Iniciativa de defensa estratégica en un contexto militar

Mucho se ha escrito en los últimos cinco años sobre el aparente resurgimiento de la defensa estratégica tal como se presenta en la Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI) del presidente. Mucho de lo escrito argumenta la factibilidad de exóticas proporciones técnicas. Otras de las publicaciones separan el control de armamentos y discuten cómo afectará el SDI a los esfuerzos para alcanzar acuerdos con la Unión Soviética. Aún más, otros avanzan eruditas discusiones sobre el efecto del SDI en nuestra postura sin examinar los reales requisitos militares y los efectos de un sistema tal. Es raro que alguno de los escritores trate de poner el programa SDI en un contexto militar. Para muchos, el sistema parece políticamente motivado. Sin hacer caso a las razones para el desarrollo del sistema, sin embargo, el SDI puede estar en manos del establecimiento de defensa de EE.UU. y operando dentro de una compleja serie de requerimientos y amenazas que se extienden desde las operaciones antiterroristas a la prevención de un holocausto nuclear.
Lo que aquí se propone es discutirlo en el contexto militar. Esta discusión no cubre directamente el argumento de la factibilidad tecnología. No trata de resolver el enigma del control de armamentos excepto para sugerir que no vamos a lograr cosa alguna sin compensación. El articulo se refiere a los efectos del SDI en nuestra postura estratégica sugiriendo que aunque no puede hacer impotentes u obsoletos los armamentos nucleares, puede ser muy importante en nuestra postura general de fuerzas estratégicas.
También examina el efecto del programa SDI en los requerimientos «tácticos» o de «escenario,» que a largo plazo tienen tanta importancia corno el ataque nuclear soviético «venido del azul del cielo» al territorio continental de Estados Unidos. Pero primero, ya que el SDI es un concepto de defensa estratégica, es conveniente ponerlo dentro del contexto histórico de la defensa del suelo patrio.
El Contexto Histórico
La experiencia histórica de los EE.UU. no hace hincapié en la necesidad de defensas en el sentido clásico. Nosotros hemos confiado en dos océanos para protegemos de las amenazas extranjeras; y hemos tenido la ventaja defensiva de una gran extensión territorial. (La Primera y la Segunda Guerra Mundial, Corea, y Vietnam nos enseñaron las ventajas de pelear guerras en tierra ajena.) Además, el advenimiento de las armas nucleares junto con los rápidos medios de lanzarlas a través de distancias intercontinentales parece que hizo la idea de defensa estratégica cosa de poca importancia para los teorizantes estratégicos de los EE.UU.
Aún en la era de grandes fuerzas estratégicas en los años cincuenta y a principios de los sesenta (antes de que los misiles intercontinentales hicieran sentir considerablemente su presencia), la amenaza de destrucción absoluta, o retaliación masiva, era el mecanismo primario de nuestra defensa militar. Nosotros evidentemente vimos nuestras fuerzas defensivas jugando un papel importante en el cálculo de la disuasión, pero nosotros ciertamente no pensamos que nuestros interceptores y las baterías de misiles de defensa aérea hubieran hecho obsoletos los bombarderos soviéticos o eliminado la amenaza de las armas nucleares.1 Como dijo el Secretario de Estado John Foster Dulles en 1954, los Estados Unidos irían a «depender primordialmente de una gran capacidad de retaliar instantáneamente por los medios y en los lugares que nosotros escojamos.»2 Mientras los Estados Unidos y la Unión Soviética dependan de la ofensiva nuclear como principal instrumento militar durante esta era, los Estados Unidos no ignoraron sus defensas activas aunque estas no pudieran, tan considerables como eran, tomarlas como totalmente efectivas.3 Así capturó la idea Bernard Brodie:
Hay una severa regla empírica según la cual a ningún vehículo de ataque enemigo se le debe otorgar «paso de cortesía.» Al enemigo no se le debe relevar de la incertidumbre en relación con las avenidas de ataque que le sean posibles.4
Pero a medida que progresaba la guerra nuclear, descuidamos nuestras defensas activas prácticamente hasta su total abandono en los años setenta. A través de los decenios de los sesenta y de los setenta, la amenaza soviética se acrecentó en cuanto a la flota de misiles balísticas y disminuyó en cuanto a los bombarderos. Por supuesto, en ese tiempo nosotros pensamos en el concepto de misiles balísticas defensivos pero al fin de cuentas lo abandonamos porque «desestabilizaba» las relaciones estratégicas con los soviéticos, porque eran demasiado costosas, y porque era una nuez muy difícil de romper con la tecnología existente entonces.5
Entonces codificamos las relaciones de «rehenes mutuos» en 1972 con el Tratado de Misiles Antibalísticos (ABM) y nos asentamos en lo que muchos en los Estados Unidos llaman destrucción mutuamente asegurada (MAD), que asumía que la estabilidad entre las superpotencias podía asegurarse solamente si ambos bandos pueden mantener la capacidad de destruir al contrario.6 Destrucción en este caso implica devastación con ciudades más bien que armamentos o sistemas de mando como objetivos. (Oficialmente la política declaratoria de los EE.UU. la llama destrucción asegurada, y el «mutuo» fue agregado por los analistas de los «think-tanks» [compañías para la investigación de problemas que afectan la sociedad])
Esta era la situación (admitiendo que simplificada en beneficio de la brevedad), o por lo menos la situación creída en público, a través del decenio de los setenta y parte del de los ochenta -excepto por los perennemente negadores que argumentaban que la destrucción asegurada o MAD en realidad nunca había existido y que desde que se creo la tecnología necesaria los objetivos de los Estados Unidos habían sido los armamentos de los soviéticos y nuestros armamentos los objetivos de los soviéticos.7 Además, había algunos que se opinan a MAD en primer 1ugar y que se oponían inclusive a una política declarada de destrucción asegurada. Fred S. Hoffman (famoso por su «Hoffman Report») resumía el punto de vista antiMAD de esta manera:
[los partidarios de MAD] generalmente hacían implícita la interesante suposición de que los soviéticos dedicaban su entera (y…es de suponerse en perfectas condiciones) fuerza de misiles para atacar las ciudades, ignorando los objetivos militares en general y sin hacer siquiera una tentativa de reducir nuestra capacidad retaliatoria atacando nuestra fuerza nuclear ofensiva.8
Así parece, por lo tanto, según dice otro observador, «que la única consecuencia del tratado ABM fue asegurar que la capacidad ofensiva (causante de daño) y la capacidad defensiva (preventiva de daño) van a depender de los mismos armamentos. «9 Esto significa simplemente que aunque los partidarios de MAD tuvieron su día en relación con la filosofía de objetivos de EE.UU., lo que ha sucedido es que hemos sido forzados a construir una capacidad de contra fuerza a que, en términos militares, no tiene absolutamente razón de ser que haciendo sus objetivos de las ciudades soviéticas, vamos a incitar una reacción similar de sus reservas; que van a sobrevivir porque no han sido nuestros objetivos.
