Latinoamérica muy vulnerable a catástrofes naturales

EFE –
Latinoamérica, una de las regiones más vulnerables del mundo ante las catástrofes naturales, es uno de los protagonistas de la III Conferencia Internacional de Alerta Temprana, que analiza desde hoy propuestas para atenuar esa vulnerabilidad que combinen recursos técnicos y humanos.
Bolivia, Ecuador, Perú y Venezuela y sus planes de prevención ante inundaciones, volcanes, terremotos o deslizamientos de tierra ocuparon hoy la apertura de la Conferencia.
México y el Caribe seguirán mañana, con la agenda centrada en cómo afrontar incendios forestales y huracanes.
«Latinoamérica es una zona de gran vulnerabilidad, un gran escenario de todas las esferas de lo que se entiende por desastres naturales», explicó a EFE Jan Egeland, subsecretario para Ayuda Humanitaria de la ONU, en un aparte de la conferencia.
La Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres (EIRD) de la ONU trabaja sobre dos zonas: Centroamérica y el Caribe, donde se prepara una gran base de datos para la identificación de esos riesgos, y la región andina, con un plan similar.
Muchas zonas de América Latina, especialmente las más pobres, están y seguirán estando a merced de catástrofes naturales en ascenso, resumió Egeland.
Especialmente temibles son los riesgos en algunas ciudades, en palabras del representante de la ONU, bajo cuyos auspicios se celebra la Conferencia. «Capitales como Lima, La Paz o México D.F. podrían quedar devastadas por terremotos u otros desastres», añadió.
Como exponente de esa vulnerabilidad especial y de los esfuerzos de administraciones y expertos por paliar sus efectos, Latinoamérica presenta seis del total de quince proyectos elegidos para ser expuestos en el plenario, del total de 150 presentados en Bonn.
«En la selección de las propuestas se tuvieron en cuenta dos aspectos: la denominada milla final y su viabilidad, también económica. Esto no es un foro de visionarios», apuntó Egeland.
La «milla final» es el factor determinante en un buen sistema de alerta temprana, recordó ya el ex presidente de EEUU Bill Clinton, enviado de la ONU para la reconstrucción del área afectada por el tsunami asiático, en la apertura de la Conferencia.
Por «milla final» se entiende el tramo último desde que se detecta un riesgo hasta que el aviso llega «al último pescador, a la última familia en la falda de un volcán», en palabras de Egeland.
«De nada sirve el mejor observatorio vulcanológico si el aviso no llega a la gente», resumió a EFE el ecuatoriano Mauro Rodríguez, coordinador de la Junta de Protección Civil de la provincia del Tungurahua, el volcán en actividad más alto del mundo.
Rodríguez presentó ante la plenaria, junto al ingeniero Hugo Yepes, un sistema de alerta consistente en puntos de observación, sensores y dispositivos de alarma, para evacuar a la población potencialmente afectada, entre 150.000 y 200.000 personas.
«En otros volcanes similares, como el de Armero (el volcán Nevado del Ruiz), de Colombia, se dispone hasta de dos horas entre el primer aviso y la evacuación. Nosotros tenemos apenas 45 minutos, por las características especiales del volcán y sus flujos de lodo sobre la ladera», dijo.
Optimizar el sistema costaría menos de medio millón de dólares, según su concepto. Otro proyecto andino asimismo presentado en Bonn, de la Fundación del Riesgo Sísmico de Santa Cruz de Mérida, evaluado en 15.000 dólares, pretende crear un sistema de alerta contra inundaciones y corrimientos de tierra.
Para la delegación venezolana, lo importante es, junto a la técnica, el «capital humano», tener a la población concienciada y entrenada para la acción rápida, en cuanto entra en juego la alerta.
El alcalde de La Paz, Juan del Granado Cosío, presentó un plan de alerta para una de las ciudades mencionadas por Egeland como muy vulnerables.
Aproximadamente 300.000 del casi millón de habitantes de la capital boliviana están expuestos a un desastre hidrográfico (inundaciones o deslizamientos) por la especial morfología de La Paz. El coste de optimizar el ya existente sistema de alerta temprana está evaluado en algo más de un millón de euros.
El interrogante que planea sobre la Conferencia es por qué no existe un fondo especial de la ONU para la prevención de desastres, en lugar de esperar a que éstos se produzca y llegue la ayuda internacional. En ese sentido iban las interpelaciones al pleno de las delegaciones cubana, venezolana y argentina.
«Este es también nuestro objetivo: el reconocimiento auténtico de la prevención como ayuda al desarrollo de la prevención», aunque la mayoría de estos proyectos «deban buscarse sus propios recursos», procedan del sector público o del privado, dijo Egeland.

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