimentaron mejores relaciones con La Habana que las que tenían los diplomáticos soviéticos destacados allí.
Incluso entonces, la KGB no dejó de espiar. Además de su presencia oficial en La Habana, operaba una rama secreta para espiar en Cuba que solamente en 1974 envió 269 informes a Moscú, según informa el libro.
Otros informes de la KGB dicen que Raúl Castro, que estaba de viaje comprando armas en Checoslovaquia, «duerme con las botas puestas y exige los servicios de prostitutas rubias».
El libro describe a Allende como »en todo sentido el más importante de los contactos confidenciales de la KGB en Sudamérica» porque era un marxista electo democráticamente y aliado de Castro. Según el léxico de la KGB, un contacto confidencial es más bien como una fuente amistosa, no un agente.
Pero el libro añade que expediente de Allende en la KGB dice que la agencia mantenía »contacto sistemático» con él desde 1961. Un informe dice que «él manifestó su deseo de cooperar confidencialmente . . . ya que se consideraba amigo de la Unión Soviética».
El libro dice que mientras el gobierno de Nixon y la CIA trabajaban con diligencia para impedir su elección en 1970, y para quitarlo del gobierno después, la KGB trabajaba duro por mantenerlo en el poder.
Mitrojin y Andrew dicen también que mientras fue presidente, Allende le ofreció a un oficial de la KGB enviarle ayudantes suyos de confianza en la región para informarle sobre temas que le interesaran a Moscú. Allende murió en el golpe de estado en que lo derrocaron en 1973.
Sólo unas 130 páginas de las 677 que tiene el libro se dedican a Latinoamérica, desde contactos inocentes de la KGB con otros gobernantes latinoamericanos hasta envíos ya conocidos de armamentos soviéticos a las guerrillas salvadoreñas.
En cuanto a Pepe Figueres, de Costa Rica, el libro dice que después de que lo eligieron se reunía con regularidad con el jefe de la KGB en San José y no con el embajador soviético. Figueres también accedió a hacer un trato relacionado con un periódico que tenía.
Un informe de la KGB de 1974 enviado al presidente Leonid Brezhnev, decía: «En vista de que Figueres ha acordado publicar materiales beneficiosos para la KGB, se le han dado $10,000 (U.S.) disfrazados como compras de acciones en su periódico».
Aunque el libro no dice explícitamente si Allende o Figueres sabían que esos dineros venía de la KGB, Andrew alega en un mensaje electrónico al Herald que por supuesto que lo sabían.
»Allende sabía mucho antes de asumir la presidencia, y Figueres por lo menos desde 1970 que estaban tratando con oficiales de la KGB y no con alguien que pudiera pensarse eran diplomáticos o periodistas soviéticos», dice Andrew en su comunicación.
Y continúa: «El oficial de la KGB que trataba con Allende, Svyatoslav Kuznetsov, reportó en Moscú que Allende reaccionó positivamente a sus sugerencias de reorganizar la inteligencia chilena y establecer vínculos con la KGB. Figueres tomó complejas precauciones para preservar el carácter secreto de sus reuniones regulares con el agente en residencia de la KGB».

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