El Requisito Militar
Para hacer peor el problema, en el decenio de los setenta se hizo evidente para muchos observadores que la Unión Soviética no subscribía el concepto de la destrucción asegurada. Como decía un escritor, los soviéticos creen que «no importa qué tan horripilante sea, la guerra nuclear debe ser sobrevivible y debe ser posible alguna victoria significante.»10 Esto quiere decir que ellos no consideran las armas nucleares como una fuerza mística más allá de nuestra visión, más allá de nuestra mente, que puede utilizarse solamente contra aquello que puede causar su propia destrucción-las ciudades de Estados Unidos. Su filosofía más bien hace central la habilidad de pelear una guerra nuclear en el sentido clásico. Sus armamentos han sido diseñados con la precisión y en número suficiente para atacar y causar tremendo daño a nuestras armas nucleares endurecidas y los centros de mando.
De todo esto podemos concluir que en caso de que tengan que pelear una guerra nuclear, los líderes de la Unión Soviética planean desarmamos primero. Tenemos que recordar que la razón para que los EE.UU. tengan por tantos años una terna de tres elementos de fuerza nuclear separados, es precisamente evitar que ellos logren ese cometido. No es probable que ellos vayan a atacar nuestras ciudades y dejamos libres para que hagamos lo mismo con ellos, ni van a creemos ninguna declaración en contrario.11 Leon Sloss, notable analista de estrategia y subdirector de Future Security Strategy Study; insiste en que por estas razones los Estados Unidos están «saliendo del concepto punitivo de destrucción asegurada hacia un concepto más flexible y variado.» Él dice, además, que «la doctrina está amenazando su conversión a auto-disuasión.»12 Simplemente los Estados Unidos no pueden seguir amenazando los centros industriales y de población soviéticos, en reacción a un ataque soviético a los armamentos intercontinentales de EE.UU., especialmente cuando se hace evidente que no importa qué hagan los Estados Unidos, los soviéticos seguirán reteniendo suficientes reservas estratégicas para retribuir en igual forma. Hasta hace poco los esfuerzos para mejorar la situación se habían limitado a defensas pasivas de nuestras fuerzas ofensivas, a fin de reducir su vulnerabilidad (base en submarinos y endureciendo los silos de los misiles balísticos intercontinentales [ICBMJ] y con mejoramientos en la exactitud de nuestras armas para dar, como dijo el ex- Secretario de Defensa Caspar Weinberger en relación con los nuevos misiles Peacekeeper (MX) ICBM, una «pronta capacidad de mantener en riesgo recursos soviéticos endurecidos en los cuales el tiempo es esencial [silos de misiles, centros de mando- objetivos de contrafuerza]. «13 Weinberger argumentó en términos similares en relación con el nuevo misil Trident II para ser lanzado de submarinos (SLBM).14 Debe tomarse noté (si el lector no lo ha notado todavía) que los objetivos teóricos en una doctrina con base en la destrucción asegurada son ciudades que no se consideran «recursos soviéticos endurecidos en los cuales el tiempo es esencial.»
Esto nos conduce, aunque después de un tanto de rodeo, al tópico del título-la defensa estratégica, especialmente el SDI. Poniendo a un lado toda la retórica acerca de una más «esclarecida» motivación política, en tesis general las defensas estratégicas pueden tener, y efectivamente tienen, una válida función militar, aunque regiones de analizadores han hecho muy claro que una confiable defensa de nuestros mayores centros de población es desde todo punto de vista prácticamente imposible.15 En los debates sobre el SDI frecuentemente se expresó la idea de que cualquier defensa imperfecta no es defensa pero esto no es pertinente desde el punto de vista militar que estamos examinando-la utilidad de un ataque a ciudades de los EE.UU., sabiendo que nosotros podemos responder en la misma forma. La clave es tener la seguridad de que nosotros siempre podamos responder y denegar al enemigo una probable avenida a una victoria militar-que nosotros podemos responder contra sus armamentos así como a su mando y controlo contra su población en caso necesario. El primero y más directo efecto de la defensa estratégica, bien sea el concepto actual del programa SDI o algo diferente, es mejorar la efectividad de nuestras fuerzas estratégicas ofensivas. Como escribe Sir Michael Howard, tienen el efecto de «mantener la operación de nuestras armas nucleares…en lugar de hacerlas ‘impotentes y obsoletas’16 Esto es estrictamente un requisito militar.
La Esencia de la Disuasión
El Secretario Weinberger dijo en 1982 en una audiencia del Comité de Relaciones Exteriores del Senado que
para disuadir con éxito, debemos poder-y debe ser claro que podamos retaliar contra cualquier agresor potencial de tal manera que el daño que vamos a causar esté substancialmente por encima de cualquier beneficio que pueda esperar de su agresión.17
El programa SDI no ha cambiado este requisito. Tal como se dijo arriba debemos asegurarnos que los soviéticos entiendan que ellos no pueden desarmarnos (y por lo tanto tener nuestras ciudades de rehenes) y de que nosotros responderemos de manera apropiada a cualquier ataque. Defensas activas y pasivas pueden mejorar la habilidad de las fuerzas ofensivas para lanzar sus golpes retaliatorios asegurando la supervivencia de suficientes fuerzas para lograrlo.18 Las medidas activas no tienen que ser perfectas o masivas si se combinan con defensas pasivas tales como movilidad, bases engañosas, o más endurecimiento. El Estudio de Futura Seguridad Estratégica, ordenado por el presidente, refuerza este concepto cuando llega a la siguiente conclusión según dice su director auxiliar, Leon Sloss:
Inclusive defensas de limitada capacidad pueden negar a los planeadores soviéticos con- fianza en su habilidad para destruir suficiente número de objetivos militares para satisfacer los planes del enemigo, y por lo tanto refuerzan la disuasión.19
Debemos recordar que aún en el período de nuestra mayor dependencia en el poder nuclear ofensivo en el decenio de los cincuenta, mantuvimos fuerzas considerables de defensa activa, aunque, como decía Bernard Brodie, no se consideraban completamente efectivas.
