Cómo fue la captura de Rodrigo Granda

Rodrigo Granda: el guerrillero de las Farc de los $ 1.000 millones
Su captura estuvo a punto de generar un rompimiento entre los gobiernos de Colombia y Venezuela.
Mientras los dos gobiernos se trenzaban en la más dura disputa diplomática de los últimos años –generada por la captura del llamado canciller de las Farc en territorio venezolano–, uno de los más destacados miembros de un organismo de seguridad del vecino país iniciaba gestiones para el cobro de una jugosa recompensa.
Según documentos oficiales, este hombre, especialista en operaciones antiterroristas, fue quien a comienzos de diciembre del 2004 le informó a la Policía colombiana que Granda estaba en Caracas, y dio detalles precisos de sus movimientos.
Primero, dijo haberlo visto en el Segundo Congreso Bolivariano de los Pueblos, inaugurado por el presidente Hugo Chávez a finales de ese año; y, luego, en reuniones con personajes de la talla del nobel de Literatura José Saramago y del nobel de Paz Adolfo Pérez Esquivel.
«El informante también dijo que Granda se reunió con el líder nicaragüense Daniel Ortega. Todos los datos que suministró fueron corroborados (…) luego vino la operación», asegura uno de los funcionarios colombianos al tanto del caso.
Con base en los datos del informante, la Policía colombiana envió a Caracas a un grupo especial de oficiales para que trabajaran en secreto con él y con varios miembros de la Unidad Antiextorsión y Secuestro de ese país, que la tarde del lunes 13 de diciembre ubicaron a Granda en la cafetería ‘Roseli’, en el corazón de la capital venezolana.
«Granda fue abordado por varios individuos que se transportaban en cuatro vehículos y que se identificaron como agentes de la Disip venezolana, aunque algunos de los que hablaron con él tenían acento colombiano», reveló en su momento el director del semanario Voz, Carlos Lozano, que presenció los hechos.
Luego fue esposado e introducido en el baúl de uno de los carros, en donde permaneció 14 horas hasta llegar a Cúcuta, ciudad en donde le fue entregado a la Policía colombiana.
El traslado se hizo en una camioneta Jeep de color verde oscuro y de placas GAU58S que siguió la ruta Caracas, Aragua, Carabobo, Cojedes, Portuguesa, Barinas y Táchira, hasta llegar a territorio colombiano.
El pago
Desde ese instante, Granda se convirtió en uno de los presos más custodiados por las autoridades colombianas que no tenían duda de que el agente venezolano se había ganado la recompensa ofrecida por el guerrillero: por eso, se le autorizó el desembolso inmediato.
Para entregárle el dinero, el gobierno Uribe decidió crear un equipo de alto nivel, liderado por un viceministro y por varios directivos de la Policía Nacional.
Además, se le pidió a la Contraloría General su acompañamiento permanente: delegados del ente de control estuvieron hasta el momento mismo en que un emisario del ‘ganador del botín’ recibió el dinero en Bogotá.
Aunque el monto entregado por Colombia se ha mantenido celosamente en secreto –debido a la tensión que el caso Granda generó entre ambos países– EL TIEMPO estableció que se pagaron 1.000 millones de pesos.
«Esa fue la cifra que se acordó entregar desde un principio y solo se pagó en mayo del 2005, cuatro meses después de que estalló el escándalo diplomático», dijo una fuente oficial que pidió el anonimato por razones de seguridad y que, por las mismas razones, solicitó que el nombre del dueño de la recompensa no se divulgue.
«No podemos afectar su integridad. Además, esta persona ha tenido que gastar gran parte del dinero en la defensa de algunos de sus compañeros investigados», agregó la fuente.
La plata de la recompensa salió del rubro de gastos reservados de Policía Nacional y el monto a pagar de una especie de ‘tabla de precios’ preestablecida: un miliciano ‘vale’ 2 millones de pesos; un comandante de frente, 1 millón 800 mil; y un miembro del llamado secretariado, 5 mil millones de pesos…
Pez gordo
«Lo importante no es la plata sino que logramos neutralizar sus actividades,que eran muchas a nivel internacional», dice uno de los investigadores del caso.
Y agrega que pocos meses después de su captura se supo que el guerrillero tenía en su haber más de 200 viajes por todo el mundo, incluidos dos a Nueva York y uno a Libia.
La misión: durante sus correrías internacionales Granda no solo desprestigiaba al gobierno colombiano de turno, sino que promovía la causa ideológica de las Farc y buscaba que países y organizaciones les reconocieran estatus político.
Se supo, por ejemplo, que estuvo en contacto con emisarios del gobierno francés para tratar el tema de la liberación de la ex candidata presidencial Íngrid Betancourt, que el próximo 23 de febrero cumple cuatro años de secuestro.
Según fuentes oficiales, en abril del 2004 el embajador francés en Venezuela, Pierre–Jean Vandorne se reunió con el guerrillero.
A esa ciudad también habría acudido un delegado suizo que desde hacía meses adelantaba gestiones para que se aceptara el intercambio de enfermos de la Farc presos, por un grupo de mujeres secuestradas entre las cuales estaría Íngrid.
Pero no todos los contactos de Granda eran de carácter ‘diplomático’: autoridades del Paraguay lo vincularon con la banda de secuestradores y asesinos de Cecilia Cubas, hija del ex presidente paraguayo Rául Cubas.
Al respecto, investigadores paraguayos dicen que Osmar Martínez, uno de los líderes del partido de izquierda Patria Libre, involucrado en el plagio, habría mantenido contacto fluido con Granda a través de un correo electrónico.
Aseguran que del email de Martínez –[email protected]– salieron y llegaron varios mensajes de [email protected]., el email de Rodrigo Granda.
Y agentes del FBI también están seguros de que el llamado ‘canciller’ de las Farc tiene información clave sobre la suerte que corrieron los tres contratistas estadounidenses que permanecen en poder de esa guerrilla desde febrero del 2003, cuando la avioneta en la que viajaban fue derribada.
Por eso, el guerrillero ha recibido varias visitas, en su lugar de reclusión, de miembros de esa agencia.
Lo concreto del caso es que su importancia dentro de la organización guerrillera es tal, que hoy aparece encabezando la lista de subversivos canjeables por personas secuestradas por las Farc.
Y lo paradójico del asunto es que hace cuatro años Granda no existía ni para Colombia ni para el gobierno de E.U., que hoy estudia su solicitud de extradición.
Hasta septiembre del 2001 –fecha de los atentados terroristas en Nueva York– ambos gobiernos estaban convencidos de que Granda era otro de los alias usado por Luis Édgar Devia, conocido como ‘Raúl Reyes’.
Actualmente, el guerrillero de los 1.000 millones de pesos permanece recluido en la cárcel de máxima seguridad de Cómbita (Boyacá) y está próximo a ser sentenciado por rebelión agravada, delito castigado hasta con 12 años de prisión.
Y su extradición a E.U. aún no se descarta.
UNIDAD INVESTIGATIVA
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