Política antidrogas de E.U. en Colombia está estancada, pero su intervención en la guerra crece
Así lo señala un informe sobre las tendencias de los programas militares de E.U. en el continente, publicado por tres ONG en Washington.
El reporte, titulado Borrando las Divisiones, fue escrito por la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA), el Centro para la Política Internacional (CIP) y el Grupo de Trabajo para América Latina (LAWG, por sus siglas en inglés).
Según el informe, el gobierno estadounidense ha desplegado en Colombia un ambicioso operativo antiterrorista que “se parece más a un regreso a gran escala a la contrainsurgencia al estilo del siglo XX”.
Desde el 2003, dicen las ONG., E.U. ha movido el énfasis de su apoyo al respaldo de las Fuerzas Armadas colombianas en su lucha contra las Farc, el Eln y las Auc.
Primero, señalan, financiando el fortalecimiento de unidades militares que protegen oleoductos en la frontera con Venezuela y, luego, apoyando con entrenamiento y logística el Plan Patriota, una estrategia del gobierno colombiano para atacar a las Farc en su retaguardia.
De acuerdo con el estudio, de 1999 al 2003, E.U. ha entrenado a 28.200 militares colombianos, casi el 50 por ciento de todo el entrenamiento que entregó en América Latina durante el mismo período.
En general, el reporte sostiene que las políticas de E.U. están borrando la línea que separa las funciones militares de las civiles, que habían sido firmemente trazadas en la región tras años de dictaduras y conflictos armados.
Más poder al Pentágono
“Estos cambios están sucediendo ya que doctrinas de seguridad están siendo aplicadas a una amplia variedad de problemas sociales y a obstáculos que enfrenta la gobernabilidad”, dice el informe.
El primer signo de esto, se sostiene en el reporte, es que la mayoría de los programas de asistencia militar, antes controlados por el Departamento de Estado, están siendo transferidos al presupuesto del Pentágono, “en donde están sujetos a menos transparencia y supervisión civil”, y en donde no están regidos por las restricciones en derechos humanos y democracia, típicos en este tipo de programas.
El 57 por ciento de la asistencia militar hacia América Latina está siendo financiada directamente por el Pentágono, aseguran las tres organizaciones.
“Este año, el Pentágono intentó asumir aún más autoridad para entrenar y equipar a fuerzas extranjeras. Esto significa, por un lado, que el Departamento de Estado está perdiendo control de estas riesgosas herramientas de política exterior y, por otro, que el Congreso está ejerciendo muy poca supervisión sobre estos fondos”, afirma el reporte.
La cifra
28.200 Es el número de militares colombianos que recibieron entrenamiento de Estados Unidos entre 1999 y el 2003.
SERGIO GÓMEZ MASERI
Corresponsal de EL TIEMPO
WASHINGTON
Giro en A. Latina
Otro problema, de acuerdo con el informe, es el papel que están cumpliendo las Fuerzas Armadas de E.U. en una variedad de problemas regionales que no tienen un carácter militar propio, como el de las pandillas juveniles en Centroamérica, el narcotráfico o los movimientos populistas. Según las ONG, en lugar de ayudar a enfrentar estos problemas mediante la promoción del desarrollo económico y el fortalecimiento de las instituciones civiles, E.U ha aumentado la asistencia militar y ha mantenido estático el respaldo económico.
“De todas las regiones del mundo, América Latina es el receptor número uno de entrenamiento militar por parte de E.U. Esta asistencia está casi al mismo nivel que la ayuda económica y social”, dice Adam Isacson, del Centro para la Política Internacional.