Ni la tecnología de armamentos ni la estrategia militar, bien sean ofensivas o defensivas, han sido nunca perfectas, ni hay razón para que podamos esperar que lo sean en el futuro. Pero hay quienes insisten en que la defensa estratégica debe ser perfecta, en que de alguna manera podemos eliminar las armas nucleares, y en que tal «protección» estratégica podremos tenerla algún día en el próximo futuro.20 Los soviéticos pueden evitar un sistema de misiles balísticas defensivos (BMD) aumentando su dependencia en misiles cruceros (SLCM y ALCM) lanzados del mar o del aire e inclusive armas de gravedad lanzadas de bombarderos.21 Eso no es suficiente razón para no intentar un sistema especialmente con el número tan grande de municiones que pueden lanzar los misiles balísticos soviéticos. En algunos casos, bien con SLCM o con ALCM, los soviéticos pudieron atacar las ciudades y las instalaciones militares costeras de los EE.UU. en menos tiempo que con los ICBM. Esto presenta al liderazgo central de los EE.UU. en Washington una amenaza especialmente peligrosa, porque tenemos una reconocida incapacidad de percibir con anticipación la venida de misiles cruceros.22 Un modesto sistema de defensa aérea serviría para incrementar la incertidumbre de los soviéticos inclusive en este caso, pero la historia nos indica que las municiones nucleares, de dondequiera que vengan, siempre podrán penetrar las defensas que construyamos, no importa que tan complejas sean.
Sería una bendición para la humanidad si las naciones «civilizadas» del mundo pudieran lograr el sueño de los proponentes del SDI de hacer «impotentes y obsoletos» los armamentos nucleares. Sin embargo, no es probable que los Estados Unidos y la Unión Soviética vayan algún día a desatar la guerra nuclear simplemente con la amenaza de destruir los misiles balísticos en camino o, como dijo Weinberger a un grupo de líderes europeos, produciendo una situación en la cual «los soviéticos simplemente no tengan razón para continuar su enorme inversión en armas ofensivas» porque los ICBM y los misiles de menor alcance estaban «aproximándose a la obsolescencia. «23
Pero es muy probable, sin embargo, que las defensas pudieran mejorar la disuasión ahora firmemente basada en una fuerte capacidad ofensiva. En este caso este autor tiene que estar de acuerdo con McGeorge Bundy y sus colegas (aunque no en todas sus conclusiones) en la idea de que el SDI «va a tener un nivel de aprobación político que no tiene relación con la realidad» mientras el pueblo de Estados Unidos crea que realmente ofrece la esperanza del Presidente Reagan de que va a hacer obsoletos los armamentos nucleares.24 En otras palabras, si los líderes de EE.UU. siguen exagerando el programa, la presión política pudiera al fin de cuentas forzarlos a tratar de llevar a cabo un sistema que no es posible realizar por lo menos uno tan sofisticado y tan letal como el que proyectan los partidarios del SDI. Los Estados Unidos simplemente no pueden volver a esos tiempos en que estaban seguros atrás de dos océanos; el SDI no puede ser un substituto satisfactorio de ese pasado.25
Si se lleva a cabo, las defensas con base en tierra y en el espacio muy probablemente jugarían un papel importante en evitar un ataque a los Estados Unidos. Sin embargo fomentar la idea de que los Estados Unidos vayan a tornar el énfasis estratégico de la amenaza de retaliación nuclear en «‘una comprensiva defensa nacional» no sólo carece de base hoy en día si no que es un peligro en cualquier tiempo» La idea preferible en este caso la ofreció Fred Hoffman:
La cuestión pertinente en el futuro previsible, no es si la defensa debe, substituir los armamentos ofensivos, sino si debemos depender exclusivamente de armamentos ofensivos o si una combinación militarmente efectiva y elegida de elementos ofensivos y defensivos pudiera cubrir mejor nuestros requisitos de disuasión y limitación de riesgo.26
Las defensas que desplieguen los Estados Unidos deben incrementar la incertidumbre soviética en cuanto a su habilidad para tener éxito en desarmamos o de separar nuestro liderazgo de nuestras fuerzas. Lo que debemos evitar es un programa SDI que impropiamente amenace otros programas militares vitales. Un enfoque desequilibrado pudiera ser peligrosamente desestabilizarte porque en ausencia de un control de armas efectivo, los soviéticos pudieran intentar abrumar nuestras defensas con un mínimo de preocupación por retaliación de EE.UU., especialmente si ellos han construido sus propias defensas (lo cual ya han hecho contra nuestra aviación).
La esencia de la disuasión seguirá consistiendo en la habilidad para responder a un ataque nuclear-poniendo en primer lugar la habilidad del enemigo para hacer daño a los Estados Unidos pero con riesgo y entonces, si es necesario, presentar la amenaza a su población. (Después de todo, armas capaces de destruir los sitios endurecidos de los armamentos del enemigo también pueden causar atroces daños a centros de población que no han sido endurecidos.) Si defensas activas pueden contribuir a este fin, estas deben tener lugar en el calculo de la estrategia de los EE.UU. Un sistema dé defensa limitado puede por lo menos dar protección muy necesaria contra misiles de otras naciones o contra lanzamiento accidental y al mismo tiempo dar algún nivel de protección a nuestro vulnerable liderazgo nacional. Sin embargo, atribuyendo al SDI la tecnología que puede responder al reino del terror nuclear y la capacidad de torna la disuasión a una base en la defensa, muy bien pudiera forzarnos a drenar nuestros recursos para nuestras fuerzas estratégicas ofensivas y para medidas muy necesarias tales como el engaño y la movilidad que darían una mas efectiva defensa pasiva probablemente a un costo mucho menor que el exótico SDI.27
Los norteamericano han tenido un largo romance con la tecnología, y en ninguna parte se hace esto tan evidente como en el Departamento de Defensa. Esto no es necesariamente malo, pero no debemos permitir cerrar los ojos ante las posibilidades de tecnologías desconocidas y promesas de soluciones milagrosas para lo que probablemente es el mayor dilema de la humanidad. Nuevos adelantos tecnológicos, desde el arco largo a la bomba de hidrógeno, regularmente han cambiado la faz de la batalla, pero ninguno ha provisto una solución al problema de la guerra.
