Roberto HERNÁNDEZ CAMPA
18/03/2006, 21:03:47 PM
Hasta hace muy poco, los días en la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca eran de zozobra. En cualquier momento se podía registrar una pelea, un asalto, una agresión o una incursión violenta. La incertidumbre: el pan de cada día en el campus universitario.
Una estampa cotidiana eran los jóvenes, y no tanto, universitarios o no, ingiriendo bebidas embriagantes e inclusive consumiendo droga en terrenos baldíos o inmuebles ocultos.
Aún en los estacionamientos, profusamente transitados y supuestamente vigilados, se registraban continuos cristalazos.
¿Pero eso ya no sucede? Al menos ya no desde el miércoles 15. La causa: el rector Francisco Martínez Neri anunció la contratación de elementos de una empresa de seguridad privada para vigilar Ciudad Universitaria a partir de ese día.
El rector considera necesario terminar con los actos violentos y la inseguridad en la Máxima Casa de Estudios. Dicho en sus palabras: “No se puede tolerar ni al porrismo ni a las personas que únicamente se dedican a delinquir, amenazando y golpeando a los estudiantes, y atentando contra el patrimonio de la institución”.
Es importante mencionar que dentro de los lineamientos establecidos en el Plan Juárez, se establece garantizar la seguridad de la comunidad universitaria y salvaguardar los espacios físicos de la UABJO.
Desde el pasado mes de febrero debió de hacerse cargo de la vigilancia de Ciudad Universitaria un grupo de seguridad privada. Sin embargo, esto no se pudo concretar porque la dirigencia del Sindicato de Trabajadores y Empleados de la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca se opuso tajantemente. Su argumento: las plazas correspondientes se deberían asignar a personal del STEUABJO.
Empecinado como es, el secretario general de ese organismo, Rosendo Ramírez Sánchez, ha advertido que no permitirá la “intromisión” de elementos de seguridad en lo que considera su terruño.
Dueño de tierras y vidas, como se siente, el líder gremial planea ya una embestida contra la administración universitaria para que dé marcha atrás en su proyecto de seguridad. O al menos para lograr que los “policías universitarios” sean gente del STEUABJO.
Un ejercicio interesante sería imaginar la manera de cómo funcionaría ese cuerpo policial: Horario de lunes a jueves de ocho a tres, viernes de ocho a dos, con media hora para desayunar; ausencias constantes por asambleas sindicales, vacaciones, permisos, vacaciones adicionales y días festivos. Obviamente, en los turnos de tarde, noche y fines de semana cobrarían horas extras, y para todos se pediría un bono extraordinario por trabajo de riesgo, uniformes, linternas, armas y lo que se les ocurra. En caso de alguna pelea, agresión o robo no intervendrían porque se pondría en peligro su integridad física.
A la menor provocación, Rosendo Ramírez Sánchez refrenda su lealtad y profundo amor hacia una Universidad a la que dice defender valerosamente. Sin embargo, niega a los universitarios el derecho básico de la seguridad.
Ya lo dijo el gigantesco Benito Juárez: “Malditos aquellos que son sus palabras defienden al pueblo y con los hechos lo traicionan”.