Máximo beneficio y mínimo riesgo tienen los traficantes de personas

El tráfico de seres humanos se ha convertido ya en una de las modalidades delictivas que mueve más cantidad de dinero en el mundo, comparable y en muchos casos superior al tráfico de estupefacientes y de armas. Así se recoge en un informe de la unidad de Inteligencia de la Policía dedicada a este fenómeno, elaborado a finales de 2003.
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Según los analistas de la Policía, en los últimos años se ha detectado un importante aumento del número de organizaciones dedicadas a la inmigración irregular debido «a los importantes beneficios económicos que se obtienen con este tipo de actividad, comparable y en muchos casos superior a los obtenidos en el tráfico de estupefacientes y armas, si bien debido a la ilegalidad en la que se mueve el tráfico de personas no existen cifras fidedignas que permitan aseverar con exactitud el total del monto económico de este «negocio»». El informe continúa afirmando que «a pesar de estos inconvenientes para poder facilitar las cifras económicas de estas manifestaciones delictivas, sí se puede afirmar que producen unos enormes beneficios, al constatar una importante «apertura» hacia este campo delictivo por parte de las organizaciones que ya se dedican al tráfico de armas o de drogas, incluso en algunos supuestos concretos, estas organizaciones han cambiado la actividad anterior por la del tráfico de personas».
Máximo beneficio, mínimo riesgo
Este fenómeno, especialmente preocupante para las Fuerzas de Seguridad, se debe a estas razones: «Las penas que señalan las distintas legislaciones penales para el tráfico ilegal de personas son sensiblemente inferiores a las señaladas para otro tipo de tráfico ilegal, como el tráfico de drogas o armas; la dificultad probatoria de esta actividad criminal, pues a diferencia de lo que sucede con otro tipo de delitos las víctimas se resisten a denunciar y cooperar con los investigadores y la autoridad judicial, por miedo a que la organización cumpla sus amenazas; los importantes beneficios económicos que produce esta actividad delincuencial con una mínima inversión». En definitiva, logran el máximo beneficio con el mínimo riesgo.
Los autores del informe destacan que para luchar contra este fenómeno «es necesario que las fuerzas policiales investiguen el patrimonio y los sistemas financieros de estas redes, identificando la cantidad y el lugar donde se hallan los bienes muebles e inmuebles, cuentas corrientes, etc., derivados de la actividad criminal, lo que hará posible la confiscación de los mismos, además de apoyar la acción penal, al ser casi imposible que puedan rebatir el origen ilícito de las ganancias, ya que éstas van a exceder con mucho los beneficios obtenidos por cualquier fuente de ingreso legítimo».
No sólo eso, ya que una investigación patrimonial rigurosa y la confiscación de los beneficios supondrá para los traficantes un incremento del riesgo; además de la pena de prisión, los mafiosos verán cómo se esfuman sus beneficios, lo que impedirá a posteriori una reorganización del grupo.
El informe alerta cuando «se desborda la capacidad de absorción de inmigración de un país o entran de manera irregular, los efectos se perciben no sólo en la seguridad, sino también en la esfera asistencial, económica y social; en este último ámbito cabe significar el surgimiento de brotes xenófobos en la población, que pueden venir asociados a un sentimiento de invasión, amparado también por estereotipos y perjuicios raciales. Un inmigrante que no se integra en la sociedad sufre necesariamente desestructuración y desarraigo, lo que sumado a su condición de víctima de una red de traficantes de personas y de explotadores, le va a llevar a la marginalidad, la indigencia y esto, en muchas ocasiones, a la delincuencia».
Peligro de terrorismo islámico
Pero los analistas de la Policía destacan también otro aspecto, no menos inquietante, del fenómeno de la inmigración irregular: «Es necesario poner de relieve -afirman- que los miembros de las organizaciones terroristas islámicas en algunas ocasiones intentan entrar de manera irregular, con el fin de que no sea detectada su permanencia en la Unión Europea y poder llevar a cabo sus actividades de forma clandestina». O dicho de otra forma: los terroristas podrían estar sirviéndose de las redes de inmigración ilegal para introducirse en Europa, tal como en alguna ocasión ha admitido el ministro del Interior, Ángel Acebes.