La Perspectiva Táctica
El programa SDI tiene potencial para afectar mucho más que el tradicional equilibrio estratégico. El nuevo énfasis en defensa estratégica también puede generar cambios tremendos en el ambiente del campo de batalla o la táctica. Antes de explorar estas posibilidades tenemos que aclarar algunos malentendidos acerca del concepto de operaciones estratégicas y tácticas.
A partir de la Segunda Guerra Mundial y el advenimiento de las armas nucleares, hemos tenido una tendencia a dividir nuestras fuerzas militares en convenientes categorías estratégicas y tácticas. En el público general e inclusive en muchos casos dentro del cuerpo militar se ha establecido la asociación de «la fuerza estratégica» con las armas nucleares de alcance intercontinental echando todo lo demás en otra caneca de fuerzas «tácticas» o «teatro de operaciones.»
¿Cuántas veces hemos oído altos oficiales del Departamento de Defensa o de la administración discutiendo armas «estratégicas» en un contexto que sólo puede referirse a armas nucleares? La Conferencia de Reducción de Armas Estratégicas (START) no trata de reducir armas estratégicas sino más bien armas nucleares de largo alcance. Esta aparente división de responsabilidades entre fuerzas «estratégicas» y «tácticas» es puramente arbitraria.
Lo importante es no el arma que se usa sino como se usa. Como indica el Dr. Robert Kupperman, los sistemas que hemos considerado estratégicos, tales como bombarderos e inclusive nuestros ICBM, «pueden atacar objetivos del teatro de operaciones mientras que sistemas de largo alcance del teatro de operaciones también pueden atacar objetivos estratégicos.»28 Entonces, la diferencié entre un ICBM (o caza-bombardero) estratégico o táctico se determina por lo que es su objetivo, no por sus dimensiones, o su alcance, su velocidad, o su capacidad de destruir. Debe mencionarse que los soviéticos consideran estratégicos nuestros misiles Pershing y los misiles cruceros estacionados en Europa porque pueden ejecutar operaciones estratégicas contra objetivos soviéticos. Los europeos tampoco están de acuerdo con nuestra clasificación de los SS-20 y los bombarderos Backfire como sistemas tácticos del teatro de operaciones. La vaporización de 10 Downing Street simplemente es tan estratégica para los ingleses como la de 1600 Pennsylvania Avenue sería para los norteamericanos.29
Lo importante de todo esto, por supuesto, es que la misma idea se aplica a defensas «estratégicas.» Más precisamente, debemos poner cuidado en no confundir defensas estratégicas y tácticas como hemos confundido las ofensivas. De nuevo, si un sistema defensivo es estratégico o táctico es más que todo materia de semántica. El mismo aeroplano de combate que provee defensa estratégica en los Estados Unidos se usa para defensa de aeroplanos enemigos y misiles cruceros en las llanuras de Europa central. Los mismos misiles de interceptación con base en tierra usados en Europa pueden usarse en los EE.UU.; y muchos de los más exóticos sistemas del SDI, si prueban ser efectivos contra los ICBM pudieran utilizarse en Europa contra misiles balísticos intermedios (IRBM)-posiblemente con mayor efectividad debido a la menor velocidad de reentrada de las ojivas IRBM.
El presidente y el secretario de defensa han dicho en repetidas ocasiones que cualquier defensa que despleguemos se extenderá también a nuestros aliados.30 No hay mucha duda de que alguna forma de defensa contra misiles de alcance intermedio e intercontinental (si no de sus parientes de corto alcance usados en táctica o el campo de batalla) pudieran producirse inclusive ahora, con tecnología existente. Los Estados Unidos han hecho ensayos con éxito de un interceptor de ICBM de impacto directo (no explosivo). De acuerdo con un informe, el interceptor pudo hacer impacto en una ojiva de ICBM simulada «a una altitud de 100 millas a una velocidad combinada de 18.000 millas por hora.»31 Por supuesto, no importa un comino si la ojiva destruida por tal sistema estuviera dirigida a un objetivo estratégico o táctico o si el interceptor es lanzado en Alemania Occidental o en los Estados Unidos- los resultados son lo mismo. Igual pasa con cualquier futuro descendiente de SDI tales como radiaciones láser con base en el espacio o en tierra, generadores de haces de partículas o generadores hipergenéticos de impacto cinético–lo que es estratégico puede en muchos casos ser táctico.
Así, pues, los primeros y posiblemente más importantes efectos que el SDI pudiera tener en la arena táctica sería causar énfasis creciente en la defensa contra armas de más corto alcance entre nuestras varias alianzas y, como producto de la investigación para el SDI, producir algunas de las tecnologías requeridas para producir tales defensas. Los Estados Unidos y sus aliados en Europa actualmente están discutiendo activamente el desarrollo de un misil antitáctico (ATM) con base en el teatro de operaciones para ser utilizado contra misiles soviéticos nuclear o convencionalmente armados. No habrá diferencia alguna en los ATM usados en uno u otro caso.32 El efecto primario de este sistema «elevar substancialmente los riesgos y los factores incalculables que confrontan los planeadores soviéticos de ataques reforzando en tal forma la disuasión general de OTAN.»33 De igual modo no debemos limitar los frutos del programa de SDI únicamente a defensas estratégicas, no debemos asumir que toda la tecnología de armamentos en el espacio vaya a ser limitada a misiones defensivas simplemente porque SDI sea un proyecto defensivo que va a tener algunos de sus sistemas desplegados en el espacio.
