En Colombia, el campus se rige por las leyes ordinarias

Para la comunidad universitaria de la Sede Bogotá no es un secreto que hay problemas de seguridad en el campus. Hacerle frente a la situación significó elaborar un diagnóstico certero que permitiera identificar las causas, los lugares y los tipos de infracciones, así como soluciones.
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Para Hugo Acero1, consultor externo experto en convivencia y seguridad, lo más importante para hacer frente a una situación negativa en convivencia y seguridad es aceptar que las dificultades existen. «Se debe destacar que la actual administración es la primera que reconoce que tiene problemas y además lo hizo públicamente. Lo que sigue depende de un trabajo conjunto y a conciencia por parte de todos los estamentos de la Universidad «.
Parte de esta primera iniciativa de la administración fue solicitar la realización de un exhaustivo diagnóstico sobre la situación de seguridad. Este estudio fue desarrollado por Acero, Ana María Camargo y Sandra Parra entre marzo y diciembre de 2005. Para efectuarlo, hicieron recorridos, entrevistaron a estudiantes, profesores y administrativos, y analizaron investigaciones que sobre este aspecto realizaron diferentes dependencias y facultades.
Política integral
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El segundo paso, según Acero, es trabajar en la definición de una política integral de convivencia y seguridad que comprenda a todos los estamentos de la Universidad , docentes, estudiantes, administrativos, y a las autoridades nacionales legalmente constituidas. Para eso los consultores presentaron un diagnóstico y una propuesta a las directivas, que fueron avalados por el Consejo de Sede, ente que recomendó distribuir el documento en el campus.
El estudio propone actuar simultáneamente en acciones preventivas y de control. En lo preventivo con acciones de autorregulación y disuasión, ofreciendo programas de bienestar, asumiendo el tema de resolución pacífica de conflictos y adelantando procesos de intervención arquitectónica para lograr orden físico. En el control, ejerciendo una aplicación estricta de las normas internas, de la Constitución y de las leyes.
Acero destaca como tercer punto a desarrollar, «generar una estructura administrativa y de gestión en la cual desde el Consejo Superior Universitario, el rector, el vicerrector de sede y de ahí hacia abajo todas las áreas que deban participar en la toma de decisiones o de ejecución de acciones, tengan funciones claras en los temas de convivencia y seguridad».
Finalmente, la propuesta recomienda que para lograr esto es indispensable establecer lazos reales y certeros con las autoridades competentes para desarrollar un trabajo conjunto que permita garantizar la tranquilidad y la seguridad a estudiantes, profesores, administrativos y visitantes del campus.
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El diagnóstico
Una de las grandes conclusiones del diagnóstico es que existe un imaginario, aunque no generalizado, que en la Sede Bogotá no opera ninguna autoridad.
» La Universidad frente al delito y la contravención no tiene un código distinto, no tiene ley ni normas distintas. Eso se cae de su peso, en el campus, como en toda la ciudad y el país, se aplican la Constitución , el Código de Policía de Bogotá, el Código de Procedimiento Penal y el Código Penal, por sólo mencionar unas leyes», afirma Acero.
«En muchos casos, cuando sucede un hecho delictivo generalmente no se llama a las autoridades de seguridad y justicia para que investiguen. ¿Por qué cuando a un estudiante, a un profesor o a un administrativo le roban la casa lo primero que hacen es llamar a las autoridades de seguridad y justicia y cuando esto sucede en la Universidad no se tiene el mismo comportamiento? Hay una concepción errada del tema de la autonomía universitaria y del tema de extraterritorialidad. Y para los delincuentes ese es el mejor escenario», agrega.
Tal vez por esta razón es que muchos estudiantes, profesores y administrativos han sido víctimas de robos. Los más reiterados son los de radios, herramientas o maletines que han dejado en vehículos, o bicicletas, y los de computadores, equipos y materiales requeridos para sus actividades diarias.
