Guerrilleros acecharon a soldados antes de masacre de Vista Hermosa, Colombia

Están dormidos», fue la frase interceptada a una guerrillera, que alertó a la patrulla y permitió su reacción.
La compañía creía que perseguía a 5 guerrilleros, pero de pronto fue rodeada por 300 hombres armados.
La alerta se descencadenó a las 3:00 de la mañana. Los centinelas de la compañía de 90 hombres del Ejército, que descansaba en el área rural de Vista Hermosa el pasado martes, acababan de interceptar la frecuencia de radio de una guerrillera. “Están dormidos, están dormidos…”, decía la voz femenina. Las Farc estaban cerca.
Así repite el soldado profesional John Quintero* el testimonio que le entregó su primo y también soldado Luis Eduardo Quintero*, uno de los sobrevivientes del mayor revés militar en la administración de Álvaro Uribe y que representó 29 militares muertos en un combate de tres horas.
En medio del hermetismo y de las medidas que han impedido obtener las declaraciones de los sobrevivientes, EL TIEMPO habló con John y con Normary, novia del sobreviviente, que ya se saben de memoria el relato de este militar.
“Yo no he podido viajar a donde lo tienen porque es muy lejos, pero ya me dijeron en el batallón que le van a dar unos días para descansar… voy aprovechar para convencerlo que se salga de eso”, dice Normary, de 18 años, quien admitió que su novio no paró de llorar cuando se lo pasaron al teléfono el pasado jueves.
“Dos amiguitos de él se le murieron casi encima”, añade.
Por su parte, su primo, quien ya se encuentra en Vista Hermosa, señala que la compañía de Luis Eduardo tenía planeado llegar al casco urbano del municipio el 30 o 31 de diciembre, para reabastecerse y organizar los asuntos logísticos de fin de año. Algunos soldados estaban listos para irse de permiso.
El seguimiento
“Ellos ya llevaban como una semana bajando de la loma donde les prestaban seguridad a los erradicadores manuales de coca”, señala John.
“Hay gente que dice que ellos se metieron a las casas, pero eso es mentira. Es que en las faldas de esa Serranía y empezando a subir, hay unas haciendas inmensas y la coca está dentro de ellas”, agrega.
Según su relato y el de Normary, allí acambucharon varios días, antes de retomar el camino hacia Vista Hermosa, pero sin contratiempos ni alarmas.
“Encontraron varios trayectos minados, porque a la hora del programa (enlace radial que hacen todas las unidades) nos enterábamos. Sin embargo, en esa semana no tuvieron bajas ni problemas”, recuerda el soldado John.
Para el domingo 18, por la noche, la compañía tuvo que emboscarse (ocultarse) porque lograron detectar un grupo de guerrilleros (hablan de más o menos cinco), que vestidos de civil y ‘camuflados’ como campesinos, les seguían la pista.
No lo sabían, pero al parecer este puñado de hombres de las Farc eran solo la punta de lanza de una estrategia que en diez días los haría caer en una trampa mortal.
“Luis Eduardo me dijo que se corrieron como un kilómetro sin contratiempos, pero el 21 y el 22, antes de la Navidad, se desataron algunos combates. Tuvieron que avanzar y afortunadamente, unas reses activaron un campo minado, evitando que ellos fueran las víctimas”, dice John.
‘Hay que salvar la carne’
Según la versión que le contó su primo, una de las vacas que pisó el explosivo sirvió de cena para un pelotón. “A veces pasa así y toca intentar salvar algo de la carne”. Lamentablemente al día siguiente hubo más campos minados y dos soldados resultaron heridos.
“Tuvieron que empezar a avanzar más lentamente y revisando el sector. Pasaron Navidad en esa zona y el 25 levantaron nuevamente los cambuches y acamparon en Playa Rica”, cuenta.
“Lucho me dijo que esa noche de Navidad no hubo nada especial.
Comieron como de costumbre a las 5:30 p.m. y algunos escucharon en sus radiotransistores música de parranda hasta media noche”, relata la novia de Quintero.
El 25 también fue un día normal, lo mismo que el 26 . Para John, cuando la tropa se ‘fresquea’ porque no pasa nada es el preámbulo de que sí va a pasar algo y grave.
“Luis me dijo que el 26 por la tarde, antes de la comida, ya sabía que le tocaba de centinela en el relevo de las doce”, agrega su novia .
Luego de que escucharon la conversación de la guerrillera por radio, los centinelas y la patrulla externa se movieron y se escuchó el primer rafagazo.
Guerrilleros de la nada
“Al parecer, los cinco guerrilleros que le pusieron el cebo por el radio, eran los mismos que habían salido detrás de ellos desde el 18 de diciembre”, agrega John.
Hubo 90 interminables minutos en los que no pasó nada, hasta que se escuchó nuevamente el rafagazo. Para ese entonces uno de los centinelas ya había muerto.
El capitán, comandante de la compañía, empezó a impartir instrucciones. “La orden siempre fue darles a los cinco manes y eso trató de hacer la escuadra que los persiguió, pero cayeron en el campo minado. Ahí empezó de verdad lo bravo”, dice John.
Su primo Luis Eduardo, que resultó herido por esquirlas de granadas, le relató que dos escuadras más empezaron a trepar por la montaña. “Cuando se dieron cuenta se les vino todo el grueso de la guerrilla. Lucho nos contó que los guerrillos parecía brotar de la tierra. Aparecieron de la nada”, concluye John.
La compañía resistió el combate durante tres horas, con el apoyo del avión fantasma y los helicópteros artillados de la Fuerza Aérea, pero los cilindros, los rockets y los explosivos de la guerrilla ya habían ocasionado un golpe fulminante.
JINETH BEDOYA LIMA
Redactora de EL TIEMPO
[*] Nombres cambiados por petición del soldado y su familia.

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