HARTSVILLE, Carolina del Sur, EEUU (AP) _ Los adolescentes del barrio lo llamaban Tío Kenny, el hombre alto y delgado cuyo remolque estaba en un lote lleno de chatarra atrás de pinos densos y un letrero que advierte «No Pasar», donde un camino pavimentado se convierte en uno de tierra.
Kenneth Glenn Hinson, de 47 años, no tenía hijos, pero parecía tratar a los hijos de sus vecinos como si fueran suyos. El escuchaba sus problemas, llenaba su camioneta pickup con ellos para llevarlos de paseo en fin de semana al lago Johnson y tostaba malvaviscos con ellos cuando se quedaban a dormir en su casa.
«Mis hijos permanecían allá, acampaban allá con él y cocinaban allá con él. ¡Demonios!, la mitad del barrio lo hacía», dijo Donna McGee, quien conocía a Hinson desde hace cuatro años. «Nadie sospechó nunca nada», subrayó.
Ellos no sabían que Hinson pasó nueve años en prisión por violar a una niña de 12 años en 1991; o que 15 años después sería acusado de otro delito tan infame que los legisladores de Carolina del Sur pondrían a prueba los límites constitucionales de la pena de muerte al proponer su ejecución por violar constantemente a niños.
Dos niñas de 17 años escaparon de la propiedad de Hinson el mes pasado diciendo que él las había sacado de una casa, tapado la boca y atado las muñecas con cinta adhesiva, y violado en una mazmorra poco profunda con puerta horizontal bajo su cobertizo de herramientas.
Hinson fue capturado el 17 de marzo tras una cacería de cuatro días luego que su sobrina Renee Faile lo reportó a las autoridades cuando apareció en su patio trasero pidiendo un vaso de agua y un cigarrillo.
Una semana después del arresto de Hinson, el Senado de Carolina del Sur votó por 38-4 a favor de permitir la pena de muerte contra delincuentes sexuales condenados por segunda ocasión por violación de un menor de 11 años. Los legisladores de Oklahoma están considerando una ley similar.
El gobernador Mark Sanford y el secretario de Justicia de Carolina del Sur, ambos republicanos, avalaron la pena de muerte para violadores de niños. La medida aún debe pasar a un comité de la cámara baja para su consideración.
Como la mayoría de los 38 estados que permiten la pena capital, Carolina del Sur y Oklahoma la reservan para homicidas. Sólo tres estados –Luisiana, Florida y Montana– tienen leyes que permiten la pena de muerte para delitos sexuales, pero ninguna de esas ejecuciones se ha realizado desde que la Corte Suprema de Estados Unidos restableció la pena capital hace 30 años.
Rick Hoefer, abogado de Hinson designado por una corte, no quiso hacer comentarios sobre la propuesta pena de muerte o sobre el caso de su cliente.
Aunque prospere el cambio a la pena de muerte en Carolina del Sur, ello no afectaría a Hinson ya que las víctimas son de mayor edad a la estipulada y a que no podría aplicarse retroactivamente, dijo Faile, quien agregó que está comenzando a pensar que los violadores de niños como su tío no merecen vivir.
«Sí, es miembro de la familia», dijo Faile, «pero también ha actuado equivocadamente», agregó.
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