WILFREDO CANCIO ISLA
El Nuevo Herald
ROBERTO KOLTUN / El Nuevo Herald
José Antonio Llama, ex director de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA), reconoció que él y otros miembros de la jerarquía de esa organización crearon un grupo paramilitar para acometer actos de desestabilización en Cuba y eliminar al gobernante Fidel Castro.Un ex director de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA) reconoció que él y otros miembros de la jerarquía de esa organización crearon un grupo paramilitar para acometer actos de desestabilización en Cuba y eliminar al gobernante Fidel Castro.
En una entrevista con El Nuevo Herald, José Antonio Llama, alias »Toñín», explicó que el arsenal para llevar a cabo esos planes incluía un helicóptero de carga, 10 aviones ultralivianos con control remoto, siete embarcaciones y abundante material explosivo.
»Estábamos impacientes por la sobrevivencia del régimen de Castro tras el derrumbe de la Unión Soviética y el campo socialista», reveló Llama, figura clave en el financiamiento de la iniciativa a comienzos de los años 90. «Queríamos acelerar la democratización de Cuba empleando cualquier medio para lograrlo».
Los planes se vieron frustrados, según Llama, luego que él y otros cuatro activistas exiliados fueron arrestados y encausados en una corte federal de Puerto Rico, en 1997, bajo cargos de conspiración para asesinar a Castro durante la Cumbre Iberoamericana de Isla Margarita, Venezuela.
Todos los acusados fueron exonerados en diciembre de 1999 por falta de pruebas.
Cercano colaborador del difunto líder de la FNCA, Jorge Mas Canosa, Llama renunció a la directiva de la organización en 1999 y se apartó del activismo político en medio de serias dificultades financieras que lo llevaron a la bancarrota. Según él, el motivo de la renuncia fue la oposición de la FNCA a pagar los gastos de la defensa legal de sus compañeros de causa en el juicio de Puerto Rico.
En un comunicado enviado el pasado noviembre a El Nuevo Herald, la FNCA expresó: »En este caso consideramos sumamente irresponsable por parte de un organismo periodístico, el hacerse eco de lo que representa claramente un intento de extorsión y difamación». Interrogado ayer nuevamente, el director ejecutivo de la FNCA, Alfredo Mesa, respondió que su entidad optaba por mantener la misma declaración.
Con anterioridad, el gobierno cubano había lanzado reiteradas acusaciones sobre los presuntos planes armados de la Fundación, utilizando incluso testimonios de agentes infiltrados en la organización. Sin embargo, hasta hoy ninguna de esas implicaciones tuvo el respaldo documental y la confirmación narrativa de un protagonista de los hechos.
Las revelaciones sobre la creación y el equipamiento logístico de ese organismo paramilitar secreto son parte de una investigación iniciada por El Nuevo Herald el pasado año y que ahora emergen por primera vez, luego que Llama comenzara a distribuir unos panfletos en lugares públicos de Miami con información detallada sobre el asunto.
La prensa oficial cubana publicó este miércoles un artículo basado en la información de los panfletos, aunque sin ofrecer otras pruebas documentales.
Llama, quien hizo fortuna en el exilio fabricando equipos de aire acondicionado para automóviles soviéticos, aseguró que la motivación esencial de su confesión son los $1.4 millones que aportó de sus propios recursos para financiar el proyecto, los cuales considera le fueron estafados por varios directores de la Fundación.
Actualmente escribe, afirmó, un libro de memorias bajo el título De la Fundación a la fundición: historia de una gran estafa.
»Esta es la verdad… lo único que tengo a estas altura de la vida es la verdad», manifestó Llama, de 75 años. «Estoy pidiendo lo que se me debe, ni más ni menos, para presentarlo en una corte de quiebra: ¿Dónde están los barcos y los aviones que financié con mi dinero? ¿A dónde fueron a parar? ¿Quién tiene los títulos originales?»
Llama se ha decidido a abrir la caja de Pandora en un momento en que sus declaraciones no afectan a antiguos amigos que estuvieron implicados en esta historia, como los exiliados cubanos Arnaldo Monzón Plasencia, Raúl López y Manuel »Nolo» García, todos fallecidos.
De acuerdo con el testimonio, entre 1994 y 1997 Llama gastó de sus propios recursos $1,471,840.35 en el financiamiento de los aviones teledirigidos y otros pertrechos bélicos, utilizando como cobertura las firmas Nautical Sports Inc, registrada en Florida, y Refri Auto, radicada en República Dominicana.
Rodeado de numerosas cajas y carpetas donde archiva meticulosamente documentos, apuntes de reuniones y recortes de prensa, Llama mostró a El Nuevo Herald las evidencias de transacciones realizadas para adquirir esos equipos. La entrevista transcurrió en su casa del suroeste de Miami.
Sólo en Nautical Sports aparecen abonados por Llama $869,811.38. A través de esta corporación pantalla –creada en 1993– se garantizó la compra de las siete embarcaciones, dotadas de comunicación por radio y teléfonos por satélite, entre ellas la lancha rápida Midnight Express. Se suponía que en esta lancha, de 40 pies de eslora, viajara Mas Canosa a Cuba en caso de producirse la muerte de Castro o un repentino cambio político en la isla, indicó el ex director de la FNCA.
Otro de los barcos, La Esperanza, fue confiscado por el Departamento del Tesoro en Aguadilla, Puerto Rico, al producirse el arresto y la acusación federal contra sus tripulantes en 1997.
