Una nueva historia de espionaje

La historia de la roca transmisora de los espías británicos en Moscú parece la trama de una de las novelas de suspenso de John Le Carré con un toque de la tecnología manejada por James Bond.
De ser cierta, es una señal de que no importa que la Guerra Fría haya finalizado: el mundo del espionaje sigue vivo, y emplea a muchas personas.
También es un ejemplo de la manera en que la distribución de la información entró en la era electrónica.
«Es una mirada fascinante a los dispositivos impresionantes que se utilizan actualmente», dice el profesor Richard Aldrich, de la Universidad de Nottingham.
La antigua costumbre de dejar cosas para que las encuentren otros espías con instrucciones como «bajo el árbol al lado del farol» ha sido abandonada en favor de computadoras portátiles y transmisores de corto alcance.
Al parecer, ahora usted puede transmitir la información a una roca para que sus «amigos» la descarguen al otro día, sin necesidad de claves secretas y receptores de radio.
Pero las computadoras tienen un problema, y es que se pueden dañar y requerir de reparación. Y eso es lo que parece haber sucedido en este caso.
Lea sobre la denuncia de los presuntos espías
Los objetivos
¿Métodos tradicionales en tiempos modernos?
Pero, ¿por qué todavía se toman la molestia?
La respuesta es que en nuestros días el espionaje ha cambiado, pero no ha desaparecido.
Los países occidentales ya no están preocupados por la posibilidad de un ataque soviético, y de hecho cooperan con Rusia para combatir el terrorismo internacional.
Pero sí están preocupados por el nuevo nacionalismo ruso.
Los gobiernos quieren estar al tanto de la dirección en la que van las políticas del Kremlin, la seguridad de las instalaciones nucleares antiguas, y la venta de armas rusas a otros países como, por ejemplo, Irán.
Si la historia de la roca transmisora es cierta, dice Alex Standish, editor de la revista Jane’s Intelligence, «quizás indica un retorno a la recolección de información hecha por seres humanos, y no de satélites y monitoreo».
El factor ONG
Los rusos están convencidos de que los países occidentales están interfiriendo en sus asuntos nacionales y en la relación con los países ex soviéticos, y que esto se está haciendo a través de las organizaciones no gubernamentales (ONG)
Margot Light, London School of Economics
Existe, sin embargo, un ingrediente particular en esta historia que puede resultar preocupante.
El servicio de seguridad ruso vinculó esta supuesta operación de espionaje con el tema de la entrega de ayuda extranjera a organizaciones no gubernamentales rusas.
Parecería que las autoridades están intentando perjudicar a la ONG asociándolas con el espionaje.
El presidente Vladimir Putin -quien es un ex funcionario de la agencia de espionaje KGB- promulgó una nueva ley que regula estrictamente a estas organizaciones.
Esta podría ser una de las razones por la que los rusos le han dado tanta publicidad al incidente.
«Los rusos están convencidos de que los países occidentales están interfiriendo en sus asuntos nacionales y en la relación con los países ex soviéticos, y que esto se está haciendo a través de las ONG», explica Margot Light, profesora del London School of Economics.
«Tras la Revolución Naranja ocurrida en Ucrania, el gobierno ruso quiere impedir el surgimiento de movimientos similares en Bielorrusia y Uzbekistán», añade Light.
«Sorpresa»
(La historia) quizás indica un retorno a la recolección de información hecha por seres humanos, y no satélites y monitoreo
Los gobiernos tienden a reaccionar a estos incidentes con un poco de furia falsa.
La escena es parecida a una de la famosa película «Casablanca», cuando el Capitán Renault cierra el establecimiento Rick’s Cafe.
«¡Estoy indignado, indignado de ver que aquí se apuesta!», dice el capitán, al mismo tiempo que recoge lo que ganó apostando.
Recuerdo algo que ocurrió hace pocos años, en plena Guerra Fría.
Los funcionarios de la embajada soviética en Londres mostraron a la prensa unos micrófonos escondidos tras el papel de colgadura de los apartamentos de la embajada.
La respuesta de los británicos fue algo así como «¿Quiénes? ¿Nosotros? No…».
Hasta ahora, la cancillería británica en Londres ni siquiera se ha molestado por negar el incidente.
La cancillería niega haber hecho algo incorrecto al apoyar las ONG, y dice que recibió la noticia con «preocupación y sorpresa».
«Sorpresa» es la palabra usual para estas ocasiones.
«Sorprendido» se mostró el entonces canciller británico Robin Cook cuando una ministra acusó al gobierno de poner micrófonos en las oficinas del secretario general de la ONU antes de que comenzara la guerra en Irak.
Los rusos tampoco pueden quejarse.
Alex Standish dice que su revista reportó hace tres años «un aumento del 300% en el número de agentes de inteligencia rusos en Londres».
Según Standish, «el cambio comenzó con la llegada de Putin al poder, pues durante los años de gobierno de Boris Yeltsin la inteligencia fue desmontada».
Y hace poco, el ex agente de la FBI Robert Hanssen fue sentenciado a cadena perpetua por espiar para los rusos durante más de 20 años.
Hanssen utilizaba los métodos tradicionales. El doble espía fue capturado poco después de dejar un paquete con material secreto en un parque en las afueras de Washington.

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