La Fuerza Aérea ha hecho claro que tiene la intención de «explotar el potencial militar del espacio, dirigir el desarrollo tecnológico, y corregir todas las deficiencias de las misiones aéreas en el espacio.»34 (Énfasis adicionado.) Aunque no hay duda de que el programa SDI en sí ha sido proyectado como sistema defensivo, mucha de la investigación relacionada con armas en el espacio puede dar origen a sistemas que pueden utilizarse en estas otras misiones, incluyendo armas antisatélites (ASAT) y armamentos tácticos y estratégicos ofensivos con base en el espacio. Sistemas de vigilancia, navegación, alerta, y comunicaciones con base en el espacio ahora están teniendo tremenda in- fluencia en la manera como planeamos y conducimos toda clase de operaciones militares; ahora dependemos de nuestros sistemas en el espacio para toda clase de apoyo y mejoramiento de funciones. El ex- Secretario de Defensa Weinberger de nuevo acusó a la Unión Soviética de estar preparando sistemas ASAT ofensivos con base en el espacio y en tierra así como sistemas antimisiles defensivos para despliegue antes de terminar el decenio, y los antimisiles defensivos para despliegue antes de terminar el decenio de los ochenta.35 Parece evidente que cualquier nuevo desarrollo y despliegue de sistemas más complejos tales como sistemas láser, aceleradores de partículas subatómicas (rail guns) y sistemas ASAT con base en tierra, de Estados Unidos, la Unión Soviética u otros países avanzados, tendrán aplicaciones estratégicas, tácticas, ofensivas, y defensivas contra objetivos en el espacio o en tierra.36
Además, el programa SDI está estructurado para investigar primordialmente medios no nucleares, para ejecutar misiones defensivas. Es de esperarse que los sistemas muy avanzados de detección, rastreo, y guía que son esenciales en todas las fuerzas que se desplieguen en el programa SDI permitan la interceptación de fuerzas atacantes usando sistemas tales como misiles interceptadores o proyectiles cinéticos, si no con armamentos de láser en el espacio.37 Estos adelantos también tienen otras aplicaciones en el campo de batalla.
Armas de energía cinética pueden ser útiles contra tanques. y actualmente se está utilizando el láser para apuntar y guiar muchas armas no nucleares. En el futuro bien pudieran ser utilizables directamente en las armas. Esta tecnología. si se despliegan. es de esperarse que conduzcan a una reducción en la dependencia en armas nucleares tanto en la ofensiva como en la defensiva. El Departamento de Defensa activamente está buscando nuevas tecnologías (ET -emergentes tecnologías) que pudieran dar origen a armas no nucleares de largo alcance y gran precisión, con suficiente exactitud y poder destructivo para suplantar en muchos casos las municiones nucleares, especialmente en operaciones tácticas (vice estratégicas).38 De hecho. El Congreso de EE.UU. ha pedido al Departamento de Defensa un informe sobre la posibilidad de aplicar investigaciones del SDI a la defensa táctica de fuerzas convencionales en el teatro de operaciones y en 1987 oficialmente autorizó que pudieran utilizarse tanto en sistemas convencionales como en los sistemas antimisiles tácticos.39 Desafortunadamente nada de esto implica que tales tecnologías vayan a poner las armas nucleares fuera de la faz de la tierra o siquiera hacerlas realmente obsoletas. Pueden proveer opciones defensivas que no teníamos antes así como también otras opciones de guerra menos drásticas que la nuclear. En su estudio de la guerra estratégica no nuclear. Carl Builder escribe:
Las armas nucleares siguen siendo únicas en cuanto a la credibilidad de la amenaza de destruir ciudades y sociedades en un solo ataque. Debido a esa cualidad excepcional seguirán siendo el instrumento político más poderoso y el símbolo del poderío nacional. El advenimiento de armas estratégicas no nucleares (que realmente no son cosa nueva) no va a eliminar el interés y el valor que es parte, y seguirá siendo parte de la posesión de armas nucleares. 40
El fondo psicológico de la disuasión nuclear (algunos dirían de toda disuasión en la era nuclear) siempre será la amenaza de un holocausto aún cuando ninguno de los adversarios planeen una campaña de «volar ciudades.» La mera capacidad de destrucción de estas armas da a las naciones que la poseen una tremenda fuerza en la política internacional. Sin embargo, tal corno dice Builder, los avances en la tecnología d armas no nucleares (mayor exactitud y mayor poder destructivo) y el reconocido pode de destrucción de las armas nucleares producirán «tanto los incentivos corno los me dios para evitar recurrir a las armas nucleares aún en conflictos peleados por objetivos estratégicos a distancias intercontinentales.»41 Muchos de esos avances si producirán directa o indirectamente como resultado de las investigaciones del programa SDI.
Pudiera decirse, entonces, que el programa SDI con sus sistemas defensivos no nucleares desplegados y con sus subproductos de tecnología pasados a otras áreas, pudieran mejorar considerablemente nuestra capacidad de conducir operaciones ofensivas y defensivas tanto estratégicas corno tácticas. Es importante hacer énfasis en que esto es, en primer lugar, lo que evita la guerra. Esto no puede hacerse con elementos tales corno SDI o armas nucleares de largo alcance aisladamente. El arsenal nuclear no evitó la guerra de Carea o Vietnam, y el SDI no va a tener éxito donde fallaron las armas nucleares.
Algunas Conclusiones
Fred Hoffman capturó la más importante función de las defensas en la era nuclear:
Los misiles balísticas ahora ofrecen a los planeadores un grado de simplicidad y previsibilidad que no tiene comparación con otros sistemas de armamentos. Planear un ataque con un misil balística es más bien como construir un puente, en vez de como pelear una guerra. El distintivo característico de la guerra, un oponente activo e imprevisible, no es parte de ese plan.42
El propósito de las defensas estratégicas debe ser poner esta característica en la guerra-un oponente activo e imprevisible-para estimular en la mente del enemigo la neblina de guerra de Clausewitz o, como dice Bernard Brodie, asegurarse de que las armas del enemigo no tengan «pase de cortesía. » Este autor no está de acuerdo conque el planeamiento de un ataque con misiles sea tan simple como implica Hoffman. Dar con el preciso momento de cientos de misiles y cientos de aeroplanos en el transcurso de unos pocos minutos para prevenir o para entorpecer la reacción del enemigo no es cosa simple. Sin embargo, si interponemos una defensa activa aunque marginalmente efectiva o mejoramos un grupo de defensas pasivas, estas incertidumbres se hacen mucho peores, inclusive si el enemigo pone más sistemas ofensivos. Esto, entonces, es la primera y más importante conclusión de esta discusión-que las defensas pueden servir, y sirven una válida función militar a pesar de la retórica de destrucción asegurada tan difundida en los últimos veinte años.
