Imagine que en lugar de utilizar una llave, que puede ser olvidada o perdida, pudiese abrir la puerta de su coche y arrancarlo con sólo apoyar la mano sobre la manilla de la puerta o el botón de encendido. No es magia, es la aplicación de tecnologías biométricas. Una tecnología relativamente nueva, el reconocimiento de las venas de la palma de la mano, se ha sumado a otras tecnologías de identificación biométricas más conocidas como el reconocimiento del iris o de las huellas dactilares que pueden ayudar a verificar la documentación en papel o electrónica de un individuo.
Las tecnologías biométricas permiten la identificación de individuos en base a rasgos personales como su cara, huellas dactilares, iris, forma de la mano o voz, que son características únicas. Con el fin de comprobar si la gente es de verdad quien dice ser, sus rasgos pueden ser capturados y comparados con la información biométrica almacenada bien en una base de datos o en un documento inteligente. El uso de estas tecnologías puede afectar de manera considerable a nuestras vidas en un futuro cercano, en tanto que se espera que los datos biométricos en pasaportes, documentos nacionales de identidad y permisos de conducir serán utilizados para identificar a los individuos de forma más segura y conveniente.
Como resultado de la lucha contra el crimen internacional y el terrorismo, los países europeos se preparan para emitir pasaportes biométricos, que incluirán un chip con la imagen digital del titular; está previsto que en dos años también se le incorporen las huellas dactilares. En las fronteras, la imagen de una cara tomada por una cámara será comparada de forma segura con los datos almacenados en el chip del pasaporte. Algunos Estados han introducido o planean introducir documentos de identidad y permisos de conducir con tecnología biométrica, así como implantar visas biométricas y requisitos de regulación de inmigración. Mientras la aplicación de estas medidas en Europa está en fase de solución de los problemas iniciales, como la falta de información por parte de los ciudadanos, el conseguir interoperabilidad paneuropea o los elevados costes, fuera de la UE ya han sido aplicadas en numerosos entornos, tanto del sector público como privado. Está previsto que prolifere su uso en aplicaciones comerciales, como permitir el acceso a los hogares, los coches, las oficinas o, incluso, lugares virtuales en internet.
En algunas áreas, donde se requiere un alto nivel de seguridad, las formas tradicionales de identificar a la gente no son suficientes y las tecnologías biométricas se usan para asegurar de forma más precisa el proceso. Si bien los datos biométricos no son secretos -se dejan rastros de forma involuntaria en todas partes- y hay técnicas para imitar la tecnología, la aplicación adecuada de los sistemas incrementa en conjunto la seguridad. Pero la biometría se puede utilizar también en sistemas de control de acceso sin que la seguridad sea el principal requisito, sino la comodidad, porque la gente siempre lleva consigo sus rasgos biométricos, que no se pueden perder, como unas llaves, u olvidar, como un número pin.
Sin embargo, los sistemas biométricos tienen puntos débiles que si no se afrontan limitarán los beneficios de su aplicación a gran escala. Por ejemplo, no todos los ciudadanos pueden registrarse -algunas huellas dactilares no tienen la calidad exigida por el sistema de identificación-. La identificación biométrica se basa en la estadística y esto implica que el sistema sólo puede aportar un grado de probabilidad de que una determinada persona sea quien dice ser. Es más, algunos elementos biométricos cambian durante la vida de la persona (como la cara), mientras otros no son ampliamente aceptados para su uso con los sistemas de identificación. Además, una de las mayores preocupaciones de los usuarios es la posible amenaza contra su privacidad. Las salvaguardas son por tanto necesarias para proteger los delicados datos biométricos, pero todavía están en gran medida pendientes de desarrollo
Como cualquier nueva tecnología, la identificación biométrica puede traer beneficios pero también nuevos desafíos. Éstos deben ser afrontados si la sociedad europea quiere beneficiarse plenamente de la aplicación a gran escala de las tecnologías biométricas. La Dirección General Centro Común de Investigación (DG JRC, por sus siglas en inglés) de la Comisión Europea está investigando en tecnologías biométricas para apoyar a las instituciones europeas en la formulación de opciones políticas. El DG JRC trata por una parte de fijar la interpretación y alertar de las implicaciones socioeconómicas de esta tecnología emergente y, por otra, apoya la aplicación de las operaciones a través de su laboratorio de referencia.
Fuente: Cinco Días
Fecha: 06/03/06