El informe concluye que «adoptar una postura tolerante con la inmigración ilegal resultaría un acto irresponsable e incluso cómplice de las explotación de los seres humanos de este tipo de redes, auténticas organizaciones criminales altamente especializadas y ramificadas en la UE y con contactos en los países de origen de las víctimas y en las regiones de tránsito de sus rutas de acceso».
Las rutas de la vergüenza
España es utilizada por parte de las redes de inmigración ilegal tanto como punto de destino como de tránsito a la UE, en especial para los ciudadanos africanos que tienen como objetivo establecerse en Francia o en Italia. En el gráfico, se pueden ver las principales rutas que usan.
Cuatro son las zonas geográficas con una importancia significativa en la inmigración en España: norte de África (Marruecos) y zona subsahariana (Nigeria, Ghana, Mali…), Suramérica (República Dominicana, Perú, Colombia, Ecuador…), países de la Europa Central y Oriental (Polonia, Rumanía, República Checa, Ucrania, Rusia…) y Asia (China, Filipinas, Irán, Pakistán, Turquía…). De forma genérica se puede decir que cada una de estas zonas tiene sus propias rutas, las tres últimas aéreas y terrestres y la primera, en su último tramo, marítima.
El análisis afirma que «África es el continente del que proceden la mayoría de los flujos migratorios ilegales de la cuenca mediterránea con repercusión en Europa (…). Marruecos, por su número, es el primer país emisor de emigrantes», tanto de su país como de subsaharianos, que cruzan el Estrecho y llegan a Canarias a bordo de pateras y zodiacs, mayoritariamente.
Entre las singladuras, dos son los habituales puntos de origen o partida. «El más importante -señalan los expertos-, el espacio comprendido entre Ceuta y Tánger, pudiendo citarse como punto de embarque o partida las playas de Beliones, Isla Perejil, Alcazar-Seguer, Punta Ceres, Taoura. Por lo que respecta a los que tienen su origen en las proximidades de Melilla, la partida se efectúa desde los numerosos lugares costeros que, por causas naturales, constituyen poblaciones de pescadores. Así, hacia Levante nos encontramos con Beni-Enzar, playas de la Bocana, Kariat-Arkeman y Cabo de Agua, este ya próximo a la frontera argelina. Hacia Poniente, los situados entre el Cabo Tres Forcas, cabo de Tarifa, Chamini, Punta Negri y Afran».
Sobre la ruta a Canarias, el informe destaca que «a estas costas llegan las pateras que parten de la zona de El Aaiún, donde se concentran los destinos de las más variadas rutas transafricanas, especialmente las procedentes de los países subsaharianos, en las que Mauritania ha cobrado un importante valor como zona de tránsito de los inmigrantes originarios de Nigeria, Ghana, Mali y Níger». Precisamente, es en esta zona de El Aaiún donde desde el próximo día 17 comenzarán a patrullar de forma conjunta agentes de la Guardia Civil y de la Gendarmería marroquí.
El paso por Argelia
«La colectividad subsahariana -afirma el documento- y en especial la nigeriana, suelen utilizar como itinerario hacia España el paso por las ciudades argelinas de Nguessen, Tamanghasset, Ghardaia y Maghnia, antes de cruzar la frontera con Marruecos para llegar a Oujda, desde donde se dirigirán a Ceuta y Melilla. En lo relativo a la vía aérea, se ha detectado la utilización de la ruta Nigeria-Mali-Francia-España». El paso por Marruecos lo realizan debidamente documentados para, antes de entrar en España, deshacerse de los papeles.
Los costes de viaje
Inmigrantes asiáticos: Son en su mayoría chinos, que a su llegada a España pueden adeudar a la organización criminal entre 6.000 y 18.000 euros.
Inmigrantes africanos: La suma que han de pagar a las redes que organizan el cruce clandestino por el Estrecho o las Islas Canarias oscila entre los 2.000 y los 5.000 euros, dependiendo del tipo de embarcación utilizada para la singladura (en los casos más caros son barcos deportivos)
Inmigrantes suramericanos: Si se trata de expediciones transoceánicas, como es el caso de las inmigrantes suramericanos víctimas de las redes de prostitución, cada una de ellas adeudará a la organización que la introduce entre 6.000 y 9.000 euros, cifra que frecuentemente es aumentada a posteriori por los responsables de la red.

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