Periodista colombiana relata cómo la robaron en taxi

Abordó un taxi a las afueras de un centro comercial del norte de Bogotá. Cuatro hombres se subieron al vehículo y le robaron sus pertenencias.
Después de salir de cine en Unicentro, vi una larga fila para tomar los taxis. Salí e inocentemente tomé uno de los que parquean afuera. Le dije al conductor a dónde quería que me llevara, pero nunca vi su rostro, ni las placas de su vehículo.
El taxista se dirigió por la calle 127 para salir a la carrera 7a. y en la cuadra más oscura, frente a un jardín infantil, frenó argumentando que le fallaba el motor. En ese momento, se subieron al taxi cuatro tipos, con cuerpos de luchadores libres.
Pensé que se trataba de un secuestro, pero luego de que me golpearan y me pusieran una venda en los ojos, me di cuenta de que me estaban haciendo el ‘paseo millonario’.
Me quitaron la cartera y, en medio de las más absurdas groserías, empezaron a hacerme preguntas estúpidas.
–¿Qué estaba haciendo en Unicentro, gomela hiju…?
– ¿Quiénes son estos de las fotos de su billetera?
–Usted tiene plata, ¿no malp…? ¡Deme sus claves ya!
– ¿Este niño es hijo suyo?
A mi petición incesante de que no me violaran, que no me tocaran o me hicieran daño, gritaban furiosos: «¡Tenemos mamá y hermanas!», «¡Somos ladrones, no sádicos!».
Agradecí que fueran tan benévolos. Y aunque estaba un poco más calmada, no dejaba de pensar en mi muerte.
Les pregunté que por qué lo hacían y me respondieron que tenían a un compañero grave en el hospital y debían sacarlo urgente. Mientras tanto, el que me tenía por el cuello me acariciaba el pelo y me decía al oído: «Ya va a pasar mamita, ya va a pasar…». Yo moría de terror.
Pero después de parar en más de cuatro cajeros, se percataron de que el dinero depositado no superaba los 100 mil pesos. ¡Siempre desocupo mis cuentas! No tengo tarjeta de crédito, de modo que optaron por robarme las gafas, una palm y el celular.
Y luego de una hora, me dejaron en la calle 170 con carrera 7a. Yo estaba bastante aturdida, golpeada, inhibida.
Tomé otro taxi y llegué a mi casa pensando en que había resucitado. Ahora veo en los reportes la caída y captura de las bandas delincuenciales.
No sé si ya habrán caído quienes me hicieron tanto daño, pero esta es mi advertencia: no tomar un taxi en la calle y, si lo hace, asegúrese de llamar a alguien y decir su placa en voz alta, pues esto inhibe el comportamiento del posible delincuente.
DIANA PÉREZ*
ESPECIAL PARA EL TIEMPO
*Comunicadora social y periodista

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