5,6 toneladas de cocaína fueron decomisadas en Argentina durante 2005

Carlos Prieto.
cprieto@clarin.com
Cuando el 31 de diciembre cayo en José C. Paz una banda de narcos con un cargamento de setecientos cincuenta kilos, la tendencia que venían mostrando las estadísticas parciales se terminó de consolidar: en 2005, la cantidad de cocaína incautada en el país marcó el récord histórico.
El año pasado fueron incautados al menos 5.618 kilos de clorhidrato de cocaína. La cifra supera en un 8,2 por ciento a los 5.192 kilos secuestrados en 1997, que era el año récord desde 1991, cuando la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (SeDroNar) comenzó a llevar estadísticas centralizadas de los decomisos.
El dato de 5.618 kilos no es totalmente definitivo, ya que a la SeDroNar aún le faltan los informes de los procedimientos realizados por algunas de las fuerzas de seguridad provinciales en los últimos días del año. La cifra final será levemente mayor.
Los 5.192 kilos secuestrados en 1997 se explicaban en buena medida por el llamado Operativo Strawbery, en el que se descubrieron 2.181 kilos de cocaína (el 42% del total del año) disimulados en un embarque de pulpa de frutilla que estaba a punto de ser enviado a Alemania. De hecho, en el año anterior y en los siguientes las cantidades incautadas fueron menos de la mitad.
En cambio, los números de 2005 confirman una tendencia creciente. En 2002 se incautaron 1.562 kilos de cocaína; en 2003, 1.918 (un 23% más que el año anterior); en 2004, 3.048 (59%). Los números provisorios de 2005 muestran un incremento del 84% respecto a 2004.
Expertos en narcotráfico de las fuerzas de seguridad consultados por Clarín aseguraron que no hay ningún modo fehaciente de estimar qué porcentaje del negocio total de la droga representa lo incautado, pero coincidieron en que los números son indicadores de un fuerte aumento en el volumen del tráfico de cocaína.
El director general de Investigaciones de Gendarmería Nacional —esa fuerza decomisó alrededor del 50% del total de cocaína incautada en el año—, Aníbal Maiztegui, aseguró que el incremento en el tráfico «está relacionado con el aumento de las hectáreas cultivadas con planta de coca en Perú y en Bolivia».
El último informe oficial de la UNODC (sigla en inglés para la Oficina sobre Drogas y Crimen de las Naciones Unidas) sobre el tema indica que en 2004 la superficie cultivada de planta de coca —el insumo esencial a partir del que se elabora el clorhidrato de cocaína, que es la droga de consumo— aumentó un 13,8% en Perú y un 17,3% en Bolivia con respecto a 2003.
Los únicos tres países en el mundo donde se produce hoja de coca son Colombia, Perú y Bolivia. Como en Colombia los cultivos vienen decreciendo, Perú y Bolivia pasaron en 2004 a concentrar el 44% del potencial de producción de cocaína, contra 35% del año anterior. «En Perú además aumentó mucho la cantidad de laboratorios», apuntó una fuente de Drogas Peligrosas de la Policía Federal.
Para comercializar esa mayor producción de cocaína, los narcos necesitan moverla a través de países vecinos. La cercanía geográfica con Bolivia y el sur de Perú convierte a Argentina en uno de los países de tránsito de la cocaína hacia otros destinos. Los otros son Brasil, Paraguay (en ambos las cantidades incautadas vienen creciendo) y Chile.
Aunque una porción de la cocaína que entra en la Argentina es para consumo local, se estima que la mayor parte está destinada al contrabando hacia otros mercados. Es una cuestión de números: el precio mayorista promedio del kilo de cocaína en Europa, según la UNODC, es de 45.730 dólares, contra 5.500 en el mercado ilegal argentino.
De cualquier modo, Maiztegui advirtió que no se puede interpretar linealmente que el tráfico aumentó en la misma proporción que los decomisos: «Creemos que también mejoró la calidad de nuestras investigaciones, lo que nos lleva a descubrir organizaciones de mayor tamaño».
El jefe de la Federal consultado resaltó que «también hay algo de azar; Gendarmería secuestró 752 kilos el 31 de diciembre; si el operativo se hubiese hecho un día después, hubiese bajado la cifra de 2005 y aumentado la de 2006. Pero los procedimientos los tenemos que hacer en el momento oportuno. La droga la mueven los narcos, no nosotros».
«Capsuleros», un fenómeno que crece
Camellos o capsuleros se les llama a las personas que tragan cápsulas de cocaína para pasar hasta 1,2 kilos de la droga dentro de su estómago por la frontera y expulsarla después. El método es muy peligroso para el capsulero (si una cápsula se rompe corre riesgo de morir) y muy difícil de detectar para las fuerzas de seguridad. En los puestos fronterizos cercanos a la frontera con Bolivia, la Gendarmería detectó en 2004 un total de 101 capsuleros. La cifra subió a 242 el año pasado. La suba en las detenciones de capsuleros provoca un nuevo problema, según explicó Aníbal Maiztegui, director general de Investigaciones de Gendarmería: «En este momento tenemos más de doscientas personas detenidas en los calabozos de la fuerza de Salta y Jujuy por orden de los jueces; muchos de ellos quedan detenidos allí hasta que son juzgados. Eso nos obliga a emplear cada vez más personal para custodiar y atender a los detenidos».
La falta de lugares adecuados donde alojar a los presos se acentúa Salta y Jujuy; sólo hay en esas provincias dos alcaidías, con capacidad total para 100 reclusos. En diciembre el ministro de Justicia, Alberto Iribarne, le presentó a la Comisión de Seguridad en Cárceles un proyecto que, entre otras obras, contempla la construcción de una cárcel nueva con 600 plazas en la localidad salteña de Güemes.
La licitación para ésa y otras dos nuevas prisiones ya se había lanzado en 2003, y seis meses después se decidió la preadjudicación, pero en setiembre de 2005 el Poder Ejecutivo anuló todo por «una mala ejecución del proceso evaluatorio».
Detrás de los números
Lucas Guagnini
lguagnini@clarin.com
Las estadísticas son una de las sublimaciones modernas de la realidad. Por eso es importante ver los efectos detrás de los números. Más cocaína pasando por el país son más narcodólares dispuestos a comprar propiedades y voluntades. Son más cuerpos acribillados y mutilados en el gran Buenos Aires con investigadores explicando que «fue un ajuste de cuentas entre narcos». Son más villas y barrios marginales donde la única ley que rige en este momento es la de organizaciones mafiosas.

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