Preocupa mutación de "paras" colombianos

Mutación de ‘paras’ en bandas armadas preocupa tanto como su reorganización en autodefensas
Uno de esos grupos delincuenciales con armas de guerra es liderado por alias ‘Manigueto’, que tiene amenazadas a una fiscal y a una jueza.
Este hombre, también conocido como ’15’, y cuyo verdadero nombre es Miguel Antonio Lorza Velásquez, un ex paramilitar del Bloque Metro de las autodefensas que recobró la libertad.
Desde hacía tres años permanecía recluido en la cárcel de Bellavista (en las afueras de Medellín), luego de que la fiscal especializada Ana Elena Gutiérrez y la jueza Beatriz Sisquiarco García lograron probar sus nexos con los ‘paras’ de Segovia y de Remedios (Antioquia), en donde se le atribuye el secuestro, la extorsión y la desaparición de decenas de personas.
Antes de ingresar al paramilitarismo, Lorza fue miliciano del frente Maria Cano del Eln en Remedios. Allí lo retuvo el Bloque Metro, que decidió aceptarlo en sus filas luego de que este les entregó a sus compañeros de frente, a los que, dicen, ayudó a ejecutar.
«Así se ganó la confianza de los jefes y fue ascendiendo a mando político. Pero por sus excesos con la población civil, lo degradaron a combatiente», dice un ex ‘para’.
Poco antes de que saliera de prisión, el bloque Héroes de Granada le ofreció que se desmovilizada, pero se negó sistemáticamente.
Ahora, las autoridades tienen la certeza de que ‘Manigueto’ armó una tenebrosa banda que azota a probladores del nororiente antioqueño a los que extorsiona y amenaza con fusiles y lanzagranadas. Pero él no es el único.
Armados hasta los dientes
Si bien la reorganización de nuevos grupos ‘paras’ –revelada por EL TIEMPO el año pasado y confirmada por la OEA en marzo último– preocupa al Gobierno, su otra mutación (delincuentes comunes con armamento de guerra) golpea con mayor fuerza la seguridad de de las ciudades.
La OEA, en sus informes, hace una clara diferencia entre ambas tendencias.
Al respecto, un reciente estudio sobre el tema concluye que si bien los índices de homicidio bajaron en Colombia un 13 por ciento tras la desmovilización de las Auc, la delincuencia común está disparada en algunas regiones que fueron dominadas por ellos.
El fenómeno preocupa a algunos ex jefes ‘paras’ que incluso están ‘colaborando’ con su exterminio.
Sentencia de muerte
‘Manigueto’ es el líder de una de esas bandas, la cual armó con varios fusiles que tenía enterrados y con ex ‘paras’ de un par de bloques.
Su nombre aterroriza tanto como el de su antecesor: ‘Filo’’, sanguinario ‘para’ que a finales de los 90 sembró el miedo en Puerto Berrío y en el corregimiento Cristales.
La información más preocupante sobre las actividades de ‘Manigueto’ fue recibida hace una semana por la jueza Beatriz Sisquiarco cuando un reinsertado le avisó que este la acababan de sentenciar a muerte a ella y a la fiscal Gutiérrez.
Desde entonces, la fiscal –adscrita a la unidad antiterrorista y conocida como ‘la fiscal de hierro’– anda en carro blindado y con el doble de escoltas del CTI a los que está acostumbrada desde 1998, cuando empezó a desarticular peligrosas bandas y a develar la infiltración de las Farc en comunas de Medellín.
Y a la juez –famosa por llevar varios procesos de narcotráfico y de delincuencia común– también se le asignó un esquema de seguridad que la protege día y noche.
Ambas decisiones contaron con el beneplácito del Presidente Uribe que conoció el caso directamente y que comparte la preocupación por la proliferación de estas bandas, armadas hasta los dientes.
Por ahora, el Gobierno les advirtió a algunos ex jefes ‘paras’ que nada les puede pasar a la fiscal y a la jueza y anunció la conformación de un equipo interinstitucional integrado por la Policía, la Fiscalía, el DAS y las Fuerzas Militares, tendiente a desarticularlas estas bandas.
Se dispararon los delitos comunes
Luego de la desmovilización de cerca de 30 mil miembros de las autodefensas, las tasas de homicidio se redujeron en cerca de un 13 por ciento a nivel nacional (pasando de 20.220 en el 2004, a 18.111 en el 2005). Además, hoy hay mayor presencia institucional en las áreas de influencia ‘para’.
Esa es la principal conclusión de un reciente informe elaborado por un grupo de investigadores del Centro de Recursos para el Análisis del Conflicto (Cerac) y del Instituto de Estudios Políticos de la Universidades Nacional.
Pero el informe también da cuenta de que en la zona costera de Nariño el crecimiento de los homicidios es sustancial y no hay duda de que se debe al efecto ‘para’.
Esto coincide con estadísticas oficiales (que comparan el primer semestre del 2005 con lo corrido del 2006) que también registran el aumento de muertes en Córdoba, Meta, Quindío y La Guajira.
Sin embargo, los delitos comunes son los que más preocupan. El estudio asegura que los hurtos (a comercio, residencias y bancos) se han disparado. Otra vez Córdoba es uno de los más golpeados, junto con Sucre, Meta, La Guajira y Valle: «Las lesiones personales también han crecido de manera absurda», dice Jorge Restrepo, uno de los investigadores del Cerac.
Y aunque el estudio advierte que no se puede establecer un efecto estadístico directo entre los desmovilizados y este incremento, asegura que se trata de un mensaje de alerta para el Gobierno, más aún si se tiene en cuenta que –según experiencias similares en otros países– la criminalidad no homicida es una de las primeras manifestaciones cuando no hay vías efectivas para la reinserción.
Se busca
«‘Manigueto’ desenterró fusiles, reclutó ex ‘paras’ y hoy tiene aterrorizados a pobladores del nororiente antioqueño. Además, dio la orden de matar a la jueza y a la fiscal».
Reporte de autoridades
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