Es igualmente importante entender la segunda conclusión de importancia: las defensas estratégicas no pueden por sí impedir un ataque a los Estados Unidos. En pocas palabras, un adversario sin temor de retribución es el más atrevido de los enemigos; el tiene que ver consecuencias mucho más serias que la posibilidad de que falle el ataque. Las defensas pueden mejorar pero no proveer esas consecuencias.
Si nosotros logramos reducir nuestra dependencia en armas nucleares, esto será debido tanto a los avances en armas ofensivas no nucleares (incluso los sistemas derivados del SDI) así como en las defensivas. Hay ciertos objetivos esenciales que deben cubrirse para negar al enemigo la victoria y reducir nuestro daño. Si estos pueden atacarse con armas no nucleares, mejor todavía.
A pesar de todo, la base de la disuasión probablemente seguirá siendo la fuerza nuclear. Pudieran ser menos impresionantes y al fin de cuentas podríamos acordar con nuestros aliados y nuestros adversarios reducir la cantidad global, pero su poder destructivo y la consecuente importancia política hacen imperativa la necesidad, no solamente de tener los pero de que por lo menos estén en equilibrio con los de los adversarios, aún en el caso de que se desplieguen defensas. Estos equilibrios se hacen aún más importantes cuando el control de armamentos reduce su número. Es a este nivel reducido de armamentos hace que las defensas (activas o pasivas) tengan mayor efecto en aseguramos que tenemos la capacidad de responder a un ataque soviético.
En síntesis, el programa SDI puede contribuir vitalmente a nuestra capacidad para misiones estratégicas y tácticas siempre que no consideremos el programa como la cura tecnológica del «reino del terror.» Tiempo atrás había muchos que creían que las armas nucleares pondrían fin a la guerra; pero evidentemente esto no ha sucedido. Probablemente han prevenido un encuentro titánico entre las dos mayores superpotencias del mundo, y debemos estar agradecidos por esto. Sin embargo, fue la presencia de las armas nucleares lo que permitió que el desafío de estados vasallos se haya hecho un problema tal como es ahora y que ha fomentado nuestra dependencia precisamente en esas armas nucleares, lo cual a su vez nos ha dejado mal preparados para hacer frente a contingencias tal como Corea y Vietnam.43
Aquí hay una lección militar directamente pertinente al actual debate sobre el SDI. En una era en que sofisticadas armas no nucleares se acrecienta, no debemos permitir que las vagas promesas de misiles intercontinentales obsoletos e inútiles armas nucleares no nos dejen ver la muy real necesidad de una estructura de fuerza militar equilibrada, igualmente capaz de afrontar con efectividad la agresión convencional de una nación del tercer mundo, la infraestructura mundial del terrorismo, o el masivo arsenal nuclear de la Unión Soviética. El SDI y muchas de las tecnologías derivadas del programa tienen el potencial para contribuir a un vital equilibrio militar siempre que los líderes militares y civiles enfoquen el problema como un sistema militar dirigido a jugar un papel militar en un ambiente muy complicado.
Notas:
1. En 1985 un artículo comparaba nuestro sistema de defensa estratégica a principios del decenio sesenta con el de mediados del decenio ochenta. En los 60 teníamos 207.000 personas asignadas a la defensa estratégica, ahora 37.000: teníamos 2.600 aeroplanos interceptadores. ahora 340: teníamos 274 baterías de misiles de defensa aérea, ni una sola hoy. Véase «NORAD Commander Comments U.S. ‘Now Vulnerable’ to Soviet Cruise Misile,» por Howard Silber. Omaha World Herald, 8 septiembre 1985.
2. John Foster Dulles, «Foreign Policy and National Security,» Vital Speeches of the Day, 1 febrero 1954.
3. Jerome H. Kahn consideraba la actitud prevaleciente cuando escribió que aun con un despliegue defensivo substancial después de 1954, «las decisiones sobre fuerzas ofensivas siguen siendo el punto central de la política estratégica de la administración a través del decenio…el énfasis en poder ofensivo también se producía por el creciente sentimiento por parte del Presidente y sus asesores de que una defensa de los Estados Unidos realmente efectiva contra ataque nuclear no era técnicamente posible ni económicamente realizable. Véase Jerome H. Kahn, Security in the Nuclear Age: Developing US Strategic Arms Policy (Washington, D.C,: Brookings fnstitution, 1975).
4. Bernard Brodie, Strategy in the Missile Age (Princeton, N.J.: Princeton University Press, 1959).
5. Véase la discusión de los sistemas ABM en International Arms Control: Issues and Agreements, John H. Barton y Lawrence D. Weiler, editores (Stanford, Calif.: Stanford University Press, 1976), y la discusión de Henry Kissinger sobre la controversia de los ABM de EE,UU. en White House Years, por Henry Kissinger (Boston: Little, Brown and Company, 1979).
6. Quienes argumentan en favor de MAD como base de la disuasión nuclear frecuentemente dan como prueba la aceptación soviética del tratado ABM.
7. Véase, por ejemplo, «Counterforce Targeting: How New? How Viable?» en Arms Control Today 2, No. 2 (febrero 1981).
8. «The 501 in US Nuclear Strategy,» International Security, verano 1985.
9. David Goldfischer, «ABM as Arms Control: The Fate of the US ‘Strategic Concept'» (Escrito presentado a la Conferencia Internacional Bienal de 1985 del Inter University Seminar on Armed Forces and Society, Palmer House, Chicago, 18-20 de octubre 1985).
