Fabián Debesa. MAGDALENA. ENVIADO ESPECIAL
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Pelea, incendio y tragedia en el Pabellón 16 de la cárcel de Magdalena: 32 presos murieron asfixiados por inhalación de monóxido de carbono, después de una gresca interna que derivó en la quema de colchones. Además, 6 agentes penitenciarios y otros 6 detenidos resultaron heridos. Dos de los guardias están graves en un hospital de La Plata.
El trágico incidente derivó en la toma de la Unidad Nø 28 del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB), ubicada a 3.000 metros de la localidad de Magdalena y a 120 kilómetros de la Capital. El penal estuvo en poder de los detenidos desde la medianoche del sábado hasta ayer a las 8. Las autoridades retomaron el control del edi ficio, pero buena parte de las instalaciones quedaron destruidas por los incendios provocados durante la toma.
Quedan muchas incógnitas sobre los motivos de la pelea entre internos que terminó en una de las tragedias carcelarias más graves. La versión que sostienen la Justicia y el Gobierno bonaerense explica que a las 23.40 del sábado, en el Pabellón 16, denominado de «autodisciplina», se inició una pelea entre internos. Allí conviven 60 personas en un galpón sin celdas. Además de las 30 camas cuchetas, tienen una mesa comedor y los sanitarios. En un extremo del ambiente está el espacio destinado al guardia.
Fuentes penitenciarias dijeron a Clarín que antes de comenzar el enfrentamiento, los presos «tabicaron» la entrada al pabellón. Según comprobó la Justicia, los cuerpos de al menos tres víctimas estaban «fajados» en el pecho y el abdomen. Es decir, tenían un escudo en el pecho armado con láminas de envases tetra brik y papeles para evitar heridas. Además, tenían cortes provocados por «facas», o sea cuchillos de fabricación artesanal.
Cuando el jefe de guardia externa de la unidad, Cristián Muñoz, intentó detener la pelea, recibió un fuerte golpe en la cabeza que le quebró el occipital. Al parecer le pegaron con la Itaka que llevaba y que habría estado descargada. Otros cuatro agentes que iban con él lograron retirarlo.
En ese momento se inició el motín. A los pocos minutos llegó el fuego al Pabellón 16. En este punto no hay certezas: no está claro por qué se inició el fuego ni las circunstancias de las muertes.
Algunos familiares aseguran que los guardias cerraron las salidas y por eso murieron ahogados por el humo. Por su parte, desde el SPB aseguran que intentaron ayudar en la evacuación y dijeron que no descartan que algunos detenidos fueran los responsables de impedir la salida de sus compañeros.
Sí está claro que en un momento los guardias se replegaron y los presos salieron del Pabellón 16 y abrieron los pabellones vecinos. Luego saquearon e incendiaron el taller y finalmente, con las herramientas que se llevaron de allí, liberaron a todos los pabellones del penal. Entonces se registraron quemas en la cocina, los almacenes y otras dependencias. Para la 1 de la madrugada la cárcel de Magdalena estaba tomada por los internos y la guardia se había replegado al perímetro.
Los reclusos impidieron el ingreso de los bomberos de Magdalena. Los agentes recién pudieron entrar a sofocar las llamas cuando llegaron las dotaciones de la capital bonaerense.
En la madrugada se vieron escenas de terror y pánico. Es que ya había por lo menos un centenar de familiares que esperaban la habilitación del horario de visitas dominical en las afueras del predio y no tenían posibilidad de conocer detalles del episodio. Veían patrulleros, ambulancias y los cuerpos de los muertos, que se colocaban en el frente de la entrada central y en una capilla, ubicada en los jardines.
La fiscal María Laura D’Gregorio, que investiga las muertes, aseguró que «no hubo petitorio, ni reclamos para entregar la cárcel. Cuando llegamos, los detenidos se organizaron para declarar y se retomó el control».
D’Gregorio dijo que, según los primeros testimonios, no surgen cabecillas ni tampoco enfrentamientos entre bandas mientras los presos controlaron el penal. Con la presencia de la fiscal, la jueza de Garantías María Inés Garmendia y el encargado político de las prisiones bonaerenses, Carlos Rotundo, los amotinados volvieron a sus pabellones.
«No había ningún indicio que presagiara un episodio de esta naturaleza. Había más de 1.000 visitas programadas y el sábado los presos estuvieron preparando los regalos para sus madres», dijo a Clarín el gobernador Felipe Solá, quien intenta evitar que la tragedia empañe el tramo final de la campaña. Insistió en que «todo comenzó por una pelea entre presos».
En sintonía, el ministro de Justicia provincial dijo —después de recorrer la cárcel— que «nada hacía prever este brote tremendo de violencia porque los 60 alojados en ese pabellón tienen excelente conducta». Di Rocco informó que 16 de los internos del pabellón incendiado fueron trasladados porque lo pidieron. En los 18 pabellones con 888 plazas estaban alojados 1.028 reclusos, un 15 por ciento de exceso.