En este sentido, el diagnóstico también señaló los lugares donde son más frecuentes estas clases de robos: las facultades de Biotecnología, Matemáticas, Física, Ingeniería, Economía, Estadísticas y los parqueaderos ubicados en las facultades de Enfermería, Odontología, Derecho, Biología, Matemáticas y Física.
El delito viene de afuera
En la consultoría también se identificó que los grupos delincuenciales no están integrados por personas de la institución. «Tenemos claro, por ejemplo, que la venta de droga no la hacen miembros de la comunidad universitaria, habrá uno que otro, pero en su gran mayoría son personas que ingresan tranquilamente porque saben que no corren peligro, cometen el delito y se van. Es aquí donde los organismos encargados de la investigación judicial deben hacer un seguimiento de los delincuentes, recopilar la mayor cantidad de pruebas y entregarlos a disposición de la Fiscalía «, afirma Acero.
Esta parte importante del proceso de investigación no la puede realizar, como piensan algunos, el cuerpo de vigilancia de la Universidad. Este sólo tiene facultad, como todo ciudadano colombiano, para detener o someter a una persona que encuentre cometiendo un delito, pero no puede investigar ni recopilar pruebas para judicializarla. Sin embargo, su intervención es indispensable para luego entregarla a las autoridades competentes.
«Se debe profesionalizar el servicio de vigilancia que trabajan aquí, porque la institución tiene características y problemas típicos que deben ser atendidos como tales. Tampoco se trata de tener unos grupos medio reactivos, sino una vigilancia profesional que atienda mejor a los estudiantes, a los profesores, a los administrativos y a cualquier persona que visite la universidad y actúe con mayor seguridad ante los delincuentes», explica Acero.
El diagnóstico igualmente detectó las zonas donde se vende droga: entre ellas están los parques Humbolt y Freud, el estadio, el polideportivo, los alrededores de la Facultad de Ingeniería y detrás de las facultades de Medicina y Derecho.
La convivencia
Además de estos delitos, existe otro problema que se evidencia, por ejemplo, en el mismo consumo de droga: la falta de cultura y de conciencia ciudadana. «La pregunta es si profesores, estudiantes, administrativos y quienes visitamos la Universidad vamos a tolerar que al frente de nuestra casa se venda droga como ocurre al frente de las facultades», enfatiza Acero.
Y asimismo se ve la venta y el consumo de alcohol, los vehículos parqueados en los andenes o en las calles que deben estar libres para garantizar la movilidad. Estas actitudes también hacen parte de la falta de conciencia y cultura ciudadana y afectan directamente la convivencia dentro del campus.
Sin embargo, según Acero, los problemas de convivencia tienen su punto más álgido en la continua violación del derecho fundamental a la libre expresión por parte de una minoría que actúa bajo la premisa: quien no está conmigo, está contra mí.
«En la Universidad hay profesores y estudiantes amenazados, incluso golpeados, porque se han atrevido a discrepar de acciones de hecho como los bloqueos de las facultades. Frente a la responsabilidad de un docente que quiere dictar sus clases o que los contradice con sus argumentos, son capaces de amenazarlo o agredirlo. Hay estudiantes que quieren reivindicar el derecho a la educación porque para eso se matricularon y son atacados, señalados y ‘macartizados’, como se dice en el campus».
El desorden físico
Señala el diagnóstico, de acuerdo con las entrevistas realizadas a miembros de la comunidad universitaria y a partir de teorías internacionales sobre seguridad, que existen zonas críticas o espacios donde el delito o los comportamientos violatorios prosperan.
Estas zonas corresponden a espacios con pastos crecidos, jardines sin mantenimiento, construcciones deterioradas, vidrios rotos, escombros en las vías, bombillas dañadas, entre otros. Y se convierten en cómplices del delito, pues allí se «camuflan» los delincuentes.
Por esta razón, para que una estrategia integral de prevención tenga éxito debe contemplar la creación de un eficaz orden físico, equivalente a un mejor ambiente al interior del campus que genere una actitud positiva en la comunidad universitaria reflejada en una mejora de la convivencia, parte fundamental de la seguridad.

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