Llama recordó que el proyecto bélico comenzó a fraguarse durante el congreso anual de la FNCA celebrado en la ciudad surfloridana de Naples, en junio de 1992. Según él, fue el empresario Miguel Angel Martínez, residente en Puerto Rico, quien lanzó la idea de »hacer algo más que cabildeo en Washington» para derrocar a Castro.
Una veintena de directivos entre los de mayor confianza dentro de la Fundación, acordaron entonces impulsar la iniciativa y designaron a José »Pepe» Hernández y al propio Mas Canosa para que escogieran los integrantes del organismo armado.
»Se acordó que por lo delicado del asunto, los pormenores del grupo bélico debían discutirse en un pequeño comité», relató Llama. «En el congreso con directores y fideicomisos, celebrado al año siguiente [1993] en Puerto Rico, los escogidos comenzamos a reunirnos y a reparar en todo lo que hacía falta comprar».
La junta general de directores de la Fundación desconocía los pormenores del grupo bélico, que funcionaba de manera autónoma. Llama exoneró de toda responsabilidad al actual presidente de la junta directiva de la FNCA, Jorge Mas Santos, quien nunca fue informado de esa iniciativa.
»Entre Miguel A. Martínez y Pepe Hernández se discutía la hegemonía del grupo», apuntó el activista. «Pero escogimos a Pepe por su reconocido historial de combatiente en la Brigada 2506 y en los marines».
Entre los integrantes del grupo, Llama relacionó además a los exiliados cubanos Elpidio Núñez, Horacio García y Luis Zúñiga, quienes abandonaron la Fundación en el 2001 para fundar el Consejo por la Libertad de Cuba (CLC); Erelio Peña y Raúl Martínez, de Miami; Fernando Ojeda, Fernando Canto y Domingo Sadurní, de Puerto Rico; y Arnaldo Monzón Plasencia y Angel Alfonso Alemán, de Nueva Jersey.
Ex integrantes de la FNCA como García, Zúñiga y Núñez, declinaron comentar sobre el asunto. El CLC no emitió declaraciones. Ninoska Pérez Castellón, directora y portavoz de la agrupación, dijo ayer que los aludidos «han decidido poner el caso en manos de abogados».
Otros acontecimientos relacionados con la organización armada, de acuerdo con el testimonio de Llama, son los siguientes:
• Los diez miniaviones teledirigidos fueron financiados por Llama en $210,000 a través del Internacional Finance Bank (IFB) de Miami, que pagaba a Flight Rescue Systems, compañía propiedad de Luis Prieto y Rafael Montalvo. Los equipos quedaron guardados en un almacén en Miami-Dade y el fin era utilizarlos contra objetivos económicos en Cuba o en un atentado a Castro. Los títulos de propiedad no fueron entregados nunca a su legítimo comprador y presuntamente quedaron en manos de Pepe Hernández, quien los vendió después de 1997.
• El helicóptero de carga fue donado por Sadurní, pero Llama lo financió en $85,360 a través del Republic National Bank. El helicóptero serviría de base para operar los miniaviones y se hallaba estacionado en el International Flight Center, en el suroeste de Miami-Dade.
• Para la adquisición de explosivos (dinamita), el grupo se valió del empresario Raúl López, un exiliado anticastrista que participó en operaciones de infiltración en Cuba en la década de 1960. López era propietario de una compañía autorizada a comprar explosivos para abrir los canales de desagüe en la industria azucarera del sur de la Florida y prestaba sus servicios al central Talismán. Pepe Hernández le pidió a López que solicitara un préstamo en el Ready State Bank de Miami para facilitar las transacciones. A cambio de las entregas de materiales bélicos, la Fundación debía pagarle la deuda, a razón de $868.63 mensuales hasta completar unos $45,000.
Al menos dos fuentes confirmaron a El Nuevo Herald la existencia de los aviones ultraligeros y las embarcaciones.
Eulogio Amado Reyes, alias »Papo», un mecánico automotriz retirado, recordó que ensambló los aviones en un almacén de Miami-Dade con la ayuda de un instructor de apellido Graham, quien vino de Texas.
»Allí nadie hablaba nada de eso; sólo se decía que era un proyecto de la Fundación», relató Reyes, de 73 años. ‘Recuerdo una vez que se hicieron entrenamientos con los `avioncitos’ cerca de Bahamas».
José »Pepín» Pujol, un experimentado marino, dice que la Fundación comenzó a utilizarlo en 1993 como asesor para la compra de embarcaciones.
»El [barco] Pelican se puso a nombre mío», contó Pujol, de 76 años. «El procedimiento era que yo buscaba los barcos, Toñín hacía el pago inicial y el garante era Elpidio Núñez».
Pujol fue citado esta semana por un jurado de instrucción en El Paso, Texas, que investiga la entrada ilegal del militante anticastrista Luis Posada Carriles en Estados Unidos, en marzo del 2005. Un informante encubierto del FBI asegura que Posada fue introducido en el barco Santrina, capitaneado por Pujol.
Según Llama, la mayor parte de los explosivos eran conservados en Miami, pero a finales de 1996 fueron lanzados desde una embarcación al fondo del mar, en un arrecife cerca de Bahamas. El cargamento era transportado por »Nolo» García en el yate de Núñez cuando una lancha patrullera bahamense se les aproximó, y ambos temieron la posibilidad de un registro.
»Por razones lógicas, tiraron la carga al mar», contó Llama. «Poco después fuimos hasta allí para recuperarla, pero no la hallamos».
Los reporteros de El Nuevo Herald Helena Poleo y Gerardo Reyes contribuyeron con esta información.