Pandillero mató a su papá

Pandillero de 17 años asesinó a su papá, un vigilante que luchaba para sacar a sus hijos de la droga
“Si vuelve a nacer vuelvo y lo mato” gritaba el joven mientras los policías lo esposaban. Su familia pide que no sea juzgado como menor.
La frase desconcertó a los agentes que lo capturaron cuando había corrido 15 cuadras lejos de su casa. Ya se había guardado el revólver calibre 38 en la pretina del pantalón. Lo oyeron decir que no se arrepentía y que su papá merecía lo que le había pasado.
Julio Cesar Linero, de 37 años, quedó sentado frente a la mesa donde esperaba el almuerzo.
“Termine de matarme… no me deje sufrir”, le dijo malherido a su hijo antes de que él le diera un segundo disparo en la parte posterior de la cabeza.
El joven le apuntó a su hermana mayor, Yulays, que en ese momento salía de la cocina con el almuerzo. “No te metas en esto, o te mato también”, le gritó el enloquecido muchacho antes de salir a la calle.
Desenlace de una vieja tensión
La tensión entre el vigilante y su hijo había comenzado meses atrás, cuando se enteró por un amigo de que el muchacho y su otro hijo de 14 años estaban consumiendo drogas.
“Mi tío Julio trabajaba demasiado y no sabía que ellos hacían parte de una pandilla a la que todo el mundo le tiene miedo en el barrio
La Paz, donde vivían antes”, relató una prima del joven homicida.
Dueño de un carácter fuerte, el humilde vigilante hizo cuanto pudo para apartar a sus hijos de las drogas y las malas amistades.
“Hizo un préstamo y compró una casa en Ciudad Modesto, a donde se mudó con ellos. Para pagar el préstamo trabajaba como albañil en las horas que le quedaban libres”, contó Magdalena Masías, una vecina de la familia.
Ya en su nueva casa, Julio César le pidió a un amigo, propietario de un taller de mecánica, que empleara a su hijo de 17 como ayudante.
No transcurrieron 30 días cuando el vigilante recibió una llamada del empleador. “Lo siento, pero no puedo tener aquí a tu pelao porque está vendiendo pastillas alucinógenas entre los trabajadores. Le encontré 12 pastillas Rivotril en la mochila”, le dijo.
El vigilante buscaba ayuda
Julio César, dicen sus amigos, entró en una etapa de depresión. Visitaba familiares y conocidos buscando consejos.
“Aquí llegó llorando hace ocho días. Dijo que no sabía que hacer con los pelaos. Que le preocupaba que su mujer les daba la razón cuando él trataba de reprenderlos, que los intentos de diálogo terminaban en una discusión en la que él siempre salía perdiendo”, contó ayer su hermano Juan Madero.
Estaba triste porque su hijo de 14 años había abandonado el estudio y estaba cada vez mas perdido en la droga. Se quejaba de que su trabajo le dejaba poco tiempo para estar pendiente de los muchachos.
“Fue la última vez que lo vi hasta que nos llamaron para avisarnos de la desgracia”, relató el hermano.
El martes por la noche Julio César llegó a su casa y encontró a sus dos hijos peleándose.
“Los llamó, los sentó frente a frente y les imploró que dejaran las malas amistades. Casi les llora. Les pidió que se dedicaran al trabajo o al estudio. Les dijo que él trabajaba como una bestia sólo para tenerlos bien. Los muchachos prometieron cambiar y salieron de la casa sin pronunciar una sola palabra”, contó la hermana mayor.
Al día siguiente ella vio cuando el de 17 años le disparaba a su padre.
¿Qué provoca rencor hacia los padres?
Problema: Que los padres asuman presupuestos rígidos o ideas inmodificables.
Solución: Debe haber interés genuino por lo que dice el hijo. Hay que aprender a escucharlo y a negociar con él.
Problema: Que les exijan y al mismo tiempo que no los satisfagan.
Solución: A los hijos se les debe dar gusto en la misma medida en que se les exigen cosas. Una desproporción acrecienta el malestar del adolescente.
Problema: Una mala comunicación o incomprensión.
Solución: Los papás deben aprender a preguntar. Si no hubo preguntas quiere decir que no hubo diálogo verdadero.
Problema: Que les den todo el gusto o nada de él.
Solución: Entender que todo exceso es malo. Mucho amor, o poco, genera patologías.
Luis Alberto Ramírez Ortegón, experto en terapia de familia y siquiatra de niños y adolescentes.
¿Una patología?
Juan Isaac Llanos
Siquiatra
“La conducta de un joven que atenta contra sus padres, puede nacer del mismo entorno familiar. Por ejemplo, si creció en un hogar violento y hostil, Si se trata de una patología,
puede no sentir jamás culpa de lo que hizo”.
Luz Marina Locarno
Sicóloga
La falta de amor y una familia dispersa pueden crear un monstruo capaz de matar a un padre. Sin embargo, este caso puede tratarse de una patología.
William Ahumada Maury
ESPECIAL PARA EL TIEMPO
BARRANQUILLA

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