Pasado a retiro comandante del Ejército colombiano

Retiro del ex comandante del Ejército, Reynaldo Castellanos, alcanzó a generar descontento
Varios oficiales consideraron pedir la baja, pero después de escucharlo sólo se ratificaron en la decisión un general y un coronel.
A las 11:30 de la noche del martes, el general Castellanos creía que la crisis que desencadenó el caso de los militares de Honda se podía conjurar, pese a la solicitud de renuncia que le había hecho el Ministro de Defensa.
Así se fue a la cama, buscando la mejor alternativa. Sin embargo, la sorpresiva llamada del comandante de las Fuerzas Militares, antes de las 6 de la mañana de ayer, lo dejó de una sola pieza: La Casa de Nariño había anunciado mediante un boletín de prensa su relevo.
Entonces, se armó una tormenta que generó todo tipo de reacciones. Pero, ¿realmente qué gano y perdió el Presidente Uribe con la decisión?
Por un lado, el general Castellanos era considerado el estratega más completo de las Fuerzas Militares. Por eso fue designado inicialmente en la Fuerza de Tarea Omega, al sur del país y posteriormente en el comando del Ejército.
Esto había representado una garantía para el Gobierno, que en repetidas oportunidades reiteró el liderazgo del general.
Pese a esto, los descalabros militares que se registraron en el 2005 (Iscuandé, Mutatá, Arauca, Putumayo y Vista Hermosa) desencadenaron los reclamos públicos del Presidente que repitió en sus discursos que “el liderazgo debe ir acompañado de acción”.
La protesta de los coroneles
El inconformismo de los oficiales no se hizo esperar y así se lo manifestaron en privado al general Castellanos.
Precisamente, hacia las 9 de la mañana de ayer, diez coroneles cercanos a Castellanos redactaron su baja y esperaron a que pasara la rueda de prensa para presentársela.
Simultáneamente, en el comando de la IV División en Villavicencio (Meta), lo propio hacía el general Luis Antonio Coronado.
Castellanos entonces les habló y les dijo que el mejor respaldo que podían darle era seguir en sus cargos. Solo el general Coronado y el coronel Jairo John Uribe Cárdenas, jefe de Acción Integral del Ejército se ratificaron en la decisión de irse.
Los momentos de tensión en el edificio del Ejército se extendieron hasta el medio día, cuando un desfile de militares pasó por la oficina de Castellanos, demostrándole su solidaridad.
Uno de los oficiales que pasó la baja y pidió que se omitiera su nombre dijo que “si eso ocurre con un hombre que fue transparente e hizo su trabajo con sacrificio durante 38 años, qué podremos esperar que pase con los demás”.
Al respecto, el analista de de la Universidad Nacional, Guillermo Camargo asegura que el presidente Uribe sigue desafiando a los militares. “Los regaños en público y las destituciones de generales en ruedas de prensa y por radio, van a llevar a un “no más” por parte de la tropa”, dijo.
Pese a esto, el politólogo de Los Andes, William Ernesto Vallejo asegura que en este momento la imagen del Presidente tuvo que haber subido en los estratos 1, 2 y 3, nicho de donde salen los soldados que prestan servicio militar.
“La afrenta contra los 21 jóvenes del Tolima quedó enmendada con la cabeza del general Castellanos. Lo importante era dar un escarnio público”, asegura Vallejo.
El reto de las operaciones
Sin embargo, no es lo mismo que pensaban algunos militares retirados, que en varias oportunidades le sugirieron al Presidente que “era mejor una mano dura, porque la guerra no se podía manejar con oraciones”.
En ese sentido, el perfil y temperamento del nuevo comandante del Ejército, general Mario Montoya Uribe dista mucho del de Castellanos.
Este puede ser un punto positivo, teniendo en cuenta que en el último año han sido más las acciones en contra del Ejército, que los golpes contundentes que los militares le hayan propinado a la guerrilla de las Farc, su principal contendor.
El momento es determinante: las Farc han alterado el orden público en cuatro puntos estratégicos del país, donde se desarrolla igual número de operaciones planeadas y ejecutadas por Castellanos.
Vallejo señala que darles un respiro a estas campañas militares en Meta, Tolima, Putumayo y Cauca, podría dejar como resultado un golpe grande contra las Farc.
