La hoja de coca ha simbolizado la resistencia del pueblo aymará a la agresión cultural llevada a su paroxismo en la ‘guerra a las drogas’ contra los campesinos del Tercer Mundo por el modelo sanitario, criminal y cultural impuesto por la hegemonía occidental.
Además, la hoja de coca simboliza la sobrevivencia de los campesinos del Tercer Mundo que, arruinados por las políticas agrícolas altamente subsidiadas de los países industrializados, se ven obligados a producir cultivos que contienen drogas, los cuales no están subsidiados y el mercado ilícito los paga por sus costos de producción. Sí, por esos mismos subsidios que por enésima vez la Organización Mundial de Comercio acordó ahora en Hong Kong desmontar a partir del 2013.
Evo Morales, presidente electo de Bolivia, dirigente campesino cocalero, simboliza y representa a los cientos de miles de campesinos alto andinos que debieron emigrar a la zonas tropicales en la región andino amazónica de Bolivia, Colombia y Perú para sobrevivir en los cultivos ilícitos. Además, Evo Morales reclama el derecho de su pueblo a disfrutar de otros recursos naturales que le pertenecen, como son los hidrocarburos.
Pero en un mundo hegemonizado por la globalización, reclamar por acceder y disfrutar de los propios recursos naturales parece una amenaza. Así, Otto Reich, ex encargado del gobierno estadounidense para Asuntos de Latinoamérica, lanzó la siguiente advertencia: «Ojalá que Evo Morales no ponga en práctica lo que ha dicho en su campaña porque eso sería muy malo para el futuro de Bolivia; el mundo puede vivir sin Bolivia, pero Bolivia no puede vivir sin el mundo».
En el 2003, al momento de la crisis de gobernabilidad que llevaba al presidente Sánchez de Lozada a la renuncia, el economista Jeffrey Sachs comentaba que «Bolivia cometió un peligroso, tal vez fatal, error al hacer efectivo el reclamo estadounidense de erradicar la coca, la cual era procesada y vendida en E.U. en forma de cocaína a través de los traficantes colombianos. Bolivia accedió a la demanda reduciendo los cultivos de coca que tienen usos tradicionales de más de 33.000 hectáreas en 1997 a menos de 8.000 en el 2001. Lo importante ahora es que el triunfo de Evo Morales pone el conflicto internacional planteado por las políticas hegemónicas de control de drogas, agrícola y de disfrute de los recursos naturales, en términos de un contencioso entre Estados. No de enfrentamiento entre campesinos y militares en las zonas de producción; no de policías, fiscales y jueces persiguiendo usuarios y proveedores de drogas.
Bien podría afirmarse que una cosa es reclamar por el derecho al acceso y disfrute de los recursos naturales y otra muy distinta es «envenenar al planeta con drogas», pero la hegemonía ideológica sobre el tema se triza cuando son consultados los expertos. Así, en 1995, un estudio de la Organización Mundial de la Salud y del Instituto para la Investigación Interregional del Crimen y la Justicia de Naciones Unidas (Unicri), afirmaba que «Los problemas de salud debidos al uso de sustancias legales, en especial alcohol y tabaco, son más importantes que los problemas de salud causados por el uso de la cocaína».
En Chile no planeamos aplicarle la ley penal a los viñateros. Por el contrario: nuestros vinos son un símbolo de la nación. Tampoco las autoridades francesas lo harían con los campesinos que producen vid vitivinífera en Borgoña y los productores de tabaco de Virginia en Estados Unidos no son perseguidos a balazos por las autoridades pese a que allí está judicialmente probado que el uso de tabaco causa adicción y es la principal causa del cáncer. Sabemos que la mayor causa de mortalidad entre mayores de 50 años en el mundo son los accidentes automovilísticos, pero eso no nos lleva a perseguir penalmente a la industria automotriz. Entendemos que son las fallas en el diseño, ejecución y cumplimiento de las normas del tránsito las causas de esos accidentes, lesiones y muertes.
Algo similar piensan quienes trabajan el problema de las drogas desde una perspectiva solidaria, tolerante y científica.
* Experto en cultivos ilícitos y desarrollo alternativo.