Bush y Torrijos hablarán de drogas

KATHIA MARTINEZ
Associated Press
PANAMA – La visita del presidente estadounidense George W. Bush a Panamá tendrá lugar en momentos en que este país se encuentra en una lucha frontal contra el narcotráfico, aunque preocupa la supuesta infiltración de los criminales que se dedican a este negocio en los organismos de investigación.
El tema es de primer orden en las relaciones de Estados Unidos y Panamá, que ahora más que nunca requiere de la ayuda internacional para combatir el crimen organizado.
Bush llegará a Panamá el domingo y al día siguiente se reunirá con su colega Martín Torrijos, quien posiblemente abordará entre los asuntos de seguridad la cooperación y la ayuda en la guerra contra el tráfico de drogas.
«No podemos actuar solos», reconoció la semana pasada la fiscal general Ana Matilde Gómez, tras reunirse con el director del FBI de Estados Unidos, Robert S. Mueller.
«Panamá se ve afectado sumamente por el tema del narcotráfico por su tradición como país de tránsito», explicó Gómez.
Dieciséis años después de que el presidente George Bush padre ordenara la invasión que terminó con el régimen del general Manuel Antonio Noriega, a quien acusó de cargos de narcotráfico y lavado de dinero, las costas y el territorio panameño siguen como eslabones para el trasiego de drogas desde Colombia a Norteamérica y Europa.
En lo que va del 2005, las autoridades han incautado unas 20 toneladas de drogas, mayormente cocaína, lo que casi triplica lo decomisado durante todo el 2004.
El más reciente decomiso ocurrió el pasado fin de semana, cuando con ayuda de una alerta lanzada por guardacostas estadounidenses se logró incautar 1,8 toneladas de cocaína en costas del Atlántico, aunque los narcotraficantes lograron escapar.
Las autoridades estiman que sólo se está incautando entre el 9 y 10% del total de la droga que llega al país.
Pero el problema va mucho más allá: las autoridades admiten que el narcotráfico se está infiltrando en los organismos de investigación.
Los narcotraficantes «tienen niveles de especialización; nos compran policías, nos compran investigadores», dijo el ministro de gobierno y justicia, Héctor Alemán, en recientes declaraciones publicadas por la prensa local. «Meten la mano por todas partes».
El director de la Policía Técnica Judicial (PTJ), Jaime Jácome, lanzó igual advertencia: «El narcotráfico y el crimen organizado permean, lamentablemente, todos los estamentos».
Esas advertencias se formularon luego de que la PTJ separara al director de la división de estupefacientes de ese organismo, Rogelio Harris, por su presunta participación en el trasiego de un cargamento de drogas.
Harris está siendo investigado por cargos de narcotráfico. Ya en el pasado se dieron destituciones de agentes de la PTJ por las mismas causas.
Tras el fin de la presencia militar estadounidense a fines de 1999, la lucha del narcotráfico se convirtió en una dura empresa para Panamá.
Un centro antidrogas ubicado en la antigua base aérea de Howard, en el Pacífico, dejó de operar con la partida de las tropas.
Los narcotraficantes llegaron a tal punto en sus actividades en el Istmo, que en meses recientes intentaron pasar un cargamento de drogas por esa ex base norteamericana. Pero el tiro les salió por la culata porque la droga fue decomisada.
«Es tremendamente importante en esta era de la globalización el desarrollar unas relaciones a través de las fronteras para tratar los crímenes transnacionales, ya sea el narcotráfico, el tráfico de personas, el lavado de dinero y otras actividades», destacó Mueller.

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