Por su parte, el analista y candidato al Congreso, Alfredo Rangel señaló que la medida adoptada por el Gobierno procede contra uno de los generales más brillantes de los últimos tiempos.
“Estuvo al frente del más grande éxito que las Fuerzas Militares hayan logrado jamás contra las Farc, como fueron las operaciones Libertad I y II que erradicaron de Cundinamarca y de los alrededores de Bogotá, sus frentes armados”, indicó Rangel.
Esta era precisamente la mejor carta de presentación de Castellanos, pero, al parecer, no le alcanzó para llegar al Comando de la Fuerzas Militares.
Nuevo comandante general
El nuevo comandante del Ejército, general Mario Montoya, un oficial que se supo ganar a Álvaro Uribe
Su reto es mantener el nivel de confianza operacional que tenía su antecesor, el general Reynaldo Castellanos.
La imagen que más recuerda el país del general Mario Montoya, comandante entrante del Ejército, se produjo cuando visitó los escombros de la iglesia de Bojayá (Chocó) y levantó un pequeño zapato ante las cámaras de TV, en marzo del 2002.
“Esto es de un niño”, dijo a los periodistas agachando la cabeza y exhibiendo un rostro de tristeza. Unas horas antes, en ese lugar habían muerto 119 personas que se refugiaron en el templo, destruido en medio de combates entre las Farc y las autodefensas.
No cabe duda de que ese gesto generó impacto entre muchos colombianos. A otros les pareció exagerado. En todo caso, esa imagen dice mucho de la personalidad de Montoya.
Este hombre, un bugueño de 58 años, es reconocido por sus hombres como un comandante que poco permanece en su escritorio, siempre está de camuflado y hace presencia permanente en las áreas de combate.
“Es un tropero”, señalan sus subalternos.
Su paso clave por Medellín
Quienes lo conocen dicen que se convirtió en uno de los oficiales más cercanos al presidente Álvaro Uribe, debido a sus gestión como comandante de la IV Brigada, en Medellín, entre el 2002 y el 2003.
En esta época lideró la operación Orión. El objetivo de esta acción, que fue ordenada directamente por Uribe, era tomar el control de cuatro barrios de la Comuna 13 en Medellín que se habían convertido en un fortín de las Farc y el Eln.
Otras operaciones en Antioquia lo llevaron a ganarse la confianza de los empresarios, que le pidieron al Presidente que no lo retirara de esa zona.
Sin embargo, miembros de ONG critican especialmente los desplazamientos que ocasionaron algunas operaciones bajo su mando. Por el caso de Bojayá estuvo en la mira de la Procuraduría, pero fue exonerado.
El secretario de Gobierno de Antioquia, Jorge Mejía, destaca su temperamento y a la vez la jovialidad que demostraba, especialmente con sus soldados.
“Él se ganó – dijo– un gran respeto como tropero porque siempre estaba donde se le necesitaba”, dijo.
Montoya inició su carrera militar en 1969 y hasta ayer estuvo al mando del Comando Conjunto del Caribe, que coordina al Ejército, la Fuerza Aérea y la Armada en esa región. Esta organización de fuerzas es uno los pilares clave de la nueva estrategia del gobierno Uribe.
Momentos cruciales de su trayectoria
En marzo del 20O0, el general Mario Montoya se convirtió en el primer comandante de un batallón Antinarcóticos del Ejército.
La base, con cerca de 8 mil soldados, fue situada en Tres Esquinas , una inspección de Solita (Caquetá). Allí llegaron millonarios recursos del Plan Colombia.
Montoya tuvo que enfrentar las críticas por el rescate fallido del ex ministro de Defensa Gilberto Echeverry y el ex gobernador de Antioquia Guillermo Gaviria, quienes murieron a manos de las Farc el 5 de mayo del 2003 en zona rural de Urrao (Antioquia). La Procuraduría lo absolvió.
Organizaciones No Gubernamentales criticaron algunas aprehensiones que consideraron como arbitrarias en desarrollo de la Operación Orión. Según las cifras, de 350 detenciones, 180 terminaron judicializadas y solo se registraron 19 condenas.

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