10. Fritz W. Ermarth, «Contrast in American and Soviet Strategic Thought,» en American Defense Policy (Baltimore: Johns Hopkins University Press, 1983). Patrick Glynn escribe que «una de las dificultades críticas que confrontaban los proponentes de MAD desde el principio era la arrolladora evidencia de que los estrategas soviéticos no pensaban igual sobre la tecnología nuclear: por el contrario, parecía más bien que los soviéticos asumieran un caso para la escalación de armamentos.» Patrick Glynn, «The Moral Case for Arms Buildup,» en Nuclear Arms, Ethics, Strategy, Politics (San Francisco: Institute for Contemporary Studies,1984).
11. Para una discusión de la filosofía soviética sobre objetivos y la primacía de objetivos militares sobre la destrucción asegurada, véase «Soviet Nuclear Targeting Stragey,» por William 1: Lee en Strategic Nuclear Targeting (Ithaca: Cornell University Press, 1986). Véase también Ten Gen Brent Scowcroft, «Strategic System Development and New Technology: Where Should We Be Going?» en New Technology and Western Security Policy (Hamden, Conn.: Archon Books, 1985).
12. Leon Sloss, «The Return of Strategic Defense,» en Strategic Review, verano 1984. Además, el Dr. Donald Snow escribe que críticos de la destrucción asegurada argumentan que la decisión ex post [facto] de poner MAD en efecto es I simplemente increíble, excepto en el caso de un ataque total de counter value de los soviéticos contra los EE.UU. …MAD surge como una creíble disuasión contra la amenaza menos probable.» The Nuclear Future: Toward a Strategy of Uncertainty (University, Ala.: University of Alabama Press, 1983).
13. Report of the Secretary of Defense Caspar W Weinberger to the Congress on FY 1986 Budget, FY 1987 Authorization Request, and FY 1986-90 Defense Programs (Washingtan, D.C.: Government Printing Office, 4 febrero 1985).
14. Weinberger escribe: «Para rectificar la inhabilidad de los SLBM existentes para atacar los objetivos endurecidos soviéticos, estamos desarrollando el misile Trident II.» Ibid., 52.
15. El ex-Secretario de Defensa James Schlesinger escribió que «no hay esperanza realista de que nosotros algún día podamos de nuevo proteger las ciudades de los Estados Unidos. No hay defensa impenetrable. Cualquier defensa en el mejor de los casos va a sufrir alguna erosión.» International Security l0, No. 1 (verano 1985). Véase también la discusión en «SDI, the Hidden Opportunity,» Defense Science 2003 +, agosto-septiembre 1985.
16. Michael Howard, «The Future of Deterrence» (Conferencia en el Royal United Services Institute [RUSI) el16 de enero de 1986, en RUSI, junio 1986).
17. Declaración del Secretario de Defensa Caspar W. Weinberger en el Senado, US Strategic Doctrine: Hearing before the Committee on Foreign Relations, 97o Congreso, 2″ sesión, 1982.
18. Douglas y Caben sostienen que «el mínima (pero más importante) requisito de los EE.UU. para un altamente efectivo SOI, es ofrecer condiciones óptimas para asegurar antes que toda la habilidad de los Estados Unidos para lanzar un contraataque deliberado, organizado, poderoso mientras está siendo atacado o, más precisamente, a principio del primer ataque soviético. …Hay dos funciones secundarias para el SOI: ayudar a preservar las fuerzas residuales, o reservas estratégicas. ..y ayudar a limitar el daño a los Estadas Unidos en caso de guerra.» Véase Douglas y Cohen, 6.
19. Sloss, 38. Además, un distinguido grupo de expertos en defensa que incluye el ex-Secretario de Defensa Robert S. McNamara, el antiguo negociador de armas Gerald Smith, y el antiguo auxiliar del Presidente Para Asuntos de Seguridad Nacional, McGeorge Bundy, escribieron que «el consenso abrumador de la comunidad técnica de la nación es que no hay posibilidad de ninguna clase de que la ciencia y la tecnología puedan, en tiempo alguno dentro de varios próximos decenios, hacer que las armas nucleares se hagan «impotentes y obsoletas.» El programa desarrollado en los últimos 18 meses, pese a que tan ambicioso sea, no ofrece posibilidad de defensa impenetrable ni contra los misiles balísticos estratégicos, y excluye enteramente de sus capacidades esfuerzo alguno para limitar la efectividad de otros sistemas-aviones bombarderos, misiles cruceros, y ojivas de contrabando.» «The President’s Choice: Star Wars or Arms Control,» por McGeorge Bundy et al., en Foreign Affairs, invierno de 1984-1985.
20. Véase el ya famoso discurso del presidente del 23 de marzo de 1983 en cadena nacional de televisión. También, en discurso del presidente en junio de 1986, dijo que el objeto era poner «un resguardo de que nos proteja de los misiles nucleares así como un techo protege a la familia de la lluvia.» Véase David Wood, «White House Fails to Sell its ‘Star Wars’ Plan,» en Newark Star-Ledger, 21 de agosto de 1986. Véase también Richard N. Perle, «The Strategic Defense Initiative. Addressing some Misconceptions,» en Journal of International Affairs 39, No. 1 (verano 1985). Aunque el tácitamente admite que la defensa no tiene que ser perfecta, Perle dice que «al destruir efectivamente los misiles balísticos atacantes, y haciéndolos entonces ‘impotentes y obsoletos’ para propósitos militares o políticos, tales defensas también pueden eliminar la amenaza potencial de un primer ataque» (p. 25).
21. Para una discusión de la vulnerabilidad de los EE. UU en un ataque de misiles cruceros soviéticos, véase Silber, 1.
22. En una reciente entrevista, el General Robert 1: Herres, entonces comandante del Mando Norteamericano de Defensa Aérea {NORAD), dijo que «como nosotros no tenemos una buena capacidad de detección en el caso de misiles cruceros, hay la posibilidad de un ataque altamente destructivo.. ..Ese tipo de ataque puede efectuarse con un relativamente corto número de misiles cruceros. …» Véase Silber, 1.
23. «Deterrence Stability, and Arms Reductions, the Goals of SOI,» observaciones preparadas por Caspar Weinberger para la Mesa Redonda de Estados Unidos y Alemania, en Bonn, Alemania Occidental, 5 de diciembre de 1985.
