Cinco personas enfrentan un juicio en Roma, Italia, por su presunta responsabilidad en la muerte del banquero Roberto Calvi, quien apareció ahorcado en 1982.
El cadáver de Calvi, conocido en medios periodísticos como el «banquero de Dios» por su estrecha relación con el Vaticano, fue hallado colgado bajo un puente de Londres, con US$15.000 en los bolsillos y ladrillos haciéndole peso.
Calvi era el presidente del Banco Ambrosiano cuando se produjo un escándalo que terminó con su carrera, tras la desaparición de US$1.300 millones.
La fiscalía en Roma abrió el caso en 2002, luego de que el cuerpo de Calvi fuera exhumado en 1998 y los forenses descartaran la posibilidad del suicidio.
Cuatro de los sospechosos fueron acusados formalmente en abril de 2005: el empresario Flavio Carboni, su antigua compañera sentimental, la austriaca Manuela Kleinzig, y dos hombres que supuestamente tenían vínculos con la mafia siciliana: Pippo Calo y Ernesto Diotallevi.
Calo, conocido como «el cajero de la mafia», se encuentra en prisión, condenado a cadena perpetua por otros delitos no relacionados a la muerte de Calvi.
La quinta persona, Silvano Vittor, quien trabajó como chofer y guardaespaldas del banquero en su último viaje a Londres, se enteró la semana pasada de que sería sometido a juicio.
Secretos italianos
La familia de Calvi siempre ha sostenido que el banquero no se suicidó, como sostuvo el primer veredicto sobre el caso.
No hay la menor prueba de que fue un asesinato y hay muchos indicios de que se suicidó
Renato Borzone, abogado del empresario Flavio Carboni
No obstante, el abogado del empresario Carboni, Renato Borzone, insiste en la veracidad de la hipótesis original.
«No hay la menor prueba de que fue un asesinato y hay muchos indicios de que se suicidó», dijo, según la agencia de noticias AP.
Se espera que los fiscales argumenten que Calvi fue asesinado para impedir que revelase secretos del mundo político y religioso italiano.
En el momento de su muerte Calvi, de 62 años de edad, se encontraba en la capital británica tras recibir libertad condicional por los cargos de corrupción que enfrentaba en Italia.