Revelan torpeza de espías holandeses

Los quebraderos de cabeza de los servicios secretos de los Países Bajos (AIVD en sus siglas holandesas), lastrados por la torpeza de sus agentes, llegaron ayer al cénit con una emisión televisiva sobre el contenido de dos discos de ordenador llenos de secretos considerados de Estado. Si bien el contenido no fue desvelado en su totalidad, sí quedó clara la poca habilidad del espía que los tenía a su cargo. Los dejó olvidados en el maletero del coche de alquiler que conducía, que fue devuelto a la agencia propietaria. Allí, al verlos, acudieron al despacho de Peter R. de Vries, el periodista de sucesos más famoso del país y ahora aspirante a político. Lejos de contenerse, De Vries mostró anoche en el programa semanal que presenta cómo devolvía el paquete al azorado dueño.
El agente descubierto no quiso coger los discos informáticos. El problema es que ahora han sido reclamados por la jefatura de los servicios secretos, pero el periodista no quiere devolverlos.
En los discos puede haber detalles sobre grupos extremistas de izquierda y ecologistas obtenidos entre 1995 y 2002. También informes sobre miembros de la oposición socialdemócrata y algunos concejales. Pero lo más interesante sería lo grabado sobre las escapadas íntimas del ultraderechista Pim Fortuyn. El que fuera fundador del partido que lleva aún su nombre, Lista Pim Fortuyn, asesinado en 2002 por un ecologista radical, no ocultaba su homosexualidad. Es más, la aireaba en las tertulias televisivas para subrayar que las sociedades tolerantes podían asumir a los gays.
Según De Vries, si bien la inclinación sexual del fallecido era pública, los servicios de espionaje poseían «datos muy comprometedores de sus encuentros con jovencitos marroquíes».
Otro de los documentos incluido en las grabaciones llevaría el título Los trapos sucios de D66. Dicho partido, liberal de izquierda, integra la actual coalición gobernante junto a la democracia cristiana.
El Parlamento pidió explicaciones al ministro de Interior, Johan Remkes. Sus señorías querían saber si era verdad que se espiaba a los políticos y tal vez también a las agrupaciones políticas. Mat Herben, miembro de la Lista Pim Fortuyn y supuestamente objeto de la atención del espionaje patrio, exigió respuestas concretas.
El ministro aseguró que no había motivo de alarma. Se indagó sobre Fortuyn, dijo, porque su vida privada le hacía vulnerable al chantaje. Pero no. No hubo más diligencias de las habituales para los nuevos aspirantes al poder. Algo corroborado por la Fiscalía General. En cuanto al agente que perdió los discos, ha sido trasladado.
Para el periodista De Vries, que acaba de inscribir su agrupación política en el registro y aspira al apoyo del 41% del electorado (los sondeos indican que cuenta con un 28%, de momento) el asunto de los discos ha reforzado sus convicciones. «Mejor un vigilante de barrio que un agente secreto», dijo en su presentación como candidato a primer ministro. Una frase que resulta amarga para los servicios de información, que suman varios fallos en los últimos tiempos.
Uno de sus traductores del árabe resultó ser un agente doble. Transmitía mensajes a los mismos extremistas musulmanes que el Gobierno investigaba. «Qué desastre para el servicio, qué pérdida de imagen», lamentó en su día la cúpula del espionaje. Hace dos meses se supo que otro espía había olvidado en el tren un ordenador con información comprometedora sobre islamistas radicales. El aparato no fue recuperado. Y la semana pasada, otro agente se descubrió al telefonear a la persona que seguía.
Fuente: El País
12.12.05

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