FARC intensifica infiltración en universidades

Las Farc tienen en marcha una nueva estrategia para infiltrar 15 universidades del país
Habrían empezado por Bogotá, pero también estarían en la mira Cali, Medellín, Cartagena, Neiva, Bucaramanga y la Costa.
Así lo advirtieron la Policía y el Ejército, que se reunieron hace ocho días en un consejo de seguridad con el secretario de Gobierno de la capital, Juan Manuel Ospina.
La ofensiva, según las autoridades, explica el viraje violento que han tenido las últimas protestas estudiantiles, una de las cuales (el pasado 7 de marzo) le costó la vida al universitario Óscar Salas y ocasionó cuantiosos destrozos en TransMilenio.
La estrategia de la guerrilla –que también incluye colegios de dos localidades bogotanas– fue expuesta en detalle y ante la gravedad de la información, la Alcaldía estuvo a punto de emitir un comunicado de prensa, pero, a última hora –y tras una discusión interna–, se decidió manejar el tema con un bajo perfil.
Cuatro días después, Ospina convocó a los rectores de las universidades Nacional, Distrital y Pedagógica a una reunión en su despacho, y los relatos de los rectores fueron tan preocupantes como los informes de las autoridades.
«Últimamente se han detectado grupos de encapuchados, de entre 20 y 30, que convidan a participar en las protestas. También empezaron a aparecer avisos de las Farc-EP con mensajes diferentes a los normales», dijo ese día el rector de la Universidad Pedagógica, Óscar Ibarra, y el viernes se lo ratificó a este diario.
Y el rector de la Nacional, Ramón Fayad, mencionó otro detalle significativo: les aseguró a los presentes que en los últimos meses sectores tradicionales de la izquierda de esa universidad se apartaron de las discusiones por culpa del vandalismo y de la penetración guerrillera.
Tras insistirle, el secretario de Gobierno de Bogotá accedió a hablar del tema:
«Los organismos de seguridad nos presentaron un informe verbal sobre esta preocupante situación que merece la máxima atención», dijo y añadió: «Varios rectores nos ratificaron que sí hay un intento por escalar la violencia y meter a la universidad en la confrontación. Por eso se convino una trabajo hombro a hombro entre autoridades universitarias, distritales y organismos de inteligencia para evitar que la protesta legítima se use como escenario de violencia».
En otras ciudades
Pero Bogotá no es la única ciudad donde el tema se está moviendo: según Alberto Uribe Correa, rector de la Universidad de Antioquia, allá también están retornando los encapuchados y otras expresiones propias de la guerrilla.
«Las ‘papasbomba’ son más potentes, ahora los grafittis hacen alusión directa a las Farc y están repartiendo calendarios y panfletos del Movimiento Bolivariano de Venezuela», dijo Uribe Correa.
La conclusión de los organismos de inteligencia es que esta vez las Farc quieren ir más allá de las protestas contra decisiones gubernamentales –como la firma del TLC– y de las conmemoraciones revolucionarias, a punta de piedra, con las cuales han hecho presencia desde la década de los 60.
La respuesta de lo que busca esta nueva arremetida parece estar en el computador de ‘Danilo Nariño’, guerrillero muerto en combate el 24 de octubre de 2005.
En su momento, se dijo que ‘Nariño’ fue enviado por el secretariado a reorganizar a las Farc en el Sumapaz tras la caída de sus jefes. Pero en su computador se encontró un plan bautizado como Anarkos, el mismo nombre de un movimiento estudiantil mundial que, sin embargo, tiene posiciones ideológicas distantes.
De acuerdo con la documentación hallada, se trata de un plan de reclutamiento que busca «estimular un nuevo modelo de trabajo urbano clandestino, con epicentro en universidades» y es liderado por Carlos Antonio Lozada, jefe de ‘Danilo Nariño’.
El plan está en marcha en 15 universidades de Bogotá, Cali, Medellín, Cartagena, Neiva, Bucaramanga y la Costa: «(…) trabajo en la universidad Nacional, Distrital y Anarkos… proyectar trabajo de milicias… Juan entra a curso en marzo…», dice uno de los archivos de ‘Nariño’.
‘La guerrilla retorna tras la disminución de la presencia paramilitar’
En los años 60 y parte de los 70, algunas universidades públicas se convirtieron en un bastión para los grupos guerrilleros colombianos. Alentados por el triunfo de la revolución cubana, cientos de jóvenes iniciaron movimientos estudiantiles y provocaron enfrentamientos callejeros con piedras y bombas molotov con las autoridades.
Luego, varios de ellos dejaron las aulas para empuñar los fusiles, especialmente en el Eln, en cuya fundación estuvieron líderes de la Universidad Industrial de Santander (UIS).
Sin embargo, en los 90, el panorama cambió debido a la llegada de los grupos de autodefensas que se tomaron varios centros universitarios y penetraron incluso a sus directivas, arrinconando a las milicias guerrilleras.
Hoy, con la disminución de esta fuerza –a raíz de la desmovilización de algunas de sus cabezas–, la guerrilla vuelve a tomar la iniciativa: «Es evidente que también buscan reconquistar el apoyo social perdido», dice un oficial de inteligencia.
Autoridades abordarán el tema de manera conjunta
Juan Manuel Ospina, secretario de Gobierno de Bogotá: «Se convino una trabajo hombro a hombro entre autoridades universitarias, distritales y organismos de inteligencia para evitar que la protesta legítima se utilice como un escenario de violencia. Nos presentaron un informe verbal sobre esta preocupante situación y merece la máxima atención».
Óscar Ibarra, Universidad Pedagógica: «La reunión en la Alcaldía nos puso en alerta. Nos comprometimos a indagar sobre el tema y a trabajar de común acuerdo. Nosotros respetamos las protestas, pero se están viendo nuevas dinámicas. Se ven clara y persistentemente encapuchados convidando a los estudiantes a participary nunca se había atentado contra TransMilenio».
Germán Méndez, Universidad Distrital (lleva dos semanas en el cargo): «Vamos a delinear estrategias comunes con las otras universidades. En la reunión con la Alcaldía se tocó el tema de las infiltraciones pero no se nos entregaron detalles de los estudios de inteligencia. Por ahora no hay evidencia y por lo tanto no podemos asegurarlo, pero el comentario es que sí la hay».
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