325 años de prisión deberá pasar violador brasileño en España

CARLOS HIDALGO
MADRID. Juvenilson Dias Da Silva, brasileño de 34 años y tristemente conocido como el «violador de Pozuelo», pasará una larga temporada en la cárcel. La Sección Quinta de la Audiencia Provincial de Madrid emitió el pasado día 8 la sentencia que le condena a un total de 325 años, 11 meses y 29 días de cárcel, entre otros delitos, por 17 delitos de agresión sexual y otros dos en grado de tentativa entre los años 2000 y 2003. Además, las mujeres vejadas serán indeminizadas con un total de 420.997 euros. Cuatro de sus víctimas eran menores de edad en el momento en que se produjeron las violaciones.
La decisión judicial, que fue conocida ayer, analizaba todos los casos de violación de los que se acusaba a este sujeto, que, hasta el momento de su detención, carecía de antecedentes. Por cada violación consumada, el tribunal le condena a 15 años de prisión, mientras que por las dos tentativas se le condena a 12 y siete años. Además, también se consideran probados otros diez delitos de lesiones y ocho por robos con violencia e intimidación.
La sentencia, con una extensión de 30 folios, recoge un relato minucioso de cada uno de los ataques contra mujeres cometidos por este sujeto.
El primero de ellos tuvo lugar la noche del 1 de agosto de 2000 en la zona de Conde de Casal. Precisamente, ese barrio sería escenario de la mayoría de sus agresiones, junto al distrito de Carabanchel y la localidad de Pozuelo de Alarcón, de lo que le viene a Juvenilson su sobrenombre. Durante 2000, cometió otro delito similar; en 2001, uno; en 2002, seis, y en 2003, diez.
«Modus operandi»
El «modus operandi» del condenado era siempre muy similar: asaltaba a sus víctimas, siempre mujeres, bien por sorpresa o pidiéndoles un cigarro; utilizaba un arma blanca para intimidarlas y llevárserlas a cualquier descampado cercano o a algún parque. Allí, las obligaba a quitarse la ropa, para después vejarlas sexualmente de todas las maneras imaginables. Luego, las dejaba tiradas en el suelo amenazándolas con volver y, tan cobarde como llegaba, se iba corriendo del lugar para que nadie le pudiera identificar como el famoso «violador de Pozuelo».
En algunos casos, como señala la sentencia, llegó incluso a robarle pequeñas cantidades de dinero a sus víctimas, además de algunos enseres, como una cámara de fotos.
El tribunal, por tanto, considera que el condenado es el autor material de todos los hechos, «como ha quedado acreditado por las pruebas, que tienen entidad bastante para desvirtuar el derecho a la presunción de inocencia».
Además, se destaca «la plena admisión de hechos y reconocimiento de culpa efectuado por el procesado y los informes médicos emitidos en su día y no impugnados por parte alguna, que describen las lesiones padecidas por las distintas víctimas». Asimismo, «teniendo en cuenta la especial gravedad de los hechos», se le imponen las penas en los límites máximos; eso sí, no podrán exceder los 20 años de cumplimiento.
El tribunal recuerda que «los permisos de salida, la clasificación en tercer grado y el cómputo de éste se refieran a la totalidad de las penas que se impongan, y no al máximo de cumplimiento». Aun así, pone de manifiesto que no da portazo a la posibilidad de aplicar beneficios si se dieran circunstancias excepcionales motivadas por «el tratamiento específico riguroso para agresores sexuales» que deberá seguir según los patrones que detallen los especialistas.

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