Conflicto entre España y Marruecos por muerte de emigrantes

Cinco inmigrantes africanos murieron hoy cuando intentaban ingresar ilegalmente a España a través de la valla fronteriza entre Ceuta y Marruecos. Dos de ellos tenían heridas de bala que, según los investigadores, habrían sido disparadas desde Marruecos. Mientras tanto, los gobiernos de ambos países anuncia que utilizarán el Ejército para respaldar el trabajo de la policía en la seguridad fronteriza.
Dos de las víctimas cayeron en la parte española de la frontera y tres en Marruecos. Poco después de los incidentes, el presidente del gobierno José Luis Rodríguez Zapatero y su par marroquí Driss Jettou se reunieron en la ciudad española de Sevilla. “Aguardamos los resultados de una investigación oficial que será realizada con el máximo rigor, transparencia y cooperación con Marruecos”, dijo Rodríguez Zapatero en una conferencia de prensa conjunta.
El ministro de Defensa, José Bono, dijo en el Parlamento que Rodríguez Zapatero le ordenó incorporar unidades especiales de legionarios y regulares para que ayude a la Guardia Civil en la vigilancia y patrullaje de las vallas metálicas que separan Ceuta y Melilla de Marruecos. Esas cuatro compañías de 120 hombres cada una tendrán carácter “disuasorio”, indicó en Madrid la vicepresidenta, María Teresa Fernández de la Vega.
“El presidente del gobierno me dio la orden de que, a partir de hoy, la Guardia Civil sienta y tenga el refuerzo del Ejército” para encarar las avalanchas que casi a diario se producen en los límites de esos dos enclaves por parte de inmigrantes ilegales subsaharianos, y agregó que “así se cumplirá”.
La frontera entre Ceuta y Marruecos es de unos 8 kilómetros y está protegida por una doble valla metálica, rematada por alambre de púas, de seis metros de altura, aunque en algunos tramos es de tres metros. El gobierno aprobó recientemente su elevación a seis metros y otras medidas para reforzarla, al igual que la de Melilla, que se extiende a lo largo de de 10 kilómetros de frontera con Marruecos.
Cada año, miles de africanos intentan llegar desde Marruecos a España en pequeñas embarcaciones de fondo plano llamadas pateras. Muchos de ellos mueren ahogados y los que son detenidos son deportados a sus países de origen con relativa celeridad.
La táctica es precipitarse a las vallas en numerosos grupos, con las manos protegidas con guantes y trapos. Con la ayuda de toscas escaleras los africanos trepan el primer vallado. Mientras tanto los sistemas electrónicos y las cámaras de televisión encienden el zafarrancho de alerta a los casi 700 guardias civiles que custodian el perímetro vallado.
El alambre de púa desgarra la ropa y produce heridas a veces de consideración. Muchos caen a la zona entre las dos vallas por donde circulaban los guardias civiles, patrulleros y varias ambulancias que auxilian a los heridos.
El fenómeno se repite cada vez más generalizado y se producen choques violentos con la Guardia Civil. Algunos de los inmigrantes quedan atrapados en la alambrada de púa y los más enredados tienen que ser rescatados por los bomberos. Otros caen pesadamente y quedan en el suelo gritando de dolor hasta que los servicios de asistencia los recogen y los llevan a los hospitales.

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