Inteligencia española advirtió sobre peligro de islamistas de "segunda generación"

En el documento se aconseja fijar la atención en los ejemplos británico y francés para prevenir la conversión de estos jóvenes radicales en elementos «operativos» del terrorismo islamista.
El perfil de los individuos sobre los que el informe, de más de veinte páginas, fija la atención en el perfil de un islamista, adolescente varón, de nacionalidad española y origen magrebí, con un nivel de integración social mayor que el de sus padres, pero muy susceptible de sentirse atraído por el discurso radical de los mayores de su entorno.
De hecho, la influencia sobre los musulmanes de segunda generación por parte de estos islamistas radicales, que actúan en sus círculos difundiendo el discurso del odio, se apunta en el informe como la principal razón de la radicalización de los jóvenes, a pesar de haber nacido y crecido en una sociedad occidental y haber ido al colegio con otros niños españoles.
Pero esa creciente radicalización del discurso de los imanes «de garaje», como los llaman algunos expertos de la lucha antiterrorista, no sólo resulta dañina para un futuro a medio o largo plazo, sino que es el principal indicador de que la amenaza que se cierne sobre España continúa en el mismo nivel alto que hace unos meses. La Unidad Central de Información Exterior (UCIE) de la Policía ya tiene elaborado un censo de más de 400 locales repartidos en los que se propaga ese discurso radical por parte de los imanes.
Esos focos de integrismo se reparten principalmente por las zonas donde se ubican las «bolsas» de inmigración magrebí, es decir, Navarra, Cataluña, todo Levante y Andalucía. Sin embargo, el informe señala que estos jóvenes de segunda generación no se localizan necesariamente en poblaciones con gran presencia de magrebí es y que disfrutan de «una mayor movilidad» en razón de la nacionalidad española de la que disfrutan, precisaron las fuentes consultadas.
7-J: adolescentes británicos de origen paquistaní.
En el informe se recomienda prestar mucha atención a la evolución durante los últimos años de los fenómenos migratorios en Francia y Reino Unido y su relación con el islamismo radical. En concreto, los atentados terroristas del 7 de julio presentaron a unos autores materiales bastante integrados en el tejido social británico, como Sindique Khan, el amable profesor de primaria que dedicaba parte de su tiempo libre al cuidado de niños discapacitados y parte a liderar la célula que causó 52 víctimas mortales en la capital británica.
Pero los ejemplos a los que se refiere el informe de los Servicios de Información españoles son los de Cazad Tánger y Aviv Hussain, de 22 y 18 años de edad, respectivamente, nacidos en Reino Unido, pero de origen paquistaní. Tánger era un graduado en Ciencias del Deporte, amante de las artes marciales y del críquet y miembro de una familia que vivía de forma desahogada en un suburbio de Bradford.
Al igual que su amigo Aviv, viajó a Pakistán a estudiar religión y a su vuelta, ya nunca fue el mismo. Los expertos ya destacaron tras los atentados de Londres que este tipo de jóvenes fanáticos son mucho más difíciles de detectar que sus progenitores o ‘hermanos’ que no nacieron en España y les superan en edad, a los que puede delatar su aspecto o sus dificultades con el idioma.
Cuando el ministro del Interior, José Antonio Alonso, acudió el pasado mes de octubre a la comisión de Interior del Congreso de los Diputados para explicar la aplicación de las recomendaciones de la comisión de investigación del 11-M su conclusión fue tajante: «Los atentados de Londres nos han recordado que la amenaza islamista está consolidada y que es persistente y constante».

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