24. Bundy et al., 269. 25. El Dr. Gary Guertner estaba de acuerdo con esta estimación cuando escribió que «si no entendemos las ambigüedades y controversias que seguirán persistiendo, el Congreso y el público pueden sucumbir en una peligrosa confianza de que la investigación del SOI por sí pueda dar luz en el camino a un mundo más seguro con defensa dominante. Una idea plenamente capaz de desestabilizar fatalmente el actual equilibrio nuclear.» Véase «What is Proof?» por Gary L. Guertner en Foreign Policy, No. 59 (verano 1985).
26. Fred Hoffman, 19.
27. Un artículo en New York Times acerca de pequeños misiles ICBM móviles decía que «algunos partidarios argumentan que los misiles móviles son menos costosos y un medio más efectivo de reducir la vulnerabilidad de los misiles con base en tierra que proceder con el programa de la Iniciativa de Defensa Estratégica de la Administración. …» Véase «Study Says a Small Mobile Missile Would Help US Deter Soviet Strike,» por Michael R. Gordon, New York Times, 9 de noviembre de 1985. Véase también los comentarios de Walter Slocombe (secretario auxiliar de defensa en la administración de Carter) sobre más económicas y más pasivas armas en «Strategic Questions,» por Evan Thomas, Time, 23 de junio de 1986.
28. Robert H. Kupperman, «Using SOI to Reshape Soviet Strategic Behavior,» en Washington Quarterly, verano 1985. El ejemplo clásico de la inversión de roles estratégicos y tácticos fue tal vez durante la Guerra de Vietnam. En ese conflicto los aviones B-52 se utilizaron extensamente desde 1965 en operaciones no nucleares (descargando tres millones de toneladas de bombas). Aún más, no se utilizaron en lo que pudiera considerarse acciones estratégicas hasta la campaña de Linebacker 11 de 1972. Hasta entonces fueron utilizadas exclusivamente para operaciones tácticas en Vietnam del Sur (apoyo directo de tropas, interdicción de líneas de aprovisionamiento, etc.). Al mismo tiempo nuestras fuerzas «tácticas» estaban ejecutando lo que algunos consideran operaciones «estratégicas» en el Norte.
29. Para una discusión a fondo de la relación entre operaciones tácticas y estratégicas y el concepto del poder aéreo indivisible, véase Aerospace Power: The Case for Indivisible Application, por Grover E. Myers (Maxwell AFB, Ala.: Air University Press, 1986).
30. Más recientemente, Weinberger dijo a la Mesa Redonda de Estados Unidos y Alemania, en Bonn, Alemania Occidental, que el SOI «no tiene el propósito de resguardar solamente los Estados Unidos de los misiles balísticos soviéticos. El hecho es que si las investigaciones de la defensa estratégica dan fruto, protegerá contra misiles balísticos tanto estratégicos como de alcance intermedio, y así mejorará la disuasión, y protegerá tanto a Europa como a los Estados Unidos. El hecho es que los científicos nos han dicho que si lo podemos lograr, será un tanto más fácil destruir misiles de alcance intermedio que misiles nucleares estratégicos.» (Nótese cómo Weinberger asocia «estratégico» con el alcance.) Véase Weinberger, «Deterrence, Stability, and Arms Reductions.»
31. Véase «Bull’s-Eye in Space,» Time (25 junio 1984). Véase también «BMD Homing Interceptor Destroys Reentry Vehicle,» Aviation Week & Space Technology 120 (18 junio 1984).
32. Para una discusión del ATM, véase «A Missile Defense for Europe?» por Hubertus G. Hoffman, en Strategic Review, verano 1984; y «US Develops Antitactical Weapon for Europe Role,» por Clarence A. Robinston Jr., en Aviation Week & Space Thchnology, 9 abril 1984.
33. Hubertus Hoffman, 51.
34. USAF FY85 Report to the 98th Congress of the United States (Washington, D.C.: Government Printing Office, 1984), 40.
35. Report of the Secretary of Defense, FY 1986, 60.
36. Myers, 42.
37. Véase la discusión del Secretario de Defensa Weinberger sobre el programa SOI en Report of the Secretary of Defense Caspar W Weinberger of the Congress on the FY 1987 Budget, FY 1988 Authorization Request, and 1987-1991 Defense Programs (Washington, D.C.: Government Printing Office, 5 febrero 1986), 287-293.
38. Véase la discusión sobre el efecto de las «tecnologías emergentes» en la doctrina del poder aéreo en Myers, 25-29; y en» A Preview of the Technology Revolution,» por el General Robert 1: Marsh, en Air Force Magazine, agosto 1984.
39. Véase «SOI in Increments,» por Edgar Ulsamer, en Air Force Magazine, diciembre 1986.
40. Carl H. Builder, Strategic Conflict Without Nuclear Weapons (Santa Monica, Calif.: Rand Corporation, abril 1983),43.
41. Ibid.
42. Fred Hoffman, 23.
43. El General William W. Momyer, antiguo comandante de la Fuerza Aérea en Vietnam y antiguo comandante del Mando Aéreo Tactico, escribió en relación con los primeros años en Vietnam que «con la guerra avanzando a más altos niveles de violencia, las Fuerzas Aéreas tácticas de los Estados Unidos estaban siendo entrenadas y equipadas rápidamente para operaciones convencionales. Desde la Guerra de Corea se habla puesto relativamente poca atención a refinar o construir armamentos no nucleares o entrenar las tripulaciones aéreas para lanzar municiones no nucleares.» Véase General William Momyer, Air Power in Three Wars (Washington, D.C.: US Air Force Association, 1978), 16-17.
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Colaborador
El Teniente coronel Grover «Gene» Myers (BS, Clemson University; MS, Utah State University) es un oficial de estado de planes nucleares. Directorio de Planes, Cuarteles Generales del Mando en Europa. Su carrera en la Fuerza Aérea incluye servicio como piloto instructor y comandante de vuelo en aeroplanos B-52 y un periodo como analista de doctrina y curso de acción en los Cuarteles Generales de Mando Estratégico. El coronel Myers fue investigador pensionado en el Centro de doctrina, Investigación y Educación Aeroespcaial de la Universidad del Aire, Maxwell AFB, Alabama.El es autor de Aerospace Power: The Case for Indivisible Aplication (Air University Press, 1986) y es graduado del Colegio de Comando y Estado Mayor del Aire y del Colegio de Guerra Aérea.

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