Crece el número de mujeres en las mafias mexicanas

La participación de la mujer es necesaria en la operación de las organizaciones delictivas. Sus funciones son clave, dependiendo del delito: en el secuestro alimentan a las víctimas; en el narcotráfico son las burreras que distribuyen los estupefacientes escondidos y en el robo ellas ejecutan y son utilizadas como escudo, mientras el hombre vigila.
Elena Ramos Arteaga, jueza 69 penal encargada de procesos exclusivamente contra mujeres, reconoce que el índice delictivo femenil indica que si antes uno de cada 50 delincuentes era del sexo femenino, hoy la proporción es hasta de una por cada cinco.
Y aunque las mujeres suelen delinquir a la sombra de un hombre, se están dando casos aislados, pero cada vez más frecuentes, de lideresas en organizaciones delictivas.
Uno de estos casos es el de «María de la Cruz», quien aparentemente opera desde la cárcel. A través de una llamada telefónica finge ser una ejecutiva de centros comerciales que pide dinero a cambio de dejar en libertad a un familiar que sorprendió robando mercancía.
Esta mujer es líder de una banda de extorsionadores; se presume que está presa en una cárcel del DF y se le liga con 593 casos fraudulentos en lo que va de 2005, según la organización civil Consejo para la Ley y los Derechos Humanos.
Otro de los ejemplos contados es el de Delia Patricia Buendía, también conocida como Ma Baker , quien dirigía un grupo importante de narcomenudistas en la zona centro del país.
Según la jueza Ramos Arteaga, la mujer delinque, casi siempre, influida por un hombre cercano.
«Por su propia condición tiende a ser manipulada por el esposo, concubino, hijos u otros familiares y encontramos que es mayormente utilizada como copartícipe porque ella puede ser menos llamativa ante autoridades policiacas, sobre todo en el delito del narcotráfico, donde sirve como burrera.
«La realidad abrumadora es que siendo líderes o no, son ellas las que menos oportunidades de escapar tienen y terminan abandonadas en reclusión», admite la juzgadora.
El sentimentalismo, situación socioeconómica, disfunción endócrina, drogadicción, alcoholismo, desamor, inadaptación, hacinamiento, promiscuidad y hasta la fealdad, son factores criminógenos en el sexo femenino, según autores consultados por la doctora Ramos.
Debido a todos esos factores, señala, el Gobierno del DF decidió reunir a las reclusas en un mismo centro penitenciario y así evitar discriminación. También por eso funciona el juzgado 69 a cargo de procesos